Del ba?ador rojo al chaleco amarillo: c¨®mo Pamela Anderson revent¨® nuestros peores prejuicios
La conocimos como la rubia explosiva de 'Los vigilantes de la playa', pero hoy es m¨¢s reconocida por su activismo en favor de varias causas, su implicaci¨®n pol¨ªtica y su amistad con Julian Assange
?C¨®mo pas¨® Pamela Anderson (British Columbia, Canad¨¢, 1967) de s¨ªmbolo sexual intergeneracional a s¨ªmbolo pol¨ªtico y diplom¨¢tico? No, preg¨²ntese usted lo contrario: ?c¨®mo pas¨® de s¨ªmbolo pol¨ªtico a s¨ªmbolo sexual? Porque antes de que Pamela supiese ni siquiera andar, seg¨²n varias biograf¨ªas, la reci¨¦n nacida Pamela Denise se convirti¨® en uno de los primeros beb¨¦s nacidos en Canad¨¢ en el centenario de la naci¨®n, lo cual le vali¨® el t¨ªtulo de ¡°beb¨¦ centenario¡±. Antes de aparecer en portadas de Playboy para alimentar el deseo de los estadounidenses, aquella ni?a hab¨ªa aparecido en peri¨®dicos para celebrar la independencia de los brit¨¢nicos.
Si Pamela triunf¨® fue porque en su narrativa siempre hubo una l¨ªnea argumental paralela a la de ser una pura fantas¨ªa. Pamela Anderson era una belleza explosiva, pero tambi¨¦n una criatura terrenal
El camino hacia el estrellato sigui¨® la senda de la pura casualidad. Cuando ten¨ªa 19 a?os y viv¨ªa en Vancouver (Canad¨¢), donde se ganaba la vida como camarera, acudi¨® a un partido de f¨²tbol llevando una camiseta con el logo de la marca de cerveza Labatt. Las c¨¢maras del estadio la captaron entre el p¨²blico y su imagen con la camiseta apareci¨® proyectada en las pantallas gigantes. El p¨²blico enmudeci¨® con la imagen. Los ejecutivos de la marca de cerveza, all¨ª presentes, tambi¨¦n. Y decidieron ofrecerle un contrato publicitario.
Lo que sigui¨® fue una carrera mete¨®rica: portada de Playboy en octubre de 1989, actriz secundaria de la telecomedia Un chapuzas en casa en 1991 y estrella absoluta de Los vigilantes de la playa en 1992. La serie, una de las m¨¢s exportadas y m¨¢s vistas de la historia de la televisi¨®n (se calcula que lleg¨® a tener una audiencia de 1.100 millones de espectadores semanales en 148 pa¨ªses), la convertir¨ªa en el gran s¨ªmbolo sexual de los noventa. Adem¨¢s, en uno cuya imagen era in¨¦dita para los medios generalistas: su cabello rubio oxigenado, sus curvas rotundas fabricadas a golpe de bistur¨ª y su rostro de rasgos lascivos (que chocaban con su voz y comportamiento dulce) los hab¨ªamos visto ¨²nicamente en el mundo del porno o en las p¨¢ginas de revistas para adultos. Pamela Anderson abri¨® las puertas a que ese f¨ªsico paradigm¨¢tico de la fantas¨ªa privada masculina saltase a la televisi¨®n para todos los p¨²blicos.
Su fama se ha mantenido m¨¢s o menos en todo lo alto desde entonces. Y especialmente su estatus como reclamo er¨®tico de los Estados Unidos de los noventa: nuevas actrices guapas y de formas insinuantes han llegado y han desaparecido, pero Pamela siempre ha seguido presente en el imaginario colectivo. Buena prueba de ello es que, aunque tras su marcha de Los vigilantes de la playa, los productores intentaron el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa contratando a actrices m¨¢s voluptuosas y bellas tambi¨¦n salidas de las p¨¢ginas de Playboy: ninguna consigui¨® acercarse a Pamela. ?Acaso recuerda hoy el espectador medio a Gene Lee Colin, Donna D¡¯Errico, Tracy Bingham, Carmen Electra o Brooke Burns, todas llamadas a ser "la nueva Pamela"?
Si Pamela triunf¨® fue porque en su narrativa siempre hubo una l¨ªnea argumental paralela a la de ser una pura fantas¨ªa. Pamela Anderson era una belleza explosiva, pero tambi¨¦n una criatura terrenal. Cuando se cas¨® con Tommy Lee (bater¨ªa del grupo de rock M?tley Cr¨¹e) luciendo un bikini min¨²sculo en 1995, pas¨® a formar parte de la realeza del rock. Cuando en 2002 anunci¨® que padec¨ªa Hepatitis C y habl¨® de ello con naturalidad en varios medios tambi¨¦n se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la lucha contra la enfermedad. A la vez, durante toda su carrera hizo gala y lucha de su vegetarianismo (posteriormente veganismo) y se convirti¨® en una de las embajadoras m¨¢s c¨¦lebres de la asociaci¨®n PETA (siglas en ingl¨¦s de ¡°gente en defensa del tratamiento ¨¦tico a los animales¡±). Tambi¨¦n cre¨® su propia asociaci¨®n en defensa del medioambiente y los animales, The Pamela Anderson Foundation, hoy convertida tambi¨¦n en una bit¨¢cora donde habla de lo que ocurre en el mundo.
Ella resumi¨® todo esto que acaba de leer mejor que nadie: ¡°El activismo es sexi¡±.
Pero en 2014 un giro del destino le dio a Pamela el papel m¨¢s importante de toda su carrera. Su amiga la m¨ªtica dise?adora Vivienne Westwood le present¨® a Julian Assange, un personaje que Pamela admiraba y al que hab¨ªa llegado a incluir en algunos de los poemas que escrib¨ªa como poeta aficionada. Julian haba le¨ªdo ese poema (Pamela confiesa que a¨²n no sabe c¨®mo) y mostr¨® ante Vivienne su inter¨¦s en conocerla.
Julian Assange llevaba por aquel entonces dos a?os (desde 2012) viviendo en la embajada ecuatoriana de Londres. Pese a que las acusaciones de abuso sexual que pend¨ªan sobre ¨¦l en Suecia hoy han sido cerradas, existe todav¨ªa una orden de detenci¨®n por parte de la polic¨ªa brit¨¢nica (por no haberse presentado ante la corte de Westminster cuando fue citado en junio de 2012) que lo retiene all¨ª.
Desde el primer encuentro entre Assange y Anderson en 2014, el pirata inform¨¢tico y la actriz y playmate se hicieron buenos amigos. Desde entonces, el mundo empez¨® a ver a Anderson de otra manera: apoyando al tipo que (para algunos) hab¨ªa puesto en jaque la seguridad de su pa¨ªs. Ella, firme en sus convicciones, como si oyese llover. ¡°Julian Assange es uno de mis mejores amigos, cada vez que estoy en Londres lo visito¡±, revel¨® durante una entrevista a la edici¨®n espa?ola de Vanity Fair. ¡°Creo que es uno de los l¨ªderes del mundo moderno, al fin y al cabo la informaci¨®n es lo m¨¢s valioso que tenemos¡±. Pamela lleg¨® a pedir a Kanye West, amigo personal del presidente estadounidense Donald Trump, que hablase con ¨¦l para iniciar un proceso de indulto para Assange.
¡°Pamela Anderson tiene una visi¨®n mucho m¨¢s sustanciosa de lo que est¨¢ ocurriendo en Francia que el Wall Street Journal¡±, ha escrito la economista y periodista Kate Aronoff
Las im¨¢genes de Pamela Anderson entrando y saliendo de la embajada ecuatoriana durante sus visitas a Londres para llevar comida (vegana) a su amigo Julian despertaron, en principio, sorna entre los m¨¢s esc¨¦pticos. Pero hoy provocan ternura y fascinaci¨®n. A ella la legitimaron como una figura que pod¨ªa empezar a ir a programas informativos a hablar de todas las causas que defend¨ªa, sin que sus ideales pol¨ªticos se finiquitasen en una o dos preguntas r¨¢pidas al final de entrevistas centradas en su vida privada y en su f¨ªsico. De hecho, sus entrevistas este a?o ya son estrictamente sobre pol¨ªtica y causas sociales (como esta publicada en The Daily Beast). Y en Reino Unido comparti¨® plat¨®, el pasado junio, con el l¨ªder del partido laborista brit¨¢nico, Jeremy Corbyn.
Pamela vive desde 2017 en Francia, donde ha iniciado una relaci¨®n con el futbolista Adil Rami, actualmente defensa central del Olympique de Marsella. Era poco probable que cuando Francia vive uno de sus momentos m¨¢s convulsos con el movimiento de los chalecos amarillos ella se mantuviese en silencio. Una serie de tuits en los que analizaba el problema y defend¨ªa a los manifestantes callejeros, cargando contra las ¨¦lites de Francia, atrajeron tantos aplausos como cr¨ªticas.
I despise violence...but what is the violence of all these people and burned luxurious cars, compared to the structural violence of the French -and global - elites?
— Pamela Anderson (@pamfoundation) December 3, 2018
Ella decidi¨® explicarse en un texto m¨¢s largo publicado en la web oficial de su fundaci¨®n: ¡°Soy una pacifista comprometida. Desprecio la violencia. Pero tambi¨¦n s¨¦ que cuando las protestas terminan en violencia es, casi siempre, fracaso y culpa del estado. El fracaso del estado al hacer que la gente se sienta escuchada¡±.
Por supuesto, el movimiento no ha tardado en tomar a Pamela como una de sus embajadoras, una nueva Marianne para el siglo XXI llegada de Canad¨¢
— Pamela Anderson (@pamfoundation) December 7, 2018
No es la ¨²nica causa que defiende. En su misma bit¨¢cora en su web oficial podemos ver textos que ha escrito a favor de la libertad de expresi¨®n, traducciones de entrevistas publicadas en la prensa italiana donde carga contra Salvini, en contra del Brexit. Y un vistazo a su muro de Twitter deja claro que Pamela tiene un ojo puesto en casi todos los conflictos europeos: por aqu¨ª Macron, m¨¢s all¨¢ Merkel, despu¨¦s Bernie Sanders¡ ¡°Pamela Anderson tiene una visi¨®n mucho m¨¢s sustanciosa de lo que est¨¢ ocurriendo en Francia que el Wall Street Journal¡±, escribi¨® la economista y periodista Kate Aronoff en Twitter.?
Si Pamela rompe esquemas no es tanto por apoyar a uno u otro, sino por mojarse y acabar con el t¨®pico de que una mujer atractiva que se ha hecho famosa por ense?ar carne est¨¢ hecha para la alegr¨ªa de la vista y no para la estimulaci¨®n de nuestras ideas pol¨ªticas y sociales. Lo m¨¢s llamativo (y digno de aplauso) es que no ha considerado necesario acabar con esa imagen de bomba sexual para tomar este nuevo camino. Pamela combina, en la televisi¨®n brit¨¢nica y en la mejor tradici¨®n de Cicciolina, un atrevido escote con el debate abierto con un l¨ªder laborista.
Adem¨¢s, tampoco deja de lado su existencia como celebridad multimedia. Mientras protesta en Twitter y trabaja en su fundaci¨®n, participa en la versi¨®n francesa de Bailando con las estrellas (qued¨® en quinto lugar el pasado noviembre). En enero de 2016, cuando su activismo pol¨ªtico ya era conocido y llevaba dos a?os alternando con Assange, ocup¨® su ¨²ltima portada (?la n¨²mero catorce!) en Playboy. Se trataba del ¨²ltimo n¨²mero que iba a incluir mujeres completamente desnudas (una decisi¨®n editorial que despu¨¦s se revoc¨®). Ten¨ªa sentido que fuese Pamela, por mucho que de ella ya lo hubi¨¦semos visto todo.
Sobre todo porque su sonrisa agresiva en aquella portada, vista ahora, deja claro el mensaje que nos quer¨ªa lanzar: "Todav¨ªa no hab¨¦is visto nada".
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