Celebrity politics
En tiempos de ret¨®ricas populistas, los famosos se adaptan al electorado menos politizado
Siempre ha habido un lugar para los famosos en la pol¨ªtica. La ¨²nica diferencia quiz¨¢ haya sido el camino a la fama de cada ¨¦poca. En la vieja Roma de las legiones, el ej¨¦rcito proporcion¨® celebridades para dirigir el Imperio. En nuestras democracias de audiencia, los famosos provienen de los entornos medi¨¢ticos, especialmente de aquellos vinculados con el entretenimiento: deporte, cine, artes, ?tertulias? Reagan, Eastwood, Schwarzenegger o el astronauta John Glenn (quien, tras una larga carrera como senador, regres¨® al espacio con 77 a?os) son algunos ejemplos de una larga lista de celebridades que decidieron liderar partidos para alcanzar el poder.
Como apunta Mark Wheeler en su reciente Celebrity politics, el uso de actores, deportistas o comunicadores como candidatos est¨¢ experimentando un auge sin precedentes. Es el resultado del debilitamiento de los partidos, que han perdido eficacia como escuelas de entrenamiento para profesionales de la pol¨ªtica, formados a lo largo del tiempo en el manejo de los asuntos p¨²blicos y en la gesti¨®n de las organizaciones y de los equipos personales como instrumentos de representaci¨®n de los ciudadanos. Por eso, la presencia de famosos en pol¨ªtica ha ido en paralelo al declive de los partidos como trampolines para el poder.
En el trasfondo de todo ello, el auge de la denominada celebrity politics refleja una creciente insatisfacci¨®n de los ciudadanos con la pol¨ªtica profesional y la consecuente p¨¦rdida de credibilidad en aquellos l¨ªderes que se identifican a s¨ª mismo como pol¨ªticos. En los nuevos tiempos de ret¨®ricas populistas y l¨®gicas plebiscitarias, los famosos proporcionan al combate pol¨ªtico un relato mejor adaptado al electorado menos politizado: son populares y conocidos, poseen atractivo, y muchos suelen haber acumulado ¨¦pica y ¨¦xito. A menudo, tambi¨¦n afluencia econ¨®mica. Es cierto que esto ¨²ltimo puede ser un serio inconveniente en pa¨ªses donde la riqueza no est¨¢ premiada socialmente, y el dinero se ha habituado a sortear la legislaci¨®n sobre impuestos dise?ada con dudosas aspiraciones escandinavas.
Las celebridades deben estar preparados para que salga a relucir su pasado menos noble
?Qu¨¦ consecuencias para la democracia conlleva el auge de los famosos en pol¨ªtica? A pesar de quienes ven la celebrity politics como un signo de declive pol¨ªtico, su popularidad y credibilidad puede contribuir a reforzar el deteriorado v¨ªnculo representativo entre gobernantes y ciudadanos. Un estudio de David Jackson y Thomas Darrow demuestra que el apoyo de famosos a pol¨ªticas impopulares o controvertidas las hace m¨¢s aceptables para el electorado joven. No obstante, eso conlleva un riesgo si los famosos utilizan su capital de popularidad para impulsar causas poco democr¨¢ticas y reforzar el cesarismo carism¨¢tico. Aun as¨ª, como apunta el polit¨®logo neozeland¨¦s Paul t¡¯Heart, al entrar en pol¨ªtica, los famosos tambi¨¦n aceptan perder la posibilidad del perd¨®n p¨²blico que existe en otros ¨¢mbitos medi¨¢ticos. Esta es la primera lecci¨®n que deben aprender las celebridades que entran en pol¨ªtica: tambi¨¦n saldr¨¢ a relucir su pasado menos noble, y deber¨¢n estar preparados para ello. No hay ning¨²n reality show con la capacidad trituradora y de escrutinio que posee la pol¨ªtica competitiva y su inherente tendencia a la renovaci¨®n del personal pol¨ªtico.
Juan Rodr¨ªguez Teruel es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia.
Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica, para EL PA?S.
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