La solidaridad sumergida
Se desconoce el n¨²mero de personas que dedican su tiempo y sus capacidades a la cooperaci¨®n
Destaca el jesuita Adolfo Che?rcoles que igual que hay una economi?a sumergida, referida a la actividad productiva, que existe y es relevante, pero que no se refleja en las cuentas pu?blicas. Tambie?n hay una solidaridad sumergida. El voluntariado internacional forma parte de esa corriente que no aparece en las estrategias de planificacio?n, no se contabiliza su aporte, no recibe atenciones ni reconocimientos ¨Cy ni si quiera se le invita a las fiestas, siendo relegado en el llamado di?a del cooperante¨C.
Estas vivencias de solidaridad tejen hilos tan largos que conectan amistades imposibles, como la de una contable de un pueblo de C¨¢ceres, que ahora vive pendiente de los mensajes de facebook de la gente del barrio de Managua que la acogi¨® hace a?os, para saber c¨®mo les est¨¢ afectando la represi¨®n en el pa¨ªs. Hilos tan resistentes que un empresario andaluz, despu¨¦s de m¨¢s de veinticinco a?os de haber sido voluntario, sigue dedicando sus vacaciones a colaborar con las comunidades de Amazon¨ªa.
Desconocemos cua?ntas personas dedican su tiempo y sus capacidades enmarcadas en actividades de cooperacio?n, solo cabe estimar vagamente su dimensio?n y alcance. No tenemos cifras oficiales. Ya en edad madura, la cooperacio?n espan?ola acaba de celebrar los 30 an?os del organismo rector de la misma, la Agencia Espan?ola de Cooperacio?n Internacional para el Desarrollo (AECID), sabemos que no mirar una parte de la realidad no hace que esta desaparezca, u?nicamente nos resta capacidad para gestar respuestas eficaces.
El voluntariado internacional ha salido de cierto ostracismo legal con su inclusio?n en la Ley del Voluntariado de 2015, en un texto que lo incluye por primera vez junto con las otras expresiones de participacio?n solidaria (social, ambiental, deportivo...), pero queda pendiente la aprobacio?n de un reglamento que est¨¢ en fase de borrador y donde se necesita precisar de modo acordado el marco de derechos y deberes. Se requiere adem¨¢s de una legislaci¨®n propia de la cooperacio?n al desarrollo. Que se reconozca esta realidad, que como derecho de participacio?n se promueva por el a?mbito pu?blico que le es propio y que, como en su di?a se decidio? hacer con el Estatuto del Cooperante, se regule reconociendo su especificidad.Desde luego que no son figuras iguales ni hay pretensio?n de ello, pero eso no es excusa para seguir en un limbo legal y en un olvido de d¨¦cadas.
Continu?a el voluntariado sin ser recibido en la mesa de los mayores de la cooperacio?n, bien por desconocimiento, por prejuicio o esgrimiendo que no damos para m¨¢s. Se necesitan m¨¢s medios humanos y financieros para dotar a la AECID y, mientras llegan, no podemos desatender una pol¨ªtica p¨²blica como es la de cooperaci¨®n en ninguno de sus ¨¢mbitos, y un voluntariado que se realiza fuera del territorio espa?ol lo es, m¨¢s en casos de larga duraci¨®n.
Parece absurdo que en un contexto de capacidades limitadas y presupuestos raqui?ticos como recientemente ha denunciado la Coordinadora de ONGD (#CooperaPaCuando) decidamos ignorar este cauce de solidaridad que existe en nuestro pai?s desde hace ma?s de sesenta an?os y que contribuye a los mismos fines que la cooperacio?n espan?ola, la lucha contra la pobreza y la dignificacio?n de las poblaciones que sufren las injusticias. Es una pe?rdida de oportunidad y un contrasentido que en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que promueve el trabajo de alianzas, decidamos ignorar la contribucio?n que la sociedad civil organizada realiza a trave?s del voluntariado internacional. Se quejaba hace a?os el profesor Jose? Antonio Alonso de un modelo de ¡°cooperacio?n castizo¡±. Mala se?al que vuelva el ¡°Spain is different¡± tambi¨¦n en este ¨¢mbito y nos encontremos distantes de la tendencia general de otras cooperaciones de nuestro entorno como Francia, Alemania, Italia o Reino Unido, que cuentan con programas nacionales de fomento del voluntariado internacional que promueven y financian.
Uno de los temas m¨¢s graves para las personas voluntarias que se incorporan a programas de cooperaci¨®n internacional es su exclusi¨®n de la protecci¨®n sanitaria si est¨¢n m¨¢s de tres meses fuera del territorio espa?ol. Esta situaci¨®n que fue establecida con la reforma sanitaria del a?o 2012 parece haber sido revertida por el RD Ley 7/2018 del actual gobierno, pero no es de acceso inmediato y exige un desarrollo reglamentario que, lamentablemente a d¨ªa de hoy, no se ha producido. Aunque en el Pacto pol¨ªtico firmado por el PSOE y Podemos se encuentra recogida expresamente su inclusi¨®n, a d¨ªa de hoy, estas personas pierden su tarjeta sanitaria y cuando regresan se encuentran en una grave situaci¨®n de desprotecci¨®n.
Ser¨¢ sumergida pero existe. He visto a Cristina en uno de los slums ma?s grandes del mundo, en Kibera en los suburbios de Nairobi dando clases y compartiendo recreos; a Paloma mezclada entre las jo?venes que se organizan en Jean Rabel en Haiti?; a Olga realizando actividades para jo?venes acechados por las maras en los barrios ma?s peligrosos de Tegucigalpa, a Susana recibiendo a migrantes centroamericanos a su paso por Hidalgo en Me?xico; a Bea atendiendo a poblaciones refugiadas en Kampala; a Jose? escuchando las odiseas de miles de migrantes que ansi?an cruzar la valla al Norte de Marruecos... Pueden acercarse a ¨¦stas y otras vidas en una evaluacio?n con motivo de los 25 a?os del programa VOLPA financiada por la Agencia Extreme?a de Cooperaci¨®n (AEXCID).
Por eso, por la autoridad que tienen esos testimonios y esas vidas que se comparten, las organizaciones seguimos fomentando una vi?a que se ha destacado como cauce ido?neo para las dos dimensiones que fomenta la cooperacio?n, tanto en el servicio y aporte que realizan en terreno, y porque es una escuela de ciudadani?a global. Porque en un mundo donde las fronteras y los muros dibujan confines, en tiempos donde buscan acomodo discursos xeno?fobos, estas experiencias de vida construyen vi?nculos y puentes persistentes. Estamos aqui? levantando nuestras manos para que nos vean. Aqui? abajo, en la parte invisible de la cooperacio?n. Necesitamos que nos vean, no somos para el verano como aquellas bicicletas de Fern¨¢n G¨®mez, somos para todo el a?o, somos para toda la vida.
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