Un plan limitado
Para aumentar el empleo juvenil es necesario actuar en formaci¨®n, pero tambi¨¦n con cambios legales
El plan de empleo juvenil aprobado el viernes pasado por el Consejo de Ministros parte de un objetivo ambicioso, que es el de reducir en 10 puntos la tasa de paro juvenil. A la vista de su contenido, es muy l¨ªcito dudar de que los medios aplicados para conseguirlo vayan a ser eficaces. La buena noticia es que el Gobierno es consciente de que el desempleo juvenil es uno de los m¨¢s elevados de Europa, lo cual plantea una situaci¨®n social insostenible; y que en Espa?a la tasa de paro entre los j¨®venes triplica la tasa general de desempleo. Las consecuencias de esta disfunci¨®n son emigraci¨®n del talento m¨¢s joven, subempleo entre los que deciden quedarse y frustraci¨®n entre los padres, que observan c¨®mo los esfuerzos gastados en la formaci¨®n de sus hijos cae en saco roto. Esta es una brecha social que debe ser cerrada con urgencia.
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El plan del Gobierno pone sobre la mesa 2.000 millones para invertir en los pr¨®ximos tres a?os y un detalle importante que no conviene minusvalorar: un acuerdo t¨¢cito con empresas y sindicatos para aplicar el plan. La mayor parte de ese dinero se utilizar¨¢ en formaci¨®n, una decisi¨®n correcta, pero que no atiende a todas las ramificaciones de la ocupaci¨®n juvenil. La contrataci¨®n de 3.000 orientadores, encargados de guiar a los parados menores de 25 a?os por los vericuetos de las ofertas de empleo, responde a la misma calificaci¨®n: es acertada, pero por s¨ª sola no basta. En conclusi¨®n, una vez m¨¢s las intenciones son buenas, las decisiones son correctas, pero los recursos parecen o insuficientes o parciales. La distancia entre objetivos y medios en este plan parece excesiva.
No se trata solo, aunque tambi¨¦n, de que esos 2.000 millones hayan sido reba?ados con prisa de otros programas vigentes y de que el dinero nuevo sea m¨¢s bien escaso. En tiempos de ajuste presupuestario ser¨ªa una ilusi¨®n pretender recursos abundantes. Para subir el empleo juvenil es necesario, adem¨¢s de aumentar la formaci¨®n, casar con m¨¢s eficacia la oferta con la demanda y persistir en la inversi¨®n durante al menos cinco a?os, acabar de la forma m¨¢s expeditiva posible con las pr¨¢cticas que convierten a un joven en becario eterno, sujeto a condiciones contractuales abusivas, en un marco organizativo que se salta las categor¨ªas laborales y olvida por sistema el principio de que los puestos de trabajo fijos deben ser cubiertos con contratos fijos. Los incentivos a la contrataci¨®n de j¨®venes tienen que acompa?arse con un cumplimiento estricto de las normas laborales, una casu¨ªstica detallada sobre los plazos en los que un contrato temporal se convierte en estable y una inversi¨®n sustancial en aumentar las inspecciones laborales.
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