Coche el¨¦ctrico... para la ciudad

Nunca se insistir¨¢ lo suficiente en que una pol¨ªtica p¨²blica, sea cual sea su naturaleza, no consiste solo en marcar unos objetivos, sino tambi¨¦n en definir cu¨¢les son los instrumentos que se aplicar¨¢n para conseguirlos, cu¨¢nto cuesta, a qui¨¦n beneficia, a qui¨¦n perjudica y qui¨¦n la paga. Esa pol¨ªtica es plenamente democr¨¢tica si est¨¢ aprobada en un Parlamento y se somete a un seguimiento para determinar su cumplimiento y su eficacia. De ah¨ª que la propuesta de objetivos de transici¨®n energ¨¦tica de la ministra Rivera no es una pol¨ªtica energ¨¦tica; es, quiz¨¢, una indicaci¨®n de las aspiraciones del Gobierno actual, siguiendo la estela europea, para los pr¨®ximos 30 a?os. No nos aclara c¨®mo hay que hacer lo que sin duda es conveniente hacer.

Traigamos hacia el primer plano el objetivo m¨¢s espectacular de entre los propuestos, el de sustituir los autom¨®viles de combusti¨®n interna (gasolina, gas¨®leo) por coches el¨¦ctricos. Sin duda, el ministerio del ramo (Transici¨®n Ecol¨®gica) habr¨¢ ca¨ªdo en la cuenta de que la potencia el¨¦ctrica instalada en Espa?a ser¨ªa suficiente para suministrar electricidad a unos 6,5 millones de autom¨®viles el¨¦ctricos. Pero el parque automovil¨ªstico actual supera los 28 millones; de forma que en 2050 habr¨ªa que instalar potencia a?adida para cubrir la demanda de otros 22 millones de veh¨ªculos.

La capacidad de suministro actual es sostenible en el caso de una recarga lenta y para bater¨ªas con una autonom¨ªa de entre 150 y 160 kil¨®metros. La recarga lenta implica enchufado nocturno al menos durante siete horas. Pero si la recarga es r¨¢pida (20 minutos) y si se piensa en autom¨®viles con una autonom¨ªa de entre 300 y 400 kil¨®metros, las exigencias de potencia instalada se multiplican, igual que las inversiones en peajes y en redes capilares de distribuci¨®n, es decir, un encarecimiento notable del recibo de la luz. ?No ser¨ªa m¨¢s ¨²til reorientar el uso del coche el¨¦ctrico hacia el transporte urbano?

Los responsables actuales y futuros de la transici¨®n ecol¨®gica deben estar advertidos de que una conversi¨®n del motor de explosi¨®n en el¨¦ctrico implica un cambio profundo en los usos y costumbres de la movilidad actual; que ese cambio significa una renuncia, desde los par¨¢metros tecnol¨®gicos conocidos hoy, a la autonom¨ªa casi total del transporte privado; y que esa renuncia no tiene hoy consenso social.