Acci¨®n prudente

Los sindicatos exigen al Gobierno que pase a la acci¨®n y deje atr¨¢s el tiempo de los anuncios y las contradicciones. Acaban de convocar dos meses de movilizaciones para presionar al Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez. No les falta raz¨®n. Casi desde que tom¨® posesi¨®n, el Ejecutivo proclam¨® su intenci¨®n de derogar los aspectos m¨¢s lesivos de la reforma laboral, pero estas intenciones no se traducen en cambios legales, y su instrumentaci¨®n se retrasa una y otra vez. Hace tiempo que lleg¨® el momento de que se corrijan algunos de los desequilibrios que gener¨® en el mercado de trabajo la reforma estrella del anterior Gobierno, como se ha corregido ¡ªal alza¡ª el salario m¨ªnimo, las pensiones o el sueldo de los funcionarios.

Esa acci¨®n que piden los sindicatos debe ser prudente. Un Gobierno con 84 diputados no puede aspirar a derogar la reforma laboral entera de Mariano Rajoy. No solo por su debilidad parlamentaria sino por el hecho de que la norma ha ayudado a que se creara empleo nada m¨¢s comenzar la recuperaci¨®n, a mayor ritmo que en la salida de otras crisis. Otra cosa es, y de eso se tratar¨ªa la modificaci¨®n que hay que hacer, que la mayor parte de ese empleo ha sido precario, sobre todo para los trabajadores j¨®venes que ni siquiera conciben ya la posibilidad de un trabajo fijo, a tiempo completo y bien remunerado. La reforma laboral de 2012 no cre¨® la precariedad que reina desde hace d¨¦cadas en Espa?a, pero no solo no la resolvi¨® sino que la acentu¨® hasta convertirla en un rasgo estructural de nuestro mercado de trabajo, en un entorno, adem¨¢s, de devaluaci¨®n salarial. Algunos de los cambios en la negociaci¨®n colectiva restaron mucha fuerza a los trabajadores y favorecieron la acci¨®n unilateral de los empresarios.

Las conversaciones de los ¨²ltimos meses con los sindicatos apuntan en esta ¨²ltima direcci¨®n (negociaci¨®n, ultraactividad, subcontrataci¨®n). La redacci¨®n de lo que hasta ahora se conoce reequilibra un poco el poder en el seno de la empresa, dando m¨¢s peso a las demandas de las centrales de trabajadores que a las de la patronal, pr¨¢cticamente ausentes, excepto por la jubilaci¨®n obligatoria a los 65 a?os a trav¨¦s de convenios colectivos (algo ya aprobado). No se puede responsabilizar de esto enteramente al Ministerio de Trabajo. La CEOE no ha tenido una actitud constructiva durante las negociaciones, consciente de aquella debilidad parlamentaria del Ejecutivo y de que un acuerdo social nuevo siempre significar¨¢ perder algunas de las posiciones ganadas en la reforma unilateral de 2011.

No se trata de hacer tabla rasa sino de reequilibrar las posiciones de cada una de las partes en el seno de la empresa. Ser¨ªa importante para ello que, antes de lanzarse a cambiar el Estatuto de los Trabajadores, contara con opiniones y evaluaciones independientes que ayudaran en las conversaciones con los agentes sociales y econ¨®micos y afinaran la iniciativa del Ejecutivo, reduciendo el margen de error.

Todo esto tiene que hacerlo S¨¢nchez r¨¢pido, sin m¨¢s demora. Cambiar la reforma laboral es una promesa fuerte cuyo incumplimiento tendr¨ªa sin duda grandes efectos en la credibilidad del presidente. Otro mercado de trabajo es ahora una de las asignaturas m¨¢s importantes para el futuro inmediato.