Una primavera feminista
Muchos pol¨ªticos y 'coment¨®cratas' son incapaces de ver lo que significa el movimiento de liberaci¨®n de las mujeres, una corriente de fondo que va m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica
CUANDO INTUY? el final, un campesino gallego, viudo, enfermo y encamado, hizo llamar a un notario para transmitirle las ¨²ltimas voluntades. Respecto de su propiedad m¨¢s querida, una finca de tierra muy f¨¦rtil, decidi¨® repartirla en partes iguales a su descendencia. ¡°Anote¡±, le dijo al notario, ¡°un tercio para Francisco, un tercio para Mar¨ªa, un tercio para Miguel, un tercio para Elisa, un tercio para Rosal¨ªa, un tercio para Henrique¡¡±.
¡ªPero ?no ser¨¢n muchos tercios? ¡ªle pregunt¨® el notario.
Y con la misma iron¨ªa le respondi¨® el paisano:
¡ª?No sabe usted lo grande que es la tierra!
Esa matem¨¢tica generosa no suele funcionar en la pol¨ªtica. En Espa?a se han demonizado los gobiernos de coalici¨®n, mientras se recib¨ªan como una bendici¨®n las mayor¨ªas absolutas. El descr¨¦dito de los acuerdos de gobierno con las ¡°minor¨ªas¡±, dispuestas siempre a ¡°chantajear¡± al Estado, ha sido una constante compartida por una facci¨®n de la comentocracia nacional. ?Ah, cu¨¢nto m¨¢s sencillo y eficaz era el gobierno de una mayor¨ªa absoluta! Y mucho mejor si a la cabeza estaba alguien con abolengo y bioqu¨ªmica de mando incorporada. Un corresponsal de prensa explic¨® esa diferencia hace muchos a?os y con motivo de una fiesta en Par¨ªs en la que participaban la emperatriz Eugenia de Montijo y la reina Victoria. Mientras Eugenia, nacida en Granada un d¨ªa de terremoto y con una vida bastante aciaga, miraba hacia atr¨¢s para comprobar si hab¨ªa una silla antes de sentarse, la reina Victoria se sentaba sin m¨¢s, sin girarse, segura de que una silla estar¨ªa all¨ª justo en el momento y en el lugar donde decidiese tomar asiento.
Es muy importante observar c¨®mo se sienta una persona. Si comprueba si hay una silla o no antes de sentarse. Hay gente que lleva una poltrona incorporada, como una propiedad. Es algo que se da en el poder pol¨ªtico, pero tambi¨¦n en magistrados y altos funcionarios. El imperio de la silla frente al servicio p¨²blico. Es una distinci¨®n que arrastra como tara la democracia espa?ola. Hay espacios de representaci¨®n como es el Senado donde esa confusi¨®n entre silla y persona lo convierte en un escenario de anacronismo futurista: podr¨ªa celebrarse una sesi¨®n solo con sillas telem¨¢ticas. No hay nunca disidencia interior en los grupos ni se la espera.
Tampoco en Andaluc¨ªa. El resultado de las elecciones ha sido muy plural, con seis ¡°tercios¡± por lo menos, permitir¨ªa combinaciones generosas entre dem¨®cratas, pero esa versatilidad se pierde por la manera de sentarse que tienen algunos. La idea de Andaluc¨ªa como un latifundio a dominar y que propicie ese otro delirante atraso futurista: la distop¨ªa de lo que denominan ¡°reconquista¡±. Se ha hablado mucho de lo que significa o puede significar la irrupci¨®n de la ultraderecha y del papel hamletiano de Ciudadanos ante un pacto que carga el diablo, pero se ha comentado mucho menos o nada del silencio disidente en el Partido Popular. Me he fijado en la forma de sentarse de Casado, el actual l¨ªder conservador, y es el t¨ªpico personaje que no comprueba si hay silla para sentarse. Se sienta y ya est¨¢. Es decir, es de los convencidos de que naci¨® con la silla puesta o de que se la puso Aznar, que es lo mismo. El entendimiento con los ultras se basa en la convicci¨®n de que nadie en la derecha les va a quitar la silla. Ya se la est¨¢n quitando. Ahora ya no se habla de ¡°chantaje¡±. Se est¨¢ produciendo el rito contagionista. El Partido Popular ya no es lo mismo con ese pacto y estamos ante el Partido Paleoconservador. ?D¨®nde est¨¢n las voces liberales, d¨®nde las cristianodem¨®cratas? ?No hay un solo disidente? ?D¨®nde est¨¢n los centinelas que alertaban del populismo extremista? Las ¨²nicas voces discrepantes que se oyen son de mujeres conservadoras en lo pol¨ªtico, pero horrorizadas ante esta deriva machista.
Este a?o comienza la primavera en marzo, alrededor del D¨ªa de la Mujer Trabajadora. Muchos pol¨ªticos y coment¨®cratas, en la derecha y tambi¨¦n en la izquierda fosilizada, son incapaces de ver lo que significa el movimiento de liberaci¨®n de las mujeres. Est¨¢n ciegos ante una corriente de fondo que va m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica. Una lucha por la igualdad, la seguridad comunitaria y los nuevos derechos civiles. La rebeld¨ªa capaz de contrarrestar la brutalidad dist¨®pica. No ven porque no quieren ver. En El arte de ver las cosas, escribi¨® el naturalista John Burroughs: ¡°El ojo ve aquello para lo que cuenta con recursos para ver, y estos recursos para ver son directamente proporcionales al amor y al deseo que haya detr¨¢s¡±.
Cuidado al sentarse sin mirar. A veces no hay silla.?
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