El pene de Dios
Confundir periodismo y entretenimiento puede ayudar a proteger criminales y producir v¨ªctimas
?Crees en milagros? Ese era el t¨ªtulo de un programa de Oprah Winfrey sobre Jo?o de Deus, el m¨¦dium brasile?o m¨¢s famoso. En 2012, la presentadora de televisi¨®n fue a Abadi?nia, la peque?a ciudad dominada por el centro de cura, y presenci¨® una operaci¨®n espiritual. ¡°Empezaron a brotarme l¨¢grimas de gratitud. Tuve una incre¨ªble sensaci¨®n de paz¡±, comentar¨ªa. En los ¨²ltimos d¨ªas, m¨¢s de 300 mujeres de Brasil y otros pa¨ªses han acusado al m¨¦dium de abuso sexual. Oprah ha quitado las im¨¢genes de Internet. El santo se est¨¢ convirtiendo en monstruo.
Seg¨²n las mujeres que lo han denunciado, Jo?o de Deus afirmaba que hac¨ªa una ¡°limpieza espiritual¡±. Su pene ser¨ªa un instrumento de Dios y la violencia sexual, parte del ritual de cura. Mientras destru¨ªa el cuerpo y el esp¨ªritu de sus supuestas v¨ªctimas durante cuatro d¨¦cadas, Jo?o de Deus iba siendo santificado. Menos por la religi¨®n y m¨¢s por la prensa y la industria del entretenimiento. Si ya es dif¨ªcil para una mujer denunciar cualquier abuso cometido por un hombre, y que la escuchen, ?c¨®mo se?alar a un santo que aparece en televisi¨®n al lado de famosos?
Oprah no fue la ¨²nica en legitimar el supuesto poder curativo del m¨¦dium que asegura que incorpora al jesuita Ignacio de Loyola. Presidentes como Bill Clinton y Lula da Silva estuvieron con ¨¦l, al igual que decenas de famosos. Tambi¨¦n es obvio que Oprah no lo sab¨ªa y, en este sentido, tambi¨¦n es una v¨ªctima. Ella, que valientemente cont¨® que hab¨ªa sufrido abusos en la infancia, se ha convertido en una de las principales activistas contra la violencia sexual. Sin el Time¡¯s Up y el #MeToo, movimientos que apoya, quiz¨¢ las primeras mujeres que denunciaron a Jo?o de Deus en un programa de televisi¨®n no se habr¨ªan atrevido a exponer su dolor.
Pero es importante enfrentar la complejidad de la vida real. La pregunta que nos hace avanzar es c¨®mo un hombre puede haber violado a tantas mujeres durante tanto tiempo sin que nadie a su alrededor lo investigara. En 2008 se inici¨® una acci¨®n judicial por abuso sexual, pero se consider¨® que la v¨ªctima de 16 a?os era ¡°incapaz de distinguir la fantas¨ªa de la realidad¡±. El m¨¦dium se hizo todav¨ªa m¨¢s famoso en el decenio siguiente, con muchos reportajes y programas como el de Oprah.
La respuesta puede estar menos en la fe y m¨¢s en el mercado. Jo?o de Deus alimentaba la econom¨ªa de Abadi?nia, ofreci¨® im¨¢genes populares a pol¨ªticos, gener¨® audiencia a la industria del entretenimiento. A Oprah y a todos nos queda una lecci¨®n importante. El periodismo no se puede confundir con el entretenimiento, y viceversa. Si alguien cree en milagros, es una elecci¨®n personal. Quienes est¨¢n al servicio del p¨²blico deben priorizar los hechos. No hay santos ni monstruos. Solo humanos.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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