C¨®mo ordenar tu casa como si fueras a morir
Se llama 'd?st?dning', se resume en seis pasos y no solo es todo un detalle para quienes te sobrevivir¨¢n, sino que es la ¨²nica manera de preservar tu intimidad. Si no que se lo digan a Sarah Baddiel
Ya se sabe que los n¨®rdicos lo hacen todo bien: ellos han exportado conceptos como el hygge o lagom, que son como nuestro "sof¨¢, peli y mantita", pero con chimenea y vistas a un lago helado. En Suecia la gente tambi¨¦n se muere igual que en todas partes, pero sin dejar de atender cierto protocolo. Se llama d?st?dning, un acr¨®nimo de dos palabras que significan "muerte" y "orden, limpieza". Eso es lo que propugna: someter nuestro hogar a una criba profunda como favor hacia quienes nos van a sobrevivir.
Es?tambi¨¦n la ¨²nica manera de preservar nuestra intimidad. De haberse popularizado a tiempo, se podr¨ªa haber evitado ¡ªy los que a¨²n vivimos nos habr¨ªamos perdido¡ª m¨¢s de un cap¨ªtulo p¨®stumo cuyos protagonistas habr¨ªan preferido dejar enterrado bajo llave. Hace en las v¨ªsperas de Navidad cuatro a?os, la escritora Sarah Baddiel muri¨® dejando en su casa de Londres una enorme colecci¨®n de material relacionado con el golf que hab¨ªa ido reuniendo a lo largo de los a?os para impresionar a su amante. Entre sus cosas, su hijo David Baddiel, conocido c¨®mico ingl¨¦s, tambi¨¦n encontr¨® unos poemas er¨®ticos que su madre hab¨ªa escrito para su compa?ero sexual.
Aqu¨ª un verso que Baddiel seguramente habr¨ªa deseado tirar antes de irse, y que David decidi¨® airear en My Family: Not the Sitcom, el espect¨¢culo c¨®mico con el que lavaba en p¨²blico los trapos familiares: "Estoy deseando que vengas hoy que estaremos completamente solos para ser libres de amar siempre / Y dejar¨¦ que mordisquees mi cl¨ªtoris mientras devoras las costillas".
S¨ª, en lo tocante a tener la casa ordenada hay varios niveles. Est¨¢ desde quien organiza las camisas por colores hasta quien padece un avanzado estado de Di¨®genes; cada uno es libre de elegir su propio grado de desorden. Pero la acumulaci¨®n de objetos in¨²tiles ¡ªpapelajos, ropa de hace 15 temporadas, obsequios defenestrados, la colecci¨®n de cromos de la Liga 1987-1988 y el trofeo de mus de la facultad¡ª supone un marr¨®n para los que quedan, y quiz¨¢ tambi¨¦n un da?o irreparable para la reputaci¨®n del difunto.
Una octogenaria sueca llamada Margareta Magnusson ha publicado un libro sobre el tema, El arte sueco de ordenar antes de morir (Reservoir Books, 2018), donde da pautas para superar el trance con plena salud. Despu¨¦s de desprenderse de los objetos de sus padres y de su marido fallecidos, la se?ora Magnusson termin¨® harta, y ahora es firme defensora del d?st?dning, o sea, de que cada uno se ocupe de sus cositas mientras pueda.
Hacerlo varias veces en la vida, querido lector a¨²n en los 40 que esperas postergar tu ¨®bito lo m¨¢s posible, tambi¨¦n te hace m¨¢s feliz. Contactamos con la se?ora Magnusson, quien habla de la muerte con la frialdad de Stieg Larsson, en su casa de la costa oeste de Suecia: "Si sabes d¨®nde guardas tus pertenencias no tendr¨¢s que buscarlas cuando las necesites. Eso evitar¨¢ que te irrites".
No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el desorden es fuente de conflictos. Desplazarse en una casa atiborrada de enseres ¡ªmuchos, inservibles¡ª es inc¨®modo. Cuando te gustar¨ªa invitar a los amigos a cenar pero no puedes porque la mesa del comedor soporta m¨¢s enseres que un puesto de El Rastro, te sientes triste y frustrado. Cuando tu pareja te dice que necesita el libro de familia y (?mierda!) no lo encuentras, se masca la tragedia. En un hogar que alberga solo lo estrictamente necesario, esas situaciones no se dan. Te las ahorras, y por tanto, eres m¨¢s feliz; o menos infeliz, si quieres verlo as¨ª.
Lo cual encierra una curiosa paradoja: ?c¨®mo es posible, entonces, que IKEA, el para¨ªso del "orden en casa", sea un probado desestabilizador de parejas? No hay respuesta para eso, pero algo lleva a pensar que los suecos tienen alguna extra?a obsesi¨®n con que cada cosa est¨¦ en su sitio (o que cada cosa 'tenga' un sitio). "Quiz¨¢s IKEA nos ayud¨® con eso. Basta con mirar de qu¨¦ manera inteligente y atractiva decoran, por ejemplo, una cocina. Por otra parte, no creo que sea espec¨ªficamente sueco tener algo de orden en tu hogar", dice Margareta Magnusson.
Seis pasos para deshacerte de lo superfluo, proteger secretos y encontrar el resto
Por todo lo cual, parece sensato afirmar que no hay que esperar al oto?o de nuestros d¨ªas (como dir¨ªa Frank Sinatra) para hacer algo con las cosas de casa. Ahora bien, no sabemos si hay que hacerlo una vez cada d¨¦cada o cu¨¢ndo, y se lo preguntamos a la se?ora Magnusson, que es quien sabe del tema: "Yo dir¨ªa que cada vez que te encuentres con cosas que no te gustan o no usas. Deshazte de ellas. No necesitas tener una edad especial para eso. Es solo un buen h¨¢bito que hay que conseguir".
"?No hay prisa!", a?ade. "Los ni?os y el trabajo y muchas otras cosas, como las vacaciones, son demasiado importantes como para descuidarlas. Tendremos tiempo para todo, pero es bueno no acumular demasiado en el camino". En su libro, enumera varios consejos para vaciar nuestras estancias de sobras y llenar nuestras vidas ¡ªy nuestros pisos¡ª de paz y armon¨ªa, de los cuales hemos extra¨ªdo los siguientes:
1. Pasa tiempo con los objetos antes de tirarlos. Esto, a priori, parece una paradoja, puesto que podr¨ªa hacer la despedida m¨¢s dif¨ªcil, al hacernos m¨¢s conscientes del amor que sentimos por ellos. Pero la se?ora Magnusson cree que hay que hacerlo en cualquier caso y se basa en su propia experiencia: "Me divert¨ª mucho revisando mis pertenencias, recordando sus historias. Si no recordaba por qu¨¦ las guardaba, era f¨¢cil deshacerme de ellas. Si quer¨ªa regalar algo, era bueno que el objeto tuviera una historia".
2. Empieza por el s¨®tano, el desv¨¢n y el armario del recibidor. Estas zonas inh¨®spitas suelen acabar siendo, con los a?os, el destino de las pertenencias que menos necesitamos. Son, dig¨¢moslo as¨ª, ¨¢reas naturales de almacenaje. "Puede que encuentres una casa de mu?ecas o unos palos de hockey", escribe Magnusson en su libro. "En su mayor¨ªa, cosas que ya no te hacen ninguna falta". Vac¨ªalos y los tendr¨¢s de nuevo a tu disposici¨®n para poder despejar las estancias visibles y trasladar all¨ª otros objetos que llevas a?os sin usar.
3. Lo primero, la ropa. Los libros, los discos, las figuritas de Lladr¨®¡ no tienen una clara fecha de caducidad. La ropa, s¨ª. La moda cambia, tu talla cambia. La mayor¨ªa de las prendas se desgasta con el paso del tiempo. A los jers¨¦is les salen pelotilllas y los pantalones de pana pierden su relieve. Lo mires como lo mires, deshacerse de prendas de vestir viejunas es un primer paso ideal, que no solo te brindar¨¢ m¨¢s espacio en casa sino que te meter¨¢ en el cuerpo el gusanillo de tirar.
4. Mejor con ayuda. La se?ora Magnusson opina que est¨¢ muy bien invitar a familiares o amigos a una birra (bueno, eso no lo dice ella, lo decimos nosotros; pon aqu¨ª la bebida a tu elecci¨®n) mientras estamos en pleno proceso de depuraci¨®n. ?Por qu¨¦? Pues porque en el peor de los casos nos van a ayudar a decidir si ese juego de t¨¦ debe quedarse o no, y en el mejor de los casos se lo llevar¨¢n puesto. Ella va incluso m¨¢s lejos y sugiere invitar a alguien que no sea de nuestro c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo: "Alguien que no sea de la familia y que no tenga un v¨ªnculo sentimental con los objetos de los que quieres desprenderte". Es lo que ella denomina "una segunda opini¨®n".
5. Endosa tus posesiones siempre que puedas. La autora del libro no se anda con rodeos: "Si te invitan a comer, no le compres a tu anfitri¨®n o anfitriona flores o un regalo: dale una de tus pertenencias". Este consejo es buen¨ªsimo, porque matas dos p¨¢jaros de un tiro: evitas gastarte 20 euros en un detalle y contribuyes a dejar tu casa limpia de excedentes. Que le guste o no ya es problema de la otra persona; si lo detesta, que lo incluya en su propio d?st?dning.
6. Agrupa cartas de amor, programas de conciertos¡ en una caja que ponga: "Cosas para tirar". Aqu¨ª la experta no te pide que tires nada. Solo que almacenes recuerdos muy especiales en una caja donde, por un lado, los tengas controlados, y por otro, indique a quien lo encuentre qu¨¦ hacer con ellos en caso de defunci¨®n. Dado que son efectos personales cargados de significado solo para ti, no tienen valor para nadie m¨¢s. As¨ª te aseguras que nadie se pondr¨¢ a fisgar. "Cuando me haya ido, esa caja puede ser destruida", sentencia Magnusson tan ricamente.
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