Un ¨¢rbol para la eternidad
Una exposici¨®n fotogr¨¢fica sigue los pasos de Humboldt en el 250? aniversario del nacimiento del naturalista
¡°Mirad lo que soy yo ahora, mientras este maravilloso ¨¢rbol es igual que hace 60 a?os, cuando estuve ante ¨¦l con Bonpland. No se ha secado ni una de sus grandes ramas¡±. Esta exclamaci¨®n ¡ªa la vez lamento por el propio deterioro y entusiasmo por la conservaci¨®n de un ¨¢rbol que hab¨ªa visto en Venezuela d¨¦cadas antes¡ª se le escap¨® a Alexander von Humboldt en 1858, cuando ya ten¨ªa 89 a?os y s¨®lo le quedaba uno por vivir. Paul de Rosti, un fot¨®grafo h¨²ngaro cuyo trabajo hab¨ªa apoyado, acababa de regalarle un ¨¢lbum con instant¨¢neas tomadas durante un viaje por varios pa¨ªses de Am¨¦rica, en parte tras las huellas del propio Humboldt. Entre ellas estaba la foto del Sam¨¢n de G¨¹ere, el ¨¢rbol que asombr¨® al naturalista y a su compa?ero Aim¨¦ Bonpland durante uno de sus viajes.
Para celebrar el 250? aniversario del nacimiento de Humboldt, el Museo Ludwig de Colonia ha montado una exposici¨®n centrada en las 47 fotograf¨ªas que componen el ¨¢lbum de Paul de Rosti. De joven, este hab¨ªa huido a M¨²nich por miedo a la represi¨®n subsiguiente al fracaso de la revoluci¨®n de 1848. Estudi¨® Geograf¨ªa y Etnograf¨ªa, y en Par¨ªs aprendi¨® la nueva t¨¦cnica de la fotograf¨ªa en papel. Algunas de las im¨¢genes que captur¨® en Cuba, M¨¦xico y Venezuela son las primeras que se hicieron en esos pa¨ªses.
Al entrar en la exposici¨®n, lo primero que llama la atenci¨®n es que en ninguna de las fotograf¨ªas aparecen personas. Paisajes, iglesias, calles, f¨¢bricas, distintos escenarios de un mundo despoblado y, por tanto, fantasmag¨®rico: ?d¨®nde est¨¢n los habitantes de esos pa¨ªses? Resulta a¨²n m¨¢s llamativo si se tiene en cuenta que De Rosti estudi¨® Etnograf¨ªa. La explicaci¨®n es de car¨¢cter t¨¦cnico; la fotograf¨ªa en papel permit¨ªa guardar los negativos para revelarlos cuando se necesitasen y hacer varias copias de una misma fotograf¨ªa (imposible con otra t¨¦cnica muy extendida por entonces, el daguerrotipo, que positivaba sobre una plancha de metal). Pero exig¨ªa un tiempo de exposici¨®n de entre 10 y 15 minutos, lo que hac¨ªa complicado fotografiar seres en movimiento. Por eso, en las im¨¢genes de De Rosti se tiene la impresi¨®n de que el tiempo se ha detenido; s¨®lo en las que toma del Salto de Regla, una cascada que tambi¨¦n hab¨ªa descrito Humboldt (¡°cae desde una altura de apenas 20 pies, pero es muy caudalosa¡±), y la cascada de San Antonio hay movimiento congelado. Es f¨¢cil intuir la fascinaci¨®n del fot¨®grafo a la hora de apresar en una imagen la ca¨ªda del agua.
Si Humboldt hab¨ªa dedicado poco espacio en sus diarios a Cuba, tambi¨¦n De Rosti se limita a cuatro o cinco fotograf¨ªas, en particular de los alrededores del teatro Tac¨®n, hoy Gran Teatro de La Habana.
En Venezuela se interesa sobre todo por paisajes, en los que destacan dos lugares simb¨®licos: el mencionado sam¨¢n, que sigue siendo lugar de ¨¦pica revolucionaria (aunque hoy de ¨¦l s¨®lo queda un mu?¨®n), y la casa de Bol¨ªvar, una mansi¨®n solitaria en lo alto de un cerro. Un jovenc¨ªsimo Bol¨ªvar hab¨ªa conocido a Humboldt en Par¨ªs en 1804 y al parecer tom¨® de ¨¦l la idea de que la naturaleza deb¨ªa ser protegida del ser humano, por lo que fue el primer pol¨ªtico que puso en marcha leyes para limitar la tala de ¨¢rboles e impulsar la repoblaci¨®n forestal.
La parte m¨¢s extensa de la exposici¨®n es la que se ocupa de M¨¦xico: paisajes, f¨¢bricas, ruinas aztecas, la catedral de Ciudad de M¨¦xico, una impresionante vista de la capital a¨²n compuesta casi ¨²nicamente de edificios de la ¨¦poca colonial.
S¨®lo 47 fotos que, sin embargo, capturan una ¨¦poca de forma mucho m¨¢s directa que los dibujos y esquemas de los naturalistas. No es dif¨ªcil imaginar la admiraci¨®n de Hum?boldt por estas primeras fotograf¨ªas de las regiones que ¨¦l hab¨ªa visitado y cartografiado y cuyas plantas hab¨ªa dibujado con tanto detalle. El asombro de ver ante s¨ª todos aquellos lugares a los que ¨¦l ya no podr¨ªa viajar.?
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