Palabras para el servicio dom¨¦stico
Los peri¨®dicos que comentan la pel¨ªcula ¡®Roma¡¯ escogen distintos t¨¦rminos para nombrar ese trabajo
La pel¨ªcula Roma, para m¨ª una obra maestra, retrata con cari?o y realismo la figura de una mujer, Cleo, que sirve como interna en una familia. ¡°Sirvienta¡±, ¡°criada¡±, ¡°mucama¡±¡ Los peri¨®dicos hispanos han ido escogiendo distintas palabras para nombrar ese trabajo dom¨¦stico retratado en la obra del mexicano Alfonso Cuar¨®n.
El hecho de tener empleada a una persona que vive en la casa aunque no forma parte de la familia subraya una superioridad de clase que puede resultar inc¨®moda tanto para el empleador como para el contratado. Y eso conduce al eufemismo.
En 1140 ya se documenta en castellano que las personas ajenas a la familia pero residentes en el hogar son ¡°criados¡±. As¨ª eran mencionados los vasallos educados en casa de su se?or, como recogen Corominas y Pascual en su diccionario etimol¨®gico. Por tanto, se trataba de personas criadas en el domicilio familiar. De ah¨ª deriv¨® luego el sentido de ¡°criado¡± como ¡°sirviente¡± o ¡°sirvienta¡±, oficio que hoy en d¨ªa desempe?an sobre todo mujeres.
El sentido descriptivo, incluso neutral, de ¡°criada¡± o ¡°sirvienta¡± se contamin¨® con el tiempo porque estas trabajadoras padecieron a menudo situaciones semejantes a la esclavitud (sin d¨ªas libres, en jornadas de 24 horas, siempre dispuestas para cualquier necesidad o urgencia de los amos de la casa). Y despu¨¦s se hizo necesario aplicar a esa idea palabras nuevas, que alejasen tales connotaciones.
De ese modo, perdieron presencia en el idioma tanto ¡°criada¡± y ¡°sirvienta¡± como su sin¨®nimo ¡°f¨¢mula¡± (de reducido uso antes, y casi nulo ahora). Seg¨²n los datos que aporta la herramienta Enclave RAE (en unas estad¨ªsticas que no tienen en cuenta el g¨¦nero), ¡°criado¡± y ¡°criada¡± pasan de 171 registros por cada mill¨®n de palabras en el siglo XIX a solamente 63 en el XX; y se desploman hasta 10 registros en el XXI. Algo parecido sucede con ¡°sirviente¡± y ¡°sirvienta¡±: de 38 usos por mill¨®n de palabras en el siglo XX a s¨®lo 7 en el XXI. Tal vez fueron sustituidos estos vocablos por la palabra y la funci¨®n de la ¡°asistenta¡± (empleada externa), que experimenta la variaci¨®n inversa: de s¨®lo 11 registros por mill¨®n en el siglo XX a 35 en el XXI.
El vocablo ¡°mucama¡±, usado en casi toda Am¨¦rica y tal vez de procedencia ind¨ªgena o africana, llega a trav¨¦s del portugu¨¦s de Brasil y aparece a finales del XIX (el Diccionario la acoge en 1925). En unos pa¨ªses se aplica a la mujer que trabaja en una casa, y en otros a las limpiadoras de hotel o de hospital.
Pero algo hay que no nos gusta en todos esos t¨¦rminos, y por eso surgen a cada rato nuevos eufemismos: ¡°la chica¡±, ¡°la muchacha¡±, ¡°la ni?era¡±, ¡°la tata¡±.
M¨¢s tarde se incorporaron al lenguaje com¨²n t¨¦rminos reconocibles con facilidad en el paisaje del l¨¦xico pol¨ªticamente correcto: ¡°la trabajadora del hogar¡±, ¡°la empleada dom¨¦stica¡±, ¡°la se?ora que limpia en casa¡±... Tambi¨¦n ¡°la nana¡± o ¡°la cuidadora¡± si se trata de atender a los ni?os; y, por supuesto, ¡°la canguro¡± (para designar a la mujer que trabaja por horas). Hoy ya casi nadie nombra a sus propias empleadas internas como ¡°criadas¡± ni ¡°sirvientas¡±.
Pero ?c¨®mo se refieren a ese trabajo en la pel¨ªcula Roma los miembros de la familia? Simplemente, no lo mencionan. Llaman a la protagonista por su nombre, Cleo. Como si fuera un familiar m¨¢s..., pero sin serlo. Nunca dicen ¡°la criada¡±, ¡°la sirvienta¡±, ¡°la empleada¡±, ¡°la mucama¡±¡ Incurren as¨ª en el mayor eufemismo posible: el silencio. Consiste en no nombrar siquiera aquello que nos desazona.
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