Gibraltexit
El Brexit no hace peligrar la cohesi¨®n europea, como se ha comprobado, pero s¨ª la unidad del Reino Unido
La inclusi¨®n de la referencia a que Gibraltar es ¡°una colonia de la corona brit¨¢nica¡± en un texto oficial de la Uni¨®n Europea (UE) ha irritado al Gobierno brit¨¢nico.
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Se comprende, pues estaba habituado a que la reproducci¨®n de esa doctrina de Naciones Unidas se hubiera sorteado en los textos comunitarios hasta ahora, en aras de una equidistancia cort¨¦s, ya que los dos pa¨ªses separados por este anacr¨®nico asunto, Espa?a y Reino Unido, pertenec¨ªan por igual al mismo club. Ante la creciente probabilidad de que Londres lo abandone abruptamente ¡ªsin pacto y tras rechazar el detallado Acuerdo de Retirada que su Gobierno hab¨ªa ya alcanzado con los negociadores de los 27¡ª, la motivaci¨®n de esa cautela decae. Un rudo Brexit sin acuerdo incorporar¨ªa pues, obviamente, un Gibraltexit asimismo menos amable. Supondr¨ªa un apreciable logro diplom¨¢tico de Espa?a, que impulsa la universalidad de las resoluciones de la ONU, a cuyo Consejo de Seguridad pertenece Londres.
El documento no supone ning¨²n efecto ni perjuicio para los ciudadanos del Pe?¨®n ni para los del Campo de Gibraltar: el texto al que se incorpora facilita que los viajeros brit¨¢nicos a Europa, y viceversa, puedan trasladarse sin visado si es en per¨ªodos cortos. La limitaci¨®n a la lib¨¦rrima circulaci¨®n de la que todos gozaban hasta ahora no se debe pues al Gibraltexit, sino al Brexit.
Un buen impacto colateral de este asunto es que constituye una ratificaci¨®n pr¨¢ctica de lo que los dirigentes de la UE acaban de advertir, por en¨¦sima vez, a la primera ministra Theresa May: el acuerdo de retirada no puede reabrirse (otra cosa es la declaraci¨®n pol¨ªtica adherida) porque otros socios podr¨ªan suscitar asuntos bilaterales pendientes, como el caso de Gibraltar. Hasta el infinito.
Y un motivo de reflexi¨®n para el Gobierno brit¨¢nico y sus seguidores: el Brexit no hace peligrar la cohesi¨®n europea, como se ha comprobado. Pero s¨ª la unidad de Reino Unido, garantizada por su pertenencia a la UE, tanto, al menos, como por su potencia individual. En el caso del Pe?¨®n se acabar¨ªan las buenas palabras. En el de Irlanda del Norte se reabrir¨ªan las tensiones potencialmente violentas, encauzadas por el Acuerdo de Viernes Santo que apoyaron (y financian) los europeos; y el pulso a la reunificaci¨®n de Irlanda, bajo mando irland¨¦s.
Es lo que acarrea despreciar los avances obtenidos. No solo peligra la integridad del vetusto reino, sino tambi¨¦n todo aquello que ha rescatado y multiplicado desde que pertenece a esa Europa que parece ahora ignorar: su econom¨ªa en la era posimperial, su apertura comercial, su potencialidad universitaria y cient¨ªfico-tecnol¨®gica, su presencia en las artes innovadoras, su influencia legislativa y el papel de su lengua. Gibraltar aparece as¨ª como la primera de una nutrida serie de graves migra?as.
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