Las botas
Recordamos perfectamente a Ana Botella, rodeada de guardaespaldas, entrando y saliendo de la misma peluquer¨ªa donde le cardaban el pelo a la madrastra de la Cenicienta
Lo incre¨ªble, en el caso de la ofrenda inmobiliaria que Ana Botella y sus secuaces rindieron a los especuladores amigos, es que no se presentaran las fuerzas del orden p¨²blico en la notar¨ªa donde se llev¨® a cabo el atropello para esposar a los participantes. El Estado de derecho puede poner debajo del puente a una familia en 24 horas, pero tarda a?os en darse cuenta de que alimentar a la econom¨ªa financiera con propiedades p¨²blicas es un delito de lesa humanidad (signifique lo que signifique lesa humanidad). Porque no es ya que traficaran con vivienda protegida, lo que es de c¨¢rcel, es que la vend¨ªan muy por debajo de su precio para que los tiburones se dieran un fest¨ªn al duplicar el alquiler a las familias para las que la hab¨ªamos construido con nuestros impuestos.
Recordamos perfectamente a Ana Botella, rodeada de guardaespaldas, entrando y saliendo de la misma peluquer¨ªa donde le cardaban el pelo a la madrastra de la Cenicienta. Nos viene ahora a la memoria la maniobra por la que Ruiz-Gallard¨®n le regal¨® la alcald¨ªa de Madrid. Parece que la estamos viendo todav¨ªa jurar a los inquilinos que solo cambiaban de casero con la misma lengua de serpiente con la que Aznar aseguraba que hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. Nos morimos de verg¨¹enza ajena al evocar su rid¨ªculo c¨®smico en la comparecencia del relaxing cup of caf¨¦ con leche. ?Lo que hemos tenido que aguantar! Pero lo que han tenido que aguantar, sobre todo, las familias desahuciadas por los fondos buitre que se embolsaron, sin comerlo ni beberlo, decenas de millones de euros en una operaci¨®n criminal que hasta ahora parec¨ªa no haber dejado rastros. Lo de sin comerlo ni beberlo es un modo de hablar, claro. Alguien, adem¨¢s de ellos, se pondr¨ªa las botas.
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