Evaluar resultados
El mundo universitario es mucho m¨¢s global de lo que ha sido siempre. La calidad se tiene que centrar en medir los resultados
En estos ¨²ltimos a?os, la evaluaci¨®n de la calidad universitaria en nuestro pa¨ªs ha girado en torno a los medios disponibles para llevar a cabo las ense?anzas y los procesos de organizaci¨®n, coordinaci¨®n acad¨¦mica y de ense?anza-aprendizaje y, en menor medida, con los resultados de esas ense?anzas. Ahora con la Acreditaci¨®n Institucional tenemos la oportunidad de cambiar esta trayectoria.
Mientras el lugar de residencia determinaba a qu¨¦ universidad se deb¨ªa acudir y la ¡°frontera estaba en los Pirineos¡±, la calidad en la Universidad espa?ola fue incuestionable puesto que cumpl¨ªamos los requisitos del Bolet¨ªn Oficial del Estado. En la teor¨ªa ten¨ªamos un ¡°buen profesorado¡±, porque era seleccionado por tribunales compuestos por quienes mejor conoc¨ªan lo que deb¨ªan saber y ense?ar los profesores; dispon¨ªamos de los ¡°mejores planes de estudio¡±, porque eran elaborados por las personas m¨¢s expertas, y se matriculaban los ¡°mejores estudiantes¡±, gracias a la selectividad. Este castillo de naipes se derrumb¨® con la incorporaci¨®n de Espa?a al contexto internacional.
En 1992 empezaron a verse las cosas de otra forma, y con el Programa Experimental de Evaluaci¨®n de la Calidad del Sistema Universitario comenzamos a hablar de calidad en t¨¦rminos homologables a los de nuestros socios europeos. Pero como en todos los sistemas de calidad inmaduros, lo primero fue medir estructuras. La atenci¨®n se centr¨® en si hab¨ªa profesorado, laboratorios o libros suficientes. En los a?os siguientes vendr¨ªan otros planes nacionales que cambiaron el enfoque y los objetivos de calidad de nuestras universidades. Se implant¨® un procedimiento homologable a la realidad europea, combinando autoevaluaci¨®n y evaluaci¨®n externa; aparecieron los primeros indicadores de calidad universitaria, y se empez¨® a cambiar la cultura organizativa, reacia a ser objeto de evaluaci¨®n y demasiado autocomplaciente.
Hasta ahora, la evaluaci¨®n de la calidad universitaria en nuestro pa¨ªs ha girado entorno a los medios disponibles
En 1999 naci¨® el Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior y, con mayor o menor ¨¦xito, se modificaron los planes de estudio y se dise?¨® un nuevo mecanismo de evaluaci¨®n de la calidad universitaria. En 2001 se cre¨® la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n de la Calidad y Acreditaci¨®n (ANECA) y se dio prioridad a que la capacidad de un t¨ªtulo universitario respondiera a las necesidades y expectativas de quienes decid¨ªan cursar esa carrera. La transformaci¨®n clave fue pasar de centrarse en las necesidades de la universidad y de su profesorado, a focalizarse en las necesidades del alumnado (futuros profesionales). Aunque haya que reconocer que los cambios son lentos y que algunos de los tradicionales problemas de la Universidad espa?ola persisten.
La ANECA, y las agencias de calidad de las comunidades aut¨®nomas, pusieron en marcha los mecanismos de verificaci¨®n de t¨ªtulos (autorizaci¨®n previa para empezar un plan de estudios) y de acreditaci¨®n (para asegurar el cumplimiento del plan de estudios previsto). Con la verificaci¨®n y acreditaci¨®n, nuestro pa¨ªs respondi¨® a los requisitos internacionales, lo que ha permitido la movilidad en el entorno europeo de quienes estudiaban en nuestras universidades. Se empez¨® pensando que con buenos medios se obtendr¨ªa necesariamente un buen resultado y que con mejores medios el resultado ser¨ªa a¨²n mejor (calidad basada en la estructura, los recursos y medios). Luego, se comprob¨® que, adem¨¢s de contar con los medios adecuados, era necesario organizarse de forma coherente, remar en la direcci¨®n apropiada. Pasamos de prestar atenci¨®n a la calidad de la estructura, a valorar la calidad del proceso (c¨®mo ense?amos y c¨®mo se aprende).
La nueva Acreditaci¨®n Institucional, que empieza ahora a ponerse en marcha, se ha planteado como una alternativa al sistema de acreditaci¨®n de t¨ªtulos (grado, m¨¢ster y doctorado) aunque, en su dise?o, haya influido la necesidad de contener las demandas (econ¨®micas y de recursos de profesorado) que supone la actual acreditaci¨®n t¨ªtulo a t¨ªtulo. Pero visto solo desde esta perspectiva conduce directamente a que sea una oportunidad perdida. Es el momento de dar otro paso y centrarnos en medir resultados como, por ejemplo: capacidad para captar talento de alumnado y profesorado internacional; calidad del empleo tras finalizar los estudios (tiempo medio para lograr empleo, adecuaci¨®n a su t¨ªtulo, promoci¨®n profesional, salario medio, etc¨¦tera); capacidad para influir en los avances t¨¦cnicos, cient¨ªficos y sociales; impacto en los sectores productivos y en el bienestar de las personas; coste por egresado/a. Tenemos, en definitiva, que medir resultados socialmente sensibles. El mundo universitario es hoy d¨ªa mucho m¨¢s global de lo que ha sido siempre. Las recetas tradicionales ya no responden a los nuevos desaf¨ªos del sector. Los planes de estudio tradicionales est¨¢n en revisi¨®n y lo mismo sucede con la forma en que se transmite el conocimiento y en c¨®mo se aprende. Ahora, m¨¢s que nunca, es evidente que la calidad universitaria se tiene que centrar sobre todo en medir los resultados que se alcanzan.
Jos¨¦ Joaqu¨ªn Mira Solves es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Social
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