Puigdemont juega a la ruleta rusa
Hasta la fecha, los l¨ªderes del 'proc¨¦s' hab¨ªan evitado mostrar cercan¨ªa o alineamiento expl¨ªcito con relaci¨®n al Kremlin.
Puigdemont ha lanzado un gui?o al Kremlin. Y no ha sido precisamente sutil. En una entrevista al tabloide ruso Komsom¨®lskaia Pravda, el expresident fugado no solo anuncia unas futuras relaciones cercanas y amistosas con Rusia de la "Catalu?a independiente", sino que va m¨¢s all¨¢ y hace propios algunos de los mantras de la maquinaria propagand¨ªstica del Kremlin, del que este diario es una buena muestra. No sabemos qu¨¦ pretende conseguir exactamente Puigdemont con esto, pero refleja algunas novedades significativas.
Hasta la fecha, los l¨ªderes del proc¨¦s hab¨ªan evitado mostrar cercan¨ªa o alineamiento expl¨ªcito con relaci¨®n al Kremlin. El independentismo catal¨¢n confiaba en ser respaldado y reconocido por las principales potencias occidentales y alcanzar una quim¨¦rica permanencia autom¨¢tica de la rep¨²blica catalana en la Uni¨®n Europea. En consecuencia, un acercamiento al Kremlin pod¨ªa resultar contraproducente, cuando no directamente t¨®xico para estas aspiraciones. Pero, al no ir los hechos en esa direcci¨®n y en su actual huida hacia delante, Puigdemont parece no descartar ninguna opci¨®n para lograr la anhelada internacionalizaci¨®n del proc¨¦s.
Varias de sus afirmaciones durante la entrevista buscan, sin duda, despertar la simpat¨ªa de la opini¨®n p¨²blica rusa y del propio Kremlin. As¨ª, Puigdemont alerta de la "completa destrucci¨®n de la autoridad moral de la UE"; preguntado por Crimea y Donb¨¢s (Ucrania), afirma que "la gente de todo el mundo debe tener los mismos derechos en el reconocimiento de su voluntad por parte de la comunidad internacional"; y sobre la OTAN, dice, debe "repensarse su papel m¨¢s como un instrumento para proteger la democracia y la paz". Es decir, el expresidente catal¨¢n se suma a la campa?a del Kremlin para socavar la UE y los sistemas democr¨¢ticos europeos, legitima la intervenci¨®n militar encubierta de Rusia en Ucrania y siembra dudas maliciosas sobre la Alianza Atl¨¢ntica de la que, al no haber repregunta, nos quedamos sin saber a qu¨¦ cree ¨¦l que se dedica en la actualidad si no es a proteger la democracia y la paz.
La entrevista asume por completo el marco de an¨¢lisis del independentismo catal¨¢n y, con ayuda del entrevistador, Puigdemont aprovecha para colar unas cuantas falsedades. As¨ª, por ejemplo, se da a entender que solo un 10% de los catalanes se oponen a la independencia, tomando como referencia aquellos que votaron no el 1 de octubre. El "refer¨¦ndum", por cierto, no se contextualiza, y al igual que sucede con la mayor parte de los medios rusos, se da por bueno. De ah¨ª que nunca se hable de "refer¨¦ndum ilegal" sino de "refer¨¦ndum" a secas.
De igual forma, Puigdemont califica de "desinformaci¨®n" la injerencia rusa en la crisis catalana y afirma que un "informe de expertos del Parlamento brit¨¢nico rechaza que haya existido ninguna influencia secreta de Rusia". Sin embargo, el informe en cuesti¨®n resulta bastante expl¨ªcito cuando afirma que "hemos escuchado pruebas que muestran la presunta interferencia rusa". Puigdemont recurre a una triqui?uela frecuente de medios como RT o Sputnik: presentar una cosa por otra. As¨ª, ¨¦l no se refiere realmente al "informe publicado por el Parlamento brit¨¢nico", sino a la comunicaci¨®n enviada por un hacker simpatizante de Wikileaks y que, vaya por d¨®nde, es la ¨²nica de las 154 recibidas por el Comit¨¦ a cargo de esta investigaci¨®n sobre desinformaci¨®n y fake news en Europa que respalda su argumento.
Toda la entrevista tiene un tono amable y Puigdemont es presentado como "el rebelde pac¨ªfico de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica" que ahora vive en Bruselas con la pintoresca condici¨®n de "emigrante pol¨ªtico". Quiz¨¢s por eso uno de los miembros de su equipo en Waterloo public¨® un tuit que transmit¨ªa cierta euforia por la aparici¨®n de Puigdemont en (seg¨²n ¨¦l) "el diario m¨¢s importante de Rusia". No obstante, aunque el titular de la entrevista apunta a esa futura amistad con Mosc¨², el expresidente catal¨¢n es presentado como "el l¨ªder de los separatistas catalanes", lo que introduce un matiz extremadamente negativo en el contexto ruso, donde alguien puede acabar en la c¨¢rcel por el mero hecho de compartir en redes sociales algo que remotamente pueda sugerir simpat¨ªa por un movimiento secesionista dentro de la Federaci¨®n Rusa.
De la misma manera, aunque en los informativos y tertulias de las principales cadenas de televisi¨®n rusas (Rossiya 1, NTB, RT, Rossiya 24 o el Piervy Kanal) se asumieron y difundieron con entusiasmo todas las narrativas del independentismo catal¨¢n, los tertulianos locales quedaron profundamente decepcionados con la huida de Puigdemont, blanco de mofas y dardos desde entonces. De hecho, si ese mismo equipo que rodea al expresident hubiera realizado un an¨¢lisis algo m¨¢s profundo y sosegado, habr¨ªa comprendido f¨¢cilmente que el principal efecto de esta entrevista no ser¨ªa el que buscaban ellos. Estas declaraciones de Puigdemont y su figura sirven fundamentalmente para reforzar ante la audiencia dom¨¦stica rusa la narrativa del Kremlin sobre una UE a la deriva, infestada de conflictos, desigualdades y pobreza y al borde del colapso. De ah¨ª, por ejemplo, la amplia cobertura que est¨¢n dedicando estas semanas al fen¨®meno de los chalecos amarillos en Francia. A ojos de estos mismos medios, algo no muy diferente de lo sucedido en Catalu?a en el oto?o de 2017 por mucho que en Waterloo no se hayan enterado.
Nicol¨¢s de Pedro es investigador senior en The Institute for Statecraft.
Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para EL PA?S
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