El loco cabar¨¦ de Jean-Paul Gaultier
El dise?ador franc¨¦s pone en escena su vida en una revista autobiogr¨¢fica que se representa con ¨¦xito en el Folies Berg¨¨re de Par¨ªs
A los 66 a?os, Jean-Paul Gaultier echa la vista atr¨¢s. Partidario del riesgo como motor vital, el dise?ador franc¨¦s se ha embarcado en la aventura menos previsible de las muchas que conforman su larga trayectoria: una revista inspirada en su propia vida que representa con gran ¨¦xito en el Folies Berg¨¨re de Par¨ªs, el m¨ªtico cabar¨¦ fundado en la rive droite en 1869, que Manet inmortaliz¨® en uno de sus cuadros y donde despu¨¦s triunfaron La Bella Otero, Charlie Chaplin o Maurice Chevalier. Este espect¨¢culo autobiogr¨¢fico, de dos horas y media, le permite repasar toda su trayectoria, recorriendo ¨¦xitos y fracasos desde su infancia hasta la actualidad. Lo hace a trav¨¦s de una serie de vi?etas tan coloridas y alocadas como sus vestidos.
¡°Escrib¨ª la obra visualmente, imaginando una sucesi¨®n de escenas que, m¨¢s que mi vida, relatan mi viaje en la moda, el otro lado del decorado. Igual que el forro de una chaqueta, suele ser tan bello como lo que se ve a primera vista¡±, sostiene el dise?ador. En principio, la obra deb¨ªa representarse durante solo dos meses, pero acaba de prorrogar sus funciones en Par¨ªs hasta el 10 de marzo. Despu¨¦s emprender¨¢ una gira internacional que podr¨ªa pasar por Espa?a en 2020.
Gaultier descubri¨® el Folies Berg¨¨re viendo la televisi¨®n con su adorada abuela cuando ten¨ªa solo nueve a?os. ¡°A partir de ese momento, insist¨ª en transformar a mi osito Nana en bailarina de revista. Con Fashion Freak Show he convertido en realidad mi sue?o infantil¡±, asegura. Precisamente, es ese viejo peluche el que sirve de primer narrador de la obra, de la que Gaultier firma el libreto y la dramaturgia. El modisto se ha rodeado de un equipo de lujo: cuenta con la colaboraci¨®n de c¨®mplices hist¨®ricas como Catherine Deneuve o Rossy de Palma, adem¨¢s de la directora Tonie Marshall, la core¨®grafa Marion Motin ¨Ccolaboradora de Christine and the Queens, fen¨®meno del pop franc¨¦s¨C y el guitarrista Nile Rodgers, del grupo Chic, que se hace cargo de la m¨²sica. En su cuerpo de baile tambi¨¦n figura el cubano L¨¢zaro Cuervo Costa, que interpreta un homenaje a Josephine Baker y su cintur¨®n de bananas, una de esas caricaturas de los tiempos coloniales que en Francia, a diferencia de Estados Unidos, no ha levantado pol¨¦mica.
La revista de Gaultier empieza durante su infancia, cuando toma conciencia de ser un ni?o distinto a los dem¨¢s, al que le interesa m¨¢s dibujar siluetas femeninas que perseguir un bal¨®n de f¨²tbol. Despu¨¦s recorre sus fiestas salvajes en Londres, que pasan por una escena inspirada en sus vivencias en los clubes sadomasoquistas, antes de adentrarse en la historia de amor con el hombre de su vida, que se vio truncada por la epidemia del sida. En su segunda mitad, el espect¨¢culo se transforma en un gran desfile de moda con acentos de competici¨®n de voguing, que recuerda algunos de los looks m¨¢s m¨ªticos firmados por Gaultier durante su ascenso a la gloria. Tampoco se olvida de recordar sus colaboraciones con Madonna, Kylie Minogue, Lady Gaga, Luc Besson, Peter Greenaway o Pedro Almod¨®var, para el que firm¨® el vestuario de Kika, La mala educaci¨®n y La piel que habito.
Desde su estreno, la obra suele terminar con el p¨²blico en pie, dedicando una ovaci¨®n a un protagonista ausente. Si los aut¨®ctonos caen rendidos tal vez sea porque les recuerda a un periodo especialmente a?orado en Francia, esos ochenta en que el pa¨ªs se transforma, la utop¨ªa del 68 se materializa parcialmente y surgen personajes tan ins¨®litos como Gaultier, partidario de una moda democr¨¢tica y de una transgresi¨®n digerible. Lo demuestra que la pr¨¢ctica totalidad de sus postulados, como la noci¨®n de hombre objeto, los sujetadores c¨®nicos o las prendas de sportswear convertidas en productos de lujo, han acabado siendo asimilados por la industria en la que trabaja. La iconoclastia es la norma. Y, como parece demostrar el ¨¦xito de esta peculiar revista, el antiguo enfant terrible se ha convertido en una figura de consenso.
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