Espa?a-Marruecos: El salto pendiente
Ambos pa¨ªses cooperan mucho m¨¢s de lo que sus opiniones p¨²blicas creen, pero menos de lo que podr¨ªan hacer
En contra de lo que se suele repetir, ambos vecinos no est¨¢n condenados a entenderse, pero s¨ª estar¨¢n condenados si no colaboran en un n¨²mero creciente de ¨¢mbitos. Es hora de dar un salto cualitativo en las relaciones bilaterales, en beneficio de ambas sociedades.
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Dicen que el roce hace el cari?o, pero tambi¨¦n genera fricciones. Espa?a y Marruecos son dos pa¨ªses que se rozan f¨ªsicamente, y que tienen cada vez m¨¢s v¨ªnculos humanos, econ¨®micos y en cuestiones de seguridad. Mucho ha cambiado la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses vecinos desde aquel verano de 2002, cuando estuvieron a punto de ir a la guerra por el min¨²sculo islote de Perejil. En los a?os transcurridos, los sucesivos Gobiernos ¡ªa ambos lados¡ª han mostrado su voluntad de emplear un enfoque pr¨¢ctico y realista que ha permitido intensificar la cooperaci¨®n en ¨¢mbitos econ¨®micos, migratorios y de lucha contra amenazas comunes como el yihadismo transnacional. Sin embargo, esa buena sinton¨ªa parece ser el resultado de que no se aborden aspectos de fondo que han enturbiado la relaci¨®n en el pasado y que, probablemente, lo puedan volver a hacer en el futuro.
Las distintas encuestas de opini¨®n en ambos pa¨ªses muestran que sus poblaciones son conscientes de la importancia de la relaci¨®n bilateral. Marruecos y el conjunto del Magreb son una prioridad para Espa?a por diversos motivos que afectan a la seguridad de los espa?oles, pero tambi¨¦n por las oportunidades que esa regi¨®n vecina puede ofrecer. La opini¨®n p¨²blica espa?ola ha tomado conciencia de ello, tal como refleja el Bar¨®metro del Real Instituto Elcano (BRIE) del pasado diciembre. La regi¨®n del Magreb (Marruecos en concreto) ha ganado relevancia en los ¨²ltimos 40 a?os como objeto de atenci¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica espa?ola. A esa creciente importancia responde la visita de Estado que los Reyes de Espa?a emprenden al reino alau¨ª, con el que Espa?a mantiene unas relaciones cada vez m¨¢s densas, pero al mismo tiempo complejas.
Marruecos y Espa?a cooperan mucho m¨¢s de lo que sus opiniones p¨²blicas creen, pero menos de lo que podr¨ªan hacer, dada su posici¨®n geogr¨¢fica, sus conexiones humanas y las complementariedades que existen entre sus econom¨ªas. Basta con fijarse en algunos datos para comprobar el salto que se ha producido a nivel econ¨®mico. En el ¨²ltimo lustro, Espa?a se ha convertido en el primer proveedor de Marruecos, por delante de Francia. El importante crecimiento de la presencia de empresas espa?olas (sobre todo pymes) y de los flujos comerciales a trav¨¦s del estrecho de Gibraltar ha hecho que Marruecos se haya convertido en el primer cliente de Espa?a en ?frica y el segundo a nivel mundial fuera de la UE, solo superado por EE UU.
Marruecos y el conjunto del Magreb son una prioridad para Espa?a por diversos motivos que afectan a la seguridad de los espa?oles
Las exportaciones de Espa?a a Marruecos ascendieron a m¨¢s de 8.000 millones de euros en 2017. A esa cifra hay que sumar el contrabando ¡ªo ¡°comercio at¨ªpico¡±¡ª que se realiza a trav¨¦s de Ceuta (y de Melilla hasta que Marruecos cerr¨® unilateralmente esa frontera comercial en agosto pasado). El auge de las exportaciones espa?olas arroj¨® en 2017 un super¨¢vit comercial con Marruecos de m¨¢s de 1.700 millones de euros. Sin embargo, las inversiones espa?olas all¨ª siguen siendo bastante bajas (en torno al 8% del total que recibe Marruecos). Dice mucho de lo que a¨²n falta por hacer entre ambos pa¨ªses el hecho de que las principales multinacionales espa?olas est¨¦n ausentes o tengan una presencia limitada en el pa¨ªs vecino, sobre todo en un momento en que este est¨¢ diversificando su lista de socios comerciales con una creciente presencia de EE UU, los pa¨ªses ¨¢rabes del Golfo, China, Rusia, Turqu¨ªa y pa¨ªses del ?frica subsahariana.
Marruecos es un vecino que est¨¢ a 14 kil¨®metros de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, pero solo a escasos metros del territorio espa?ol, con el que tiene fronteras terrestres. La proximidad geogr¨¢fica, sumada a la presencia de una importante comunidad marroqu¨ª en Espa?a (cercana a las 700.000 personas, adem¨¢s de 200.000 nacionalizados espa?oles), al diferencial de renta per c¨¢pita (24.000 euros frente a 2.500 euros en 2017, seg¨²n la ONU) y a las diferencias pol¨ªticas, demogr¨¢ficas y culturales, suponen un terreno abonado para las divergencias y fricciones. Sin embargo, esas mismas realidades hacen que tambi¨¦n existan motivos para cooperar m¨¢s y buscar f¨®rmulas de complementariedad beneficiosas para ambas sociedades, m¨¢xime cuando se solapan m¨²ltiples crisis econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas a ambos lados del estrecho de Gibraltar que amenazan con aumentar los conflictos sociales y con erosionar los respectivos sistemas pol¨ªticos.
En Marruecos existe el riesgo de que aumente el malestar social si no mejoran las condiciones de vida y si no se generan oportunidades para la poblaci¨®n que desea prosperar y no encuentra la forma de hacerlo. Tanto la baja renta per c¨¢pita, como las insuficientes tasas de crecimiento (1,1% en 2016 y 4,1% en 2017) y los niveles de desigualdad son fuentes potenciales de conflicto. Se hace necesario que el modelo de desarrollo impulsado en Marruecos alcance un crecimiento mayor y m¨¢s inclusivo, reduzca las desigualdades de renta, mejore los servicios sociales y, sobre todo, combata el desempleo y el subempleo que golpean las expectativas vitales de los j¨®venes. Un dato inquietante es que Marruecos se encuentre en el puesto 123 de los 189 pa¨ªses incluidos en el ?ndice de Desarrollo Humano del PNUD, por detr¨¢s de pa¨ªses vecinos como Argelia y T¨²nez (en los puestos 85 y 95, respectivamente).
Los principales focos de tensi¨®n entre ambos pa¨ªses siguen girando en torno a cuestiones de soberan¨ªa y delimitaciones territoriales, tanto terrestres como mar¨ªtimas. Eso se suma a fen¨®menos como la gesti¨®n de la inmigraci¨®n irregular (las llegadas a Espa?a crecieron mucho en 2018, hasta cerca de 65.000, sobre todo marroqu¨ªes) y la lucha contra los tr¨¢ficos il¨ªcitos, entre otros. Hay que aprovechar la buena disposici¨®n mostrada por los dirigentes de ambos pa¨ªses para abordar los contenciosos que requieren de buena voluntad pol¨ªtica para su resoluci¨®n de forma aceptable y gradual (la delimitaci¨®n de aguas territoriales, la sostenibilidad econ¨®mica y social de Ceuta y Melilla y la b¨²squeda de una soluci¨®n justa y constructiva al conflicto del S¨¢hara Occidental), en lugar de esperar a que aparezcan situaciones de conflicto y crispaci¨®n que se pod¨ªan haber evitado.
Espa?a debe seguir apoyando a su vecino del sur, tanto de forma directa como en los organismos internacionales, y acompa?arlo en las reformas que contribuyan a la modernizaci¨®n del Estado y al buen gobierno. No es mala idea que Espa?a sea ¡°la voz de Marruecos en la UE¡±, siempre y cuando se haga desde el di¨¢logo cr¨ªtico y se vean avances en la consecuci¨®n de objetivos comunes que contribuyan a la estabilidad y prosperidad de su vecindario. Uno de esos objetivos ha de ser la superaci¨®n de los altos niveles de desconocimiento mutuo, de las percepciones cargadas de estereotipos y del d¨¦ficit de contactos entre actores sociales y pol¨ªticos.
La estrecha relaci¨®n entre las jefaturas del Estado de ambos pa¨ªses ha sido una constante que ha resistido a las distintas coyunturas y dificultades en la relaci¨®n bilateral. Esta relaci¨®n ha sido clave para solventar situaciones de tensi¨®n en el pasado. Ahora es el momento de que esos lazos entre las monarqu¨ªas sirvan para facilitar que se produzca un salto cualitativo en el plano social y humano entre ambos pa¨ªses, mejorando el conocimiento mutuo y construyendo puentes culturales y profesionales.
Haizam Amirah Fern¨¢ndez es investigador principal de Mediterr¨¢neo y Mundo ?rabe en el Real Instituto Elcano y profesor de Relaciones Internacionales en el IE. @HaizamAmirah
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