La trampa de la palabra ¡°hembrismo¡±
¡°Machismo¡± deriva del uso despectivo de ¡°macho¡±, pero este invento interesado da un salto en el vac¨ªo
Los hombres son machos y las mujeres son hembras porque la ciencia incluye a unos y otras en el grupo de los animales. Racionales, pero animales. El primer diccionario acad¨¦mico (siglo XVIII) ya se?alaba en la entrada ¡°hembra¡±: ¡°El sexo que concibe, el animal que engendra en s¨ª, tanto de los racionales como de los brutos¡±. As¨ª pues, desde el punto de vista biol¨®gico el t¨¦rmino ¡°hembra¡± representa, igual que ¡°macho¡±, una designaci¨®n objetiva.
Sin embargo, las palabras no se pueden analizar s¨®lo por su definici¨®n ni por su etimolog¨ªa. Cuando se pasean por la sociedad, se impregnan de olores, sabores y recuerdos. Es decir, las percibimos con sus connotaciones: con los matices que apreciamos en ellas a partir de su uso en contextos estables. Y ah¨ª empieza a separarse el camino de ambos t¨¦rminos.
La palabra ¡°macho¡± ha recibido en diversas ¨¦pocas un sentido peyorativo. En la edici¨®n de 1780 se inclu¨ªa esta acepci¨®n: ¡°El hombre necio y tonto; y as¨ª se dice com¨²nmente: fulano es un macho¡±. Y ahora leemos: ¡°Hombre en que supuestamente se hacen patentes las caracter¨ªsticas consideradas propias de su sexo, especialmente la fuerza y la valent¨ªa. [Ejemplo:] ¡®Se cree muy macho¡¯. (Usado tambi¨¦n en sentido despectivo)¡±.
Por el contrario, ¡°hembra¡± no ha ofrecido esos rasgos negativos. Se dice a menudo ¡°es muy macho¡±; pero no ¡°es muy hembra¡±, cuyo hipot¨¦tico significado se?alar¨ªa a alguien de rasgos femeninos muy marcados; tal vez los de ¡°d¨¦bil¡± o ¡°prudente¡±, caracter¨ªsticas que se han atribuido a la mujer del mismo modo que ¡°fuerte¡± y ¡°valiente¡± se han aplicado al hombre.
Del referido uso despectivo de ¡°macho¡± deriva ¡°machismo¡±, que el Diccionario acoge en 1992 (aunque ya se usaba setenta a?os antes). Y ahora se extiende el invento interesado de ¡°hembrismo¡±, alentado por Vox y sus similares para que reemplace a ¡°feminismo¡±. Pero mediante un salto en el vac¨ªo, porque no contamos antes con una acepci¨®n peyorativa de ¡°hembra¡±.
¡°Hembrismo¡± no se emplea tanto para definir discriminaciones contra el hombre a cargo de la mujer como para desacreditar al feminismo por entero. Ya nos daba una pista el Diccionario del Espa?ol Actual (1999), dirigido por Manuel Seco, que hace equivalentes en el uso ¡°feminismo¡± y ¡°hembrismo¡±, pero endos¨¢ndole a este vocablo la marca de ¡°despectivo¡±.
El lexic¨®grafo Manuel Alvar Ezquerra, por su parte, define as¨ª la idea de ¡°hembrismo¡±: ¡°Discriminaci¨®n sexual, de car¨¢cter dominante, adoptada por las mujeres¡± (El neologismo espa?ol actual, 2005). Nada que oponer, porque en la vida puede haber de todo. Pero no se debe consentir que tal t¨¦rmino ocupe en el uso pol¨ªtico el lugar que corresponde a ¡°feminismo¡±.
¡°Machismo¡± y ¡°hembrismo¡± nunca pueden ser sim¨¦tricos como se pretende con el uso de esta palabra. Mientras que el machismo ha formado una corriente real, activa y agresiva, el ¡°hembrismo¡± es s¨®lo te¨®rico. El feminismo, por su parte, no busca la discriminaci¨®n del hombre, sino la igualdad; mientras que el machismo busca la supremac¨ªa masculina.
Hay organizaciones feministas, y no organizaciones machistas (ser¨ªan ilegales). El feminismo desarrolla una lucha justa, a diferencia del machismo que combate. El hembrismo, si existe en la realidad como se define en la teor¨ªa, es residual, m¨ªnimo (habr¨ªa que manipular las estad¨ªsticas para defender lo contrario); y el intento de que este t¨¦rmino ocupe la idea entera de ¡°feminismo¡±, para establecer as¨ª una simetr¨ªa con ¡°machismo¡±, constituye una descarada manipulaci¨®n del lenguaje.
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