Trump: el fin del principio
Pronto se ver¨¢ si el presidente de Estados Unidos es desafiado por alg¨²n precandidato dentro del Partido Republicano
Donald Trump est¨¢ acechado por las ca¨ªdas de la Bolsa y el miedo a una pronta recesi¨®n, el inminente informe del fiscal especial sobre la trama rusa, y la entrante mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes. Puede ser el fin del principio. Para que se convierta en el principio del fin, Trump deber¨ªa ser desafiado dentro del Partido Republicano con vistas a la elecci¨®n presidencial dentro de dos a?os.
A pesar del nerviosismo en momentos como el actual, en la pol¨ªtica americana hay normas de comportamiento electoral que se cumplen con gran regularidad y permiten anticipar y evaluar posibles acontecimientos, especialmente con respecto a las condiciones de continuidad del presidente en ejercicio. Algunas de las leyes emp¨ªricas que son ahora relevantes se pueden expresar de la siguiente manera:
Primero, cuando el partido de un presidente en el cargo se presenta a la reelecci¨®n, gana (ha sucedido ocho de diez veces desde la Segunda Guerra Mundial).
Segundo, tras dos mandatos del mismo partido en la presidencia, el otro partido gana (ha sucedido siete de ocho veces).
Tercero, en las elecciones intermedias al Congreso, el partido del presidente pierde esca?os en al menos una C¨¢mara (ha ocurrido 17 de 19 veces).
Estas tres leyes han sido confirmadas durante el ciclo electoral m¨¢s reciente: el presidente Barack Obama fue reelegido; tras dos t¨¦rminos del presidente dem¨®crata, gan¨® el republicano Trump; y en las elecciones intermedias de hace unas semanas, los republicanos perdieron esca?os.
Esto significa que el terremoto pol¨ªtico que muchos han sentido en los ¨²ltimos dos a?os ha afectado principalmente a los partidos m¨¢s que a las regularidades del sistema. De hecho, el Partido Republicano es casi irreconocible en comparaci¨®n con d¨¦cadas anteriores. La continuidad pol¨ªtica de los dem¨®cratas, a su vez, tambi¨¦n ha comenzado a ser cuestionada por nuevos candidatos y congresistas no convencionales, especialmente mujeres, y cabe esperar m¨¢s novedades en los pr¨®ximos meses.
La participaci¨®n en las primarias se concentra en votantes activistas y politizados, con preferencias m¨¢s intensas y extremas que el votante mediano
Pero hay otra ley m¨¢s que pronto se someter¨¢ a prueba. De hecho, es un complemento de la primera: cuando un presidente en el cargo se presenta a la reelecci¨®n, gana, s¨ª, pero siempre que no sea desafiado por alg¨²n miembro de su partido que obligue a celebrar primarias.
Siempre que un presidente ha sido desafiado como candidato a la reelecci¨®n, aunque haya ganado las primarias, ¨¦l o su partido han perdido la elecci¨®n posterior.
Esto sucedi¨® tres veces en los agitados a?os sesenta y setenta: el presidente dem¨®crata Lyndon Johnson fue desafiado por varios precandidatos en su partido, incluidos Robert Kennedy y Eugene McCarthy, se retir¨® de las primarias y no se present¨® a la reelecci¨®n; el presidente republicano no electo Gerald Ford fue desafiado por Ronald Reagan hasta llegar a una convenci¨®n sin mayor¨ªa inicial y luego perdi¨® la elecci¨®n; el presidente dem¨®crata Jimmy Carter fue desafiado por Edward Kennedy y, aunque gan¨® las primarias, tambi¨¦n perdi¨® la elecci¨®n. Sucedi¨® de nuevo a principios del decenio de los a?os noventa, cuando el recientemente fallecido George H. W. Bush fue desafiado por Pat Buchanan y, a pesar de ganar la candidatura, perdi¨® la elecci¨®n.
Es decir, en las escasas ocasiones en que hay primarias en el partido del presidente, este goza de una ventaja asim¨¦trica para ganar apoyos desde su plataforma de poder en la Casa Blanca.
Pero la participaci¨®n en las primarias, que es siempre menor que en la elecci¨®n presidencial, se concentra en votantes activistas y altamente politizados que tienen preferencias m¨¢s intensas y extremas que el votante mediano; las cr¨ªticas y denuncias del presidente tienden a ser agrias e indican al resto de los ciudadanos que el partido est¨¢ internamente dividido, lo cual revela las debilidades del ocupante del cargo para su reelecci¨®n.
Si el presidente Donald Trump ser¨¢ desafiado por alg¨²n precandidato dentro del Partido Republicano y la erosi¨®n que esto le pueda provocar entre los votantes republicanos pronto se ver¨¢. Solo si los pr¨®ximos meses preludiaran primarias presidenciales republicanas, la actual agitaci¨®n pol¨ªtica ser¨ªa comparable a la de los a?os sesenta y setenta, cuando se produjo una realineaci¨®n general de los dos grandes partidos.
Las regularidades del sistema pol¨ªtico se mantendr¨ªan, pero para Trump podr¨ªa ser el principio del fin.
Josep M. Colomer, afiliado a la Barcelona Graduate School of Economics y la Georgetown University, es autor de Espa?a: la historia de una frustraci¨®n (Anagrama).
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