F¨®rmulas magistrales
Galileo y Newton iluminaron el ¡°oscuro laberinto¡± de la naturaleza con sus magistrales f¨®rmulas matem¨¢ticas
Se podr¨ªa decir que la ciencia, en el sentido actual del t¨¦rmino, ech¨® a andar con Galileo, que dijo que el libro de la naturaleza est¨¢ escrito in lingua matematica (Leonardo hab¨ªa dicho algo muy parecido un siglo antes), y tambi¨¦n, abundando en la misma idea, que hay que medir todo lo que es medible y hacer medible lo que no lo es; una teor¨ªa cosmol¨®gica y un programa cient¨ªfico resumidos en un par de frases, que inspirar¨ªan a Newton para, subi¨¦ndose a hombros de Galileo y otros gigantes, vislumbrar -y transcribir- las ¡°frases¡± fundamentales de ese inmenso libro matem¨¢tico. Frases hechas de n¨²meros y de letras dotadas de un significado nuevo, y que, lamentablemente, se convirtieron para muchos en un lenguaje cifrado, casi inici¨¢tico.
Cuando Stephen Hawking public¨® su Breve historia del tiempo, dijo jocosamente que su editor le hab¨ªa advertido de que, si inclu¨ªa f¨®rmulas matem¨¢ticas en el libro, las ventas se reducir¨ªan a la mitad. Es lamentable, por no decir alarmante, que incluso las personas interesadas en la ciencia, compradoras potenciales de un libro como el de Hawking, tengan dificultades para leer la lingua matematica de la que habla Galileo; porque eso no solo significa que no pueden leer con plena comprensi¨®n muchos libros y art¨ªculos interesantes sobre el mundo en que vivimos, sino que solo pueden leer a medias el gran libro de la naturaleza, que, siguiendo con Galileo, se convierte en un ¡°oscuro laberinto¡± si no lo iluminamos con las f¨®rmulas y ecuaciones que lo describen y explican.
Te propongo una sencilla prueba: mira las f¨®rmulas siguientes y hazte una triple pregunta: ?S¨¦ lo que significan?, ?entiendo claramente lo que afirman?, ?conozco su origen y sus aplicaciones? Empecemos con un ejemplo muy sencillo: todas las personas medianamente cultas saben que el ¨¢rea del c¨ªrculo es ¦Ðr2, y tambi¨¦n saben leer los signos utilizados: pi multiplicado por el radio al cuadrado, siendo ¦Ð = 3,14¡ S¨ª, pero ?por qu¨¦?, ?c¨®mo se obtuvo esta f¨®rmula?, ?qu¨¦ otros resultados se desprenden de ella? Y sigamos con otras nueve f¨®rmulas bastante conocidas (y algunas incluso tan famosas como la primera y la ¨²ltima), pero a menudo poco comprendidas:
E = mc2
Mira las f¨®rmulas siguientes y hazte una triple pregunta: ?S¨¦ lo que significan?, ?entiendo claramente lo que afirman?, ?conozco su origen y sus aplicaciones?
F = m.a
a2 =b2 + c2
V = I.R
F = G m1m2/r2
PV/T = P¡¯V¡¯/T¡¯
C + V = A + 2
¦µ = (1 + ¡Ì5)/2
H2O
?Qu¨¦ podr¨ªas decir de cada una de estas f¨®rmulas? ?Qu¨¦ dudas e interrogantes te suscitan?
Como es bien sabido, se suele denominar ¡°f¨®rmulas magistrales¡± a los preparados farmac¨¦uticos. Puede que la expresi¨®n sea un poco pomposa aplicada a un jarabe para la tos; pero es totalmente adecuada si nos referimos a f¨®rmulas y ecuaciones como las antes enumeradas, pues son las llaves maestras que nos abren las puertas del conocimiento m¨¢s s¨®lido, fiable y operativo del que disponemos: el conocimiento cient¨ªfico. Y en sucesivas entregas intentar¨¦ explicar el dignificado, la historia y las aplicaciones de cada una de ellas.
¡°Solo Euclides ha contemplado la belleza desnuda¡±, dijo la gran poeta estadounidense Edna St. Vincent Millay. Pero no hay que tomarse sus hermosos versos al pie de la letra: los dem¨¢s tambi¨¦n podemos contemplarla si seguimos a Euclides y a quienes le sucedieron en la tarea de iluminar el oscuro laberinto y desnudar la belleza. Porque nuestra mayor fuerza como especie es que cualquier cosa que cualquier persona descubra o imagine y logre expresar mediante signos -sean letras o n¨²meros, im¨¢genes o sonidos- est¨¢ al alcance de todas las dem¨¢s.
Carlo Frabetti es escritor y matem¨¢tico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado m¨¢s de 50 obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica para adultos, ni?os y j¨®venes, entre ellos Maldita f¨ªsica, Malditas matem¨¢ticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal. Tambi¨¦n es autor de El juego de la ciencia.
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