Las dos cosas fundamentales que debe tener una casa, seg¨²n Truman Capote
Y una lecci¨®n que todos tendr¨ªamos que aprender de los hogares ajenos
En uno de mis cuentos favoritos, El invitado del d¨ªa de acci¨®n de gracias, Truman Capote deja caer, dir¨ªa que apenas sin darse cuenta, dos cosas fundamentales que debe tener una casa. Primero algo bonito. Lo que sea, pero precioso. En el cuento es un mantel de lino blanco: "Puede llegar el d¨ªa en que todo lo que podamos ofrecer sea agua del pozo, pero al menos podremos servirla en una mesa cubierta con lino puro".
Lo segundo esencial es que la casa tenga rincones. Buddy, el ni?o protagonista del relato, autobiogr¨¢fico, llama a su escondite La isla: "Un lugar al que acud¨ªa cuando me sent¨ªa triste o inexplicablemente entusiasmado o cuando quer¨ªa pensar en mis cosas". En muchos pisos contempor¨¢neos esa isla solo cabe en un cuarto de ba?o. En la casona de Alabama en la que el peque?o Persons ¡ªtodav¨ªa no era Capote¡ª pas¨® su infancia en compa?¨ªa de su amiga, la anciana Miss Sook, La isla tambi¨¦n estaba en el ba?o.
A Capote le pas¨® como a muchos: tuvo que crecer para darse cuenta de que cocinando pan de ma¨ªz y desayunando ardilla frita hab¨ªa sido feliz. Tambi¨¦n teniendo por amiga a la menos espabilada de la familia de tres hermanas con las que creci¨®. Las mismas que antes hab¨ªan adoptado a su madre, Lillie, hasta que esta, con 16 a?os "y el tipo de belleza que vemos en los concursos de belleza infantil", se cas¨® con su padre. Con el beb¨¦ a cuestas, y 18 a?os, Lillie fue a la universidad, y cuando termin¨® de estudiar se divorci¨®. As¨ª es que, antes de conocer al se?or Capote ¡ªun comerciante cubano del que Truman heredar¨ªa el apellido¡ª, envi¨® al futuro escritor a Alabama, a la casa de las tres viejas que la hab¨ªan criado. Hasta los ocho a?os Truman creci¨® entre peleas de almohadas con la anciana Miss Sook.
Aunque no est¨¦ expresado en este cuento ¡ªcuya moraleja es que dos cosas malas no hacen una buena¡ª, el tercer asunto fundamental para una casa queda impl¨ªcito en la historia. Descubrirlo no parece dif¨ªcil. Tampoco resulta f¨¢cil. La tercera clave que mide la bondad de una casa consiste en salir de ella. Y en ese punto, en la salida, es donde tengo algo que proponer.
Llevo a?os pensando que los espa?oles necesitamos un Erasmus estatal para adolescentes. Podemos darle un nombre patrio ¡ªMar¨ªa Zambrano, Rosal¨ªa de Castro, Fortunata o Jacinta¡ª, pero visto que los adolescentes no van a leer a Gald¨®s para darse cuenta de que los mezquinos, los aduladores, y tambi¨¦n los valientes, lo son al margen de la provincia en la que nazcan, puede que haya llegado el momento de que aprendan tanto conviviendo con una familia nacional como con una familia inglesa.
Dado que somos un pa¨ªs de intensos, no necesitar¨ªamos ni seis meses para observar lo mejor y lo peor de cada casa: la diferencia entre el recibimiento y la convivencia cotidiana, el orden y la distribuci¨®n de tareas, la gastronom¨ªa y la log¨ªstica, la limpieza y la obsesi¨®n por la limpieza. Ver¨ªamos tambi¨¦n lo que tienen, o dejan de tener, los dem¨¢s. A qu¨¦ dedican sus horas. Con cu¨¢nta luz leen. O si leen. Puede que aprendi¨¦ramos temprano a hacer una paella, pulpo a feira o a hacernos la cama. En todo hay niveles.
Algunos j¨®venes llegar¨ªan a fijarse m¨¢s en el juego que en las camisetas. Si eso sucediera, la salud personal y la exigencia con los pol¨ªticos madurar¨ªan. Los muy radicales aprender¨ªan, por lo menos, a ver c¨®mo funciona el mundo cuando uno se rodea de gente que no es como uno. De todo lo que vieran algo les iba a hacer pensar. Lo mismo suceder¨ªa con las casas. Los ricos aprender¨ªan de lo poco. Y puede que de lo cercano. Los pobres, de la abundancia. O de la taca?er¨ªa. Habr¨ªa sorpresas. Para eso se har¨ªa el Erasmus nacional, para sorprenderse.
Bruce Chatwin escribi¨® sobre la claustrofobia de algunas personas que nunca dejan la casa en la que han nacido y "viven una relaci¨®n circular donde no puede suceder nada". Por eso una vivienda con rincones, algo bonito y la puerta abierta tiene lo fundamental para convertirse en una gran casa.
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