Espa?ol de aqu¨ª y de all¨¢
No deber¨ªamos tratar de explicarnos nuestro propio idioma
Hay cosas que extra?an y otras que se extra?an. Los subt¨ªtulos en espa?ol de la pel¨ªcula hablada en espa?ol de Alfonso Cuar¨®n son, sin duda, de las primeras.
Entre las segundas, quien escribe extra?a m¨¢s y m¨¢s caminar despu¨¦s del laburo por las veredas de Once mientras los autos buscan estacionamiento haciendo el tr¨¢nsito terrible y los colectivos se paran a levantar pasajeros cada dos cuadras.
Es ¡ªpor lo menos en la memoria¡ª una explosi¨®n de color y gente que va, viene para esquivar a los que salen del subte o a quienes miran las vidrieras de los negocios. Cuidado con los chorros. En algunas cafeter¨ªas el televisor est¨¢ prendido y el conductor del noticiero relata, como todos los d¨ªas, la calentura de los conductores en la hora pico en la General Paz. Mientras, la gente come medialunas y facturas, una madre anima a su nene a pararse para que no est¨¦ tirado por el piso y un poco m¨¢s all¨¢ una pareja se mata a los besos. Deber¨ªan ir a un telo, al menos si tienen guita.
En el Once pod¨¦s encontrar de todo. Remeras para los chicos, polleras, bombachas, binchas, bandanas, frazadas a precio barato, ojotas para la pileta que este verano est¨¢ a ful porque la sensaci¨®n t¨¦rmica te mata, una bombilla para el mate o carb¨®n para la parrilla, que el domingo hay asado y vienen los muchachos. Hay que comprar la carne: los chori, vac¨ªo, entra?a, bife, colita de cuadril y un pollo. A esto, a comprar, se limita el rol del gallego anfitri¨®n del asado. Ni prender el fuego le dejan los argentos. Y tienen raz¨®n. Las carnicer¨ªas de la colectividad son muy buenas. En realidad, en la Capital Federal lo son todas.
Se extra?an las reuniones de padres y madres en el pelotero. Los chicos r¨ªen, juegan, y a veces se lastiman. Los adultos charlan: ¡°Este a?o vamos a Carlos Paz, pero la nafta est¨¢ car¨ªsima¡±. ¡°Deber¨ªas hacerte las gomas, yo estoy fascinada¡±. ¡°?S¨ª, ja, ja, menos en la cola y m¨¢s en las lolas!¡±. Se sirven gaseosas y alguien siempre pide disimuladamente un fernet. Todo esto, y much¨ªsimo m¨¢s, se extra?a.
Este mismo escrito, redactado en el espa?ol que hablamos en Espa?a, dir¨ªa lo mismo... pero estar¨ªa en blanco y negro. Lo que describe ya no ser¨ªa el porte?o Once. Y podr¨ªamos hacer lo mismo sobre el lime?o Miraflores, la bogotana Candelaria o la mexicana Colonia Roma. No hace falta que nos expliquemos nuestro propio idioma.
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