Aznar, el eslab¨®n perdido
El expresidente del Gobierno hace de puente entre el PP y Vox abusando de su influencia en Casado
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha decidido extralimitarse para blanquear a Vox y erigirse ¨¦l mismo en el eslab¨®n que ensortija la derecha convencional (el PP) y la extrema derecha. Es el hueco que han ocupado las siglas y las ideas de FAES como argamasa preparatoria de una coalici¨®n heterog¨¦nea que aspira a evacuar del poder el pacto de las izquierdas con el soberanismo.
Es verdad que Casado se reconoci¨® en el linaje del aznarismo. Y es cierto que el expresidente del Gobierno se ha otorgado a s¨ª mismo el poder de estimular las derechas, pero se dir¨ªa que Aznar est¨¢ exagerando las ambiciones de la colonizaci¨®n. Lo demuestra el despliegue de sus hombres de confianza en el c¨ªrculo m¨¢s estrecho de Casado. Tanto Pablo Hisp¨¢n como Fern¨¢ndez Lasquetty se han incorporado al puente de mando de G¨¦nova como una prolongaci¨®n del aznarismo. Proceden de la ortodoxia de FAES. Formalizan la doctrina del liberalismo econ¨®mico, de la unidad territorial, del ¨¦nfasis patri¨®tico, de la reivindicaci¨®n identitaria ¡ª¡°nuestros valores, nuestras costumbres¡±¡ª y del recelo emocional a la inmigraci¨®n irregular.
La estrategia permite al PP recuperar terreno en el caladero de Vox, pero impresiona la naturalidad con que Aznar condesciende con la extrema derecha. Ni siquiera cuestiona el trastorno de la Constituci¨®n que implica el programa del partido de Abascal. Le parece a Aznar que Vox plantea debates estructurales no subversivos sino leg¨ªtimos, incluida la f¨®rmula jacobina que descompondr¨ªa el Estado de las autonom¨ªas devolviendo a Madrid el centro de gravedad.
Resulta contradictorio que Pablo Casado se encomiende a la figura momificada de Aznar al tiempo que representa la pedagog¨ªa del relevo generacional y de la regeneraci¨®n. El rechazo al marianismo y la abulia que le atribu¨ªan sus adversarios no deber¨ªa exigirle un ejercicio retrospectivo que tanto idealiza a Aznar como subestima sus peligros.
El primer riesgo consiste en los casos de corrupci¨®n pendientes de dirimirse en los tribunales. No va a sentarse Aznar en el banquillo, pero los procesos cruciales ¡ªG¨¹rtel, B¨¢rcenas¡ª conciernen a su ¨¦poca, cuestionan su ¡°ignorancia¡± y amenazan a Casado con un aquelarre de los fantasmas del pasado.
Y el segundo problema es la incongruencia de Aznar. La elocuencia y contundencia con que reclama medidas coercitivas en Catalu?a y la beligerancia contra el soberanismo parecen hacerle olvidar que el ¡°monstruo¡± del independentismo no hubiera crecido tanto sin la dieta proteica que ¨¦l mismo le administr¨®, naturalmente para conservar y preservar la mayor¨ªa parlamentaria.
Aznar necesita a Casado m¨¢s de lo que Casado necesita a Aznar. No le hace falta al l¨ªder vigente del PP recurrir a un espectro extempor¨¢neo para borrar el marianismo. Rajoy supo perder y retirarse. Aznar no acepta su lugar en el Museo de Cera.
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