El anuncio de Gillette

La semana marchaba de maravilla; el mi¨¦rcoles se celebraba el?D¨ªa Nacional de la Croqueta Una jornada donde me solac¨¦ a base de bien, no obstante, en mi categor¨ªa profesional de la Seguridad Social indica: histri¨®n y croquetero. Con esta delicia tengo un compromiso que va m¨¢s all¨¢ de lo gastron¨®mico, cuando cortejo a mi esposa hago la croqueta en el suelo, no les digo m¨¢s.

Pero, como suele ocurrir cuando todo va miel sobre hojuelas, se me cort¨® el rollo (precisamente con un anuncio de cuchillas). Tuve un p¨¢lpito y un mensaje at¨¢vico, ancestral, surgi¨® desde lo m¨¢s profundo de mi masculinidad: Otra vez el hombre ha sido atacado.

El anuncio en cuesti¨®n no me pareci¨® para tanto, incluso lo encontr¨¦ eleg¨ªaco. Lo revis¨¦, esta vez subtitulado; la cosa cambi¨®: ?Se puede acumular m¨¢s desprop¨®sitos en un minuto y medio? ?Qu¨¦ pasa? ?Todo lo malo es culpa del hombre? ?Acaso las mujeres no son tambi¨¦n mort¨ªferas cuando quieren? ?A lo mejor m¨¢s que nosotros! Lo comprob¨¦. Result¨® que ni por asomo, pero eso daba igual, la espiral del batiburrillo ya se hab¨ªa desatado in my mind.?Me deshar¨ªa de mis cuchillas Gillette la decisi¨®n estaba tomada. Record¨¦ entonces el m¨¦todo Marie Kondo y c¨®mo hay que agradecer a los objetos superfluos los momentos de felicidad que te proporcionaron. Pero claro, ella es una mujer japonesa, y yo soy un hombre manchego. Llegados a este punto, lo har¨ªa a mi manera.

¡°Querida cuchilla ¡ªle dije¡ª t¨² no tienes la culpa, pero los se?ores que te crearon me han decepcionado. Bueno, igual los que te crearon no, m¨¢s bien los se?ores que mandan a los se?ores que te crearon¡­ Bueno, eso da igual. El caso es que te despacho con cajas destempladas. Estoy dolido, joder. Me voy a dejar la barba como un cu¨¢quero¡­¡±. En ese momento me derrumb¨¦, me abrac¨¦ a ella y llor¨¦. No pod¨ªa hacer eso: me hab¨ªa costado 28,72 euros.