No es una cuesti¨®n de insatisfacci¨®n, sino de experimentaci¨®n. Nuestros gustos sexuales se sofistican. Cada vez queremos m¨¢s.
Dos hombres. Dos mujeres. Un hombre y una mujer. Tener la suerte de encontrar las otras dos piezas de ese puzle que una noche decidimos montar sobre nuestras s¨¢banas. Qu¨¦ rico. Estimular dos ¨®rganos sexuales a la vez provoca el doble de sensaciones. De entrada, todo lo que se salga de la m¨¢s estricta convencionalidad, es criticado. M¨¢xime cuando uno de los elementos a tener en cuenta es, precisamente, el ¨®rgano sexual del que menos se habla como tal. Puede que si supi¨¦ramos hasta qu¨¦ punto es placentero nuestro cuerpo (entero) sabr¨ªamos sacarle el suficiente partido al placer.
BENDITO CULO
El ano es uno de los ¨®rganos sexuales m¨¢s menospreciados, con la de satisfacciones que reporta. Hombres y mujeres se resisten a incluirlo en sus juegos amatorios, desconociendo, por tanto, hasta d¨®nde podr¨ªan llegar con ¨¦l. La estimulaci¨®n de la pr¨®stata es para algunos una delicia, aunque profesionales del ramo aseguran que esa estimulaci¨®n per se no es satisfactoria. Eduard Garc¨ªa Cruz, ur¨®logo especializado en sexo, cada vez que le saco el tema me dice que no, que no hay ninguna evidencia cient¨ªfica de que la pr¨®stata, por s¨ª misma, tenga una cantidad de nervios sensitivos que puedan reportar placer. Dejen de medirse d¨®nde pueda estar. ?Y entonces? ?Por qu¨¦ tantos y tantos hombres aseguran que disfrutan como cochinos cuando sus parejas tiran de plugs anales, dildos o incluso dedos? Porque lo que sienten, y mucho, es el ano en toda la extensi¨®n de la palabra. Anos masculinos y femeninos. A Miguel, treinta y pico a?os, lo que m¨¢s le gusta es que se lo laman. El beso negro le parece una aut¨¦ntica delicia. Si ese sexo oral en su ano se acompa?a de una masturbaci¨®n, seg¨²n ¨¦l, "se puede llegar uno a marear del placer". Lo mismo ocurre en el caso de las se?oras. Si alguien es capaz de llegar a ambos ¨®rganos sin ayuda extra, reciban todas mis felicitaciones. (Y cu¨¦nteme c¨®mo. Ardo en deseos).
Qu¨¦ pena que toda pr¨¢ctica sexual tenga un componente cultural, como bien dice Ignasi Puig Rodas, psic¨®logo y sex¨®logo y un especialista en sexualidades no convencionales. Hubiera estado bien que, desde el principio, nos hubieran contado las bondades de nuestro culo. "Toda pr¨¢ctica sexual tiene encima esa carga cultural. La pose del misionero va asociada a ser una persona convencional, mojigata y nada imaginativa. Y la doble penetraci¨®n implica querer mucho. Todo lo doble es extra, en grande, es exceso. Lo que le da un valor negativo. En caso de ser una doble penetraci¨®n de dos vergas, implica a m¨ªnimo tres personas (se ha sacado el sexo de la pareja, lo que se traduce en pecado para muchos). Y cuando es a la mujer a quien se le hace una doble estimulaci¨®n (por dos penes, o penetraci¨®n m¨¢s estimulaci¨®n manual anal, o lo que sea) ya viene la carga moral de 'le gusta mucho el sexo'. Se la juzgar¨¢ inmediatamente y ser¨¢ considerada una guarra". A?¨¢danle que todo lo que sea doble (dos amantes o doble estimulaci¨®n) nos viene referenciado por el porno, ese c¨²mulo de desprop¨®sitos para tantos que ni siquiera se plantean que se pueda educar con im¨¢genes sexuales. M¨¢s nos valdr¨ªa, no hay libros de texto en los que aparezca el cl¨ªtoris. Se le niega a las ni?as que puedan saber que tienen oro entre las piernas. A ver si lo que tenemos que hacer es ver pornograf¨ªa, no basura.
PERO, ?ESTO MOLA?
Pues depende. Las terminaciones nerviosas son caprichosas como ellas solas y tienen la desfachatez de aparecer donde les da la gana. No todos tenemos las mismas ni su estimulaci¨®n reporta a todos las mismas satisfacciones. Hay personas capaces de tener un orgasmo durante un masaje en los pies y otros no permitir¨ªan nunca que se los tocaran. Ocurre lo mismo con nuestros ¨®rganos sexuales. Tampoco gestionamos igual tener doble raci¨®n en nuestra cama. Puede haber quien se incomode por sentirse vulnerable. "Hay personas que pueden significarlo como descontrol, pues al recibir estimulaci¨®n por muchos lados o interviniendo mucha gente, se genera una situaci¨®n de vulnerabilidad en la que me siento sobrepasado por la situaci¨®n". Sentirse desprotegidos hace que se sientan, parad¨®jicamente, m¨¢s seguros en su sexualidad. Quieren tener un sexo en el que no sean ellos los que controlan. "Y siguiendo con la lista", prosigue Puig Rodas, "hay qui¨¦n lo puede ver como vejaci¨®n, como sometimiento, como poder hacia quien le estimula. Cada cual lo puede vivir de muchas maneras y esa vivencia genera un extra de placer". Es decir, esa vulnerabilidad puede suponer un acicate de excitaci¨®n extra o una aut¨¦ntica pesadilla, dependiendo de qui¨¦n lo viva.
?Y ENTONCES?
Entonces rel¨¢jense y analicen su propia sexualidad. No quieran seguir la de los dem¨¢s, por mucho que les llame la atenci¨®n lo que les cuenten. Inf¨®rmense, analicen, preg¨²ntense y prueben aquello que les apetezca.
Y, si apetece, perpetren. Por seguridad, siempre perpetren.
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