La Triple Alianza y el esp¨ªritu de Vox
El partido de Santiago Abascal ha tenido ¨¦xito, ha logrado el objetivo de ser referencia en la agenda
La Pasarela del Cambio, con el desfile de los actores, se ha resuelto en Andaluc¨ªa con buenas dosis de postureo. Se ha impuesto la l¨®gica de la alternancia, s¨ª, con lo que en el imaginario colectivo ya es la Triple Alianza que hace cotizar a la derecha al alza en la competici¨®n del poder. El PP, con un liderazgo d¨¦bil por n¨²mero de votos ¨Clo que en su ret¨®rica es ¡°un pacto de perdedores¡±¨C proclama que no hay concesiones pero eso es irreal; Ciudadanos act¨²a como si Vox no entrase en la ecuaci¨®n, pero eso es irreal; y Vox como si representaran la autenticidad, y tampoco acaba de ser real. En definitiva la realidad, parafraseando a Philip K. Dick, es aquello que, aunque no quieras creer en ello, sigue ah¨ª. La Triple Alianza no es gratis.
El reparto, eso s¨ª, es desigual. El PP, primus inter pares, se lleva el gran premio tras su fracaso electoral, generando un tique que dar¨¢ mucho poder local en mayo aunque es arriesgado pensar que no vayan a ser erosionados por los dos flancos, algo que ya inquieta a los barones; y Vox, en definitiva, una escisi¨®n del PP, ha entrado en el poder desde la marginalidad y se mete en el Parlamento no en el caballo de Pav¨ªa, sino por la puerta grande de las primeras p¨¢ginas. Los l¨ªderes de PP y Vox brindan en Madrid. En cambio Ciudadanos, con seguridad, es el partido con menos que celebrar, a pesar de estar en el Gobierno. Esquivar la foto con Vox es posturing, porque la imagen final incluye a Vox. Y ellos son los que m¨¢s han alimentado el silogismo de que si A pacta con B, y B pacta con C, sin duda C compromete a A. Hay tique para rato y solo les queda el est¨ªmulo de crecer a costa de un PP que se traiciona cada vez m¨¢s a s¨ª mismo.
Aunque Ciudadanos escenificara el rigor de las l¨ªneas rojas, Vox ha cruzado sus l¨ªneas rojas. Y, va de suyo, para sostener el Gobierno de la derecha est¨¢n condenados a compartir Triple Alianza con Vox en el Parlamento. Para los de Abascal se trata de un placer poco secreto contemplar la frustraci¨®n en Ciudadanos, que no sale indemne aunque, como el del chiste tras perder las dos piernas, proclame ¡°parece mentira pero no me ha pasado nada¡±. Probablemente lo m¨¢s inc¨®modo sea ver a Vox aireando la maldad, fastidiosamente cierta, de que su programa est¨¢ muy inspirado en el Ciudadanos ¡°aut¨¦ntico¡± de 2015: reducci¨®n de gasto p¨²blico, homogenizaci¨®n territorial, recorte de subvenciones a los partidos, discurso sin matices sobre la inmigraci¨®n, adoctrinamiento en las aulas, fomentar la natalidad, control de las mezquitas¡ En fin, qu¨¦ cosas.
El PP ha asumido al extra?o compa?ero de cama; en cambio, Ciudadanos ha aspirado a no perder la virginidad a pesar de la coyunda, por m¨¢s que la fantas¨ªa de ¡°la puntita nada m¨¢s¡± no pueda protegerlos. Al final no se puede bailar en el barro sin que salpique. Y, de hecho, su excesivo postureo solo acent¨²a las contradicciones. Vox ha alcanzado un acuerdo, y le bastar¨¢ girar el pulgar hacia abajo para que el Gobierno Moreno-Mar¨ªn se bloquee. De hecho, hay que admitir que ha sabido negociar, como le reconoce el consultor C¨¦sar Calder¨®n, con r¨¦ditos desde su 10%: el punto 9, abre la posibilidad de reducir las subvenciones a asociaciones de g¨¦nero o LGTBI; los puntos 13,14 y 15, acaban con la preferencia de la educaci¨®n p¨²blica sobre la privada y despejan la segregaci¨®n por sexos subvencionada; 27, 28 y 29, control de la inmigraci¨®n bajo la idea de la cultura occidental y?todos los medios contra el fundamentalismo isl¨¢mico; y la liquidaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica en el 33. ?Recuerda Ciudadanos su reacci¨®n porque Susana D¨ªaz no cumpliera lo firmado?
Claro que eso puede parecer poco si se compara con las 19 medidas, pero ?de verdad alguien cre¨ªa que las 19 medidas eran una propuesta real? No, su funci¨®n era triple: por un lado, sacar una alternativa a su propuesta inviable de la ley de violencia de g¨¦nero, a la que ya hab¨ªan exprimido bastante rentabilidad coloc¨¢ndola durante d¨ªas en el centro del debate p¨²blico; de otro, establecer un programa de m¨¢ximos para negociar con el PP, a sabiendas de que ya han arrastrado al casadismo muy a la derecha para estupor de los moderados, y adem¨¢s revestido con provocaciones altisonantes (puro altavox) para mantenerse en el centro de la escena, de los 52.000 ilegales a la festividad del 2 de enero. Y han tenido ¨¦xito. Vox ha logrado el objetivo de ser referencia en la agenda.
Aunque Vox sea un partido de extrema derecha, tiene asimilada la escuela Bannon. El ideario nacionalcatolicista convive en ellos con el nacionalpopulismo. Las provocaciones ya han comenzado a funcionar al modo de los mensajes de Trump pero tambi¨¦n de los salvinis europeos. Las s¨¢tiras, propiciadas con bobadas como llevar la fiesta andaluza a la Toma de Granada, pero tambi¨¦n por debates con buena clientela como la caza, les fortalecen como engordaron a Trump. Como all¨ª, de Stephen Colbe Saturday Night Live, las risas llenas de superioridad l¨®gica acaban por servirles para cohesionarse y crecer. Entretanto, la Triple Alianza ya es un hecho como tique de poder de la derecha, con el PP emparedado entre Ciudadanos, al que asfixian sus contradicciones, y Vox, el elefante en la habitaci¨®n convertido en actor principal.
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