El placer del sufrimiento ajeno
En el nuevo cap¨ªtulo de la serie 'S¨¦ lo que est¨¢s pensando', de 'Materia' y EL PA?S V¨ªdeo, el neurocient¨ªfico argentino Mariano Sigman explica por qu¨¦ disfrutamos con el dolor de otros
?Alguna vez, aunque te d¨¦ verg¨¹enza, has sentido placer por el fracaso o el sufrimiento de otra persona? Quiz¨¢s cuando tu ex fracas¨® en su siguiente relaci¨®n, o cuando suspendi¨® un examen el estudiante perfecto, o el d¨ªa que perdi¨® injustamente tu equipo rival. Por ejemplo, si eres del Barcelona: ?no hubieses preferido perder la final de la Copa del Rey y que el Real Madrid no ganase la Champions?
Ser¨ªa tremendamente raro que algo de esto nunca te haya sucedido. Es que es un rasgo com¨²n de la naturaleza humana, con un nombre bastante extra?o: Schadenfreude, que en alem¨¢n se traduce como placer por el sufrimiento.
Y este placer se hace claro y evidente cuando se compite directamente contra la otra persona, o cuando se siente que el otro ha hecho algo que amerita ese sufrimiento. Pero lo m¨¢s extra?o es cuando se disfruta del sufrimiento ajeno sin que haya ning¨²n beneficio evidente para uno, ni personal, ni social.
Y para develar este misterio, Susan Fiske hizo en la Universidad de Princeton un experimento ingenioso. Es que la ciencia del Schadenfreude es complicada porque a nadie le gusta reconocer sus rincones m¨¢s oscuros. Y descubri¨® que a veces la gente esbozaba una microsonrisa cuando observaba la desgracia ajena, aun cuando quisiesen ocultar su regocijo. Y, al mismo tiempo, se activaba el Estriado Ventral, una regi¨®n de circuitos cerebrales ancestrales que codifican el placer. Es decir, que, en muchos casos, el sufrimiento ajeno, produce un placer visceral, directo, no racionalizado ni mediado por las palabras.
Pero, ?por qu¨¦ sentimos placer cuando fracasan unos y no otros? Con su detector de sonrisas, Fiske descubri¨® que sentimos placer cuando el que fracasa cumple a la vez dos condiciones: primero, es competente, y segundo, no transmite calidez.
Si una persona es c¨¢lida y poco competente, por ejemplo un anciano, solemos sentir compasi¨®n.
Si es c¨¢lida y muy competente, por ejemplo una gran profesora, se siente orgullo y admiraci¨®n.
Si no es c¨¢lida y tampoco competente, por ejemplo un yonkie, suele sentirse pena y rechazo.
Y cuando una persona es competente y no transmite calidez, por ejemplo, un gran jugador del equipo rival, se siente envidia. Y estas personas son los blancos principales del Schadenfreude.
As¨ª se entiende que el Schadenfreude nace porque uno se mide compar¨¢ndose con su entorno. Y entonces, cuando a los otros les va mal, uno percibe que aumenta su val¨ªa. Si encima se pierde el escudo protector de la empat¨ªa (algo que ocurre m¨¢s frecuentemente en hombres que en mujeres, seg¨²n descubri¨® Tania Singer), entonces el sufrimiento ajeno produce sonrisas y dispara el placer.
Quiz¨¢s anduviera equivocado el Quijote cuando dec¨ªa: "Todos los vicios, Sancho, traen un no s¨¦ qu¨¦ de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rancores y rabias¡±.
La envidia a veces trae placer: aut¨¦ntico, puro, fuerte y genuino placer.
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