La receta fallida de Macron
Como en la cocina, en pol¨ªtica son cruciales los ingredientes, los tiempos y la temperatura
Como en la cocina, en pol¨ªtica son cruciales los ingredientes, los tiempos y la temperatura. A Emmanuel Macron, cuyo plato favorito confeso es el escalope (casi un pecado en el pa¨ªs del culto a la gastronom¨ªa), le han fallado las tres cosas. Para empezar, ha mostrado poco conocimiento de los ingredientes. Francia es un pa¨ªs heterog¨¦neo, lleno de elementos que el presidente parece no entender. Se ha guiado por un recetario incompleto, que apuntaba la divisi¨®n del centro y la periferia, y que no le ha servido para diagnosticar lo que ocurre.
El drama que hoy vive Francia empez¨® hace tres semanas como una protesta de la clase media empobrecida, de pueblos y ciudades peque?as, por el anuncio de que iban a subir los combustibles. Se les fueron sumando centenares de personas con aspiraciones rotas y un poder adquisitivo menguante. El chaleco amarillo es lo ¨²nico que les une: son un totum revolutum de estudiantes, camioneros, agricultores, aut¨®nomos, de izquierdas, de derechas, desafectados, pac¨ªficos, violentos¡ Y la rabia de estos ¨²ltimos, nunca vista desde el 68, ha puesto al Gobierno contra la pared.
Macron ha ido, adem¨¢s, a rebufo, subestimando las protestas primero, y neg¨¢ndose a claudicar hasta que se ha visto obligado hacerlo. Ya no subir¨¢ los precios de los carburantes. Tampoco el gas ni la electricidad. Pero para los manifestantes eso ya no basta. Sienten que sus primeras reclamaciones se han quedado cortas. No quieren ¡°migas¡± ni ¡°cacahuetes¡±, han dicho. Notan que su presidente, que se cree habitualmente en posesi¨®n de la raz¨®n y a quien siempre le han reprochado cierta desconexi¨®n con la ciudadan¨ªa, est¨¢ asustado y pedaleando hacia atr¨¢s.
Por ¨²ltimo, el jefe del Estado franc¨¦s pensaba que estaba revolucionando la pol¨ªtica y que la revoluci¨®n se detendr¨ªa ah¨ª. Al gobernar con mayor¨ªa absoluta, no sent¨ªa la fiebre fuera del El¨ªseo. Ahora, la oposici¨®n que no tiene en el Parlamento le ha salido en la calle, pero no tiene una sola voz con la que dialogar, sino un sentimiento inconexo de rechazo y revancha, y con eso no se puede negociar. De momento, el miedo a m¨¢s incidentes le ha hecho renunciar a su estrategia. Ha aplazado el trago duro de explicarle a los franceses el precio de una transici¨®n ecol¨®gica con la que se han comprometido como pa¨ªs. Pero ¨¦l ha hecho del reformismo su marca personal. ?C¨®mo va a meterse en temas mollares como las pensiones o el seguro de paro?
Mientras, la UE mira con inquietud a una Francia a la defensiva, insegura, inestable. Un r¨ªo donde quiere pescar la extrema derecha.
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