Cuidado con las buenas intenciones, tambi¨¦n pueden empeorar un conflicto
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Ante un conflicto, la primera pregunta que nos asalta es: ?qu¨¦ hay que hacer? Sin embargo, deber¨ªamos plantearnos antes otra: ?qu¨¦ no hay que hacer? La buena voluntad no es siempre efectiva. Con ella podemos empeorar la situaci¨®n.
UNA PREGUNTA que suele hacerse con cierta frecuencia ante situaciones no deseadas es: ?qu¨¦ hay que hacer? Cuando en una relaci¨®n o en un grupo aparece un conflicto, el primer impulso es pensar en qu¨¦ es lo que hay que hacer. Pero en la mayor¨ªa de las relaciones y en la mayor¨ªa de los trabajos existe una cosa m¨¢s importante que saber qu¨¦ es lo que hay que hacer: saber lo que no hay que hacer.
Hace poco m¨¢s de un siglo y medio, el doctor Ign¨¢c Semmelweis trabajaba en el hospital General de Viena. En aquella ¨¦poca, en la sala de maternidad del hospital fallec¨ªan de fiebre puerperal m¨¢s del 13% de las mujeres que daban a luz, pero no era un problema exclusivo de aquel centro. Entre 1746 y 1774, en el hospital Hotel-Dieu de Par¨ªs murieron el 58% de las parturientas. En el mismo periodo de tiempo, la mortalidad en el hospital Westminster de Londres escal¨® al 68%.
Ign¨¢c Semmelweis se rebel¨® ante la impasibilidad de sus colegas del hospital. Mientras el resto de los doctores contemplaban sin mover un dedo c¨®mo mor¨ªan cientos de mujeres tras el parto debido a la fiebre puerperal, achac¨¢ndola al fr¨ªo, a la humedad, al hacinamiento de las salas de maternidad e incluso a la providencia, Semmelweis decidi¨® buscar explicaciones y encontrar soluciones. ?Por qu¨¦ tantas mujeres fallecen de fiebre despu¨¦s de haber dado a luz sin problemas?, se preguntaba una y otra vez. Y se puso a observar. ?Qu¨¦ observ¨®? Que la mortalidad era mucho mayor en la sala de las mujeres atendidas por m¨¦dicos que en la sala de las mujeres atendidas por comadronas. ?Incluso las mujeres que daban a luz en la calle mor¨ªan con menos frecuencia!
Debemos plantearnos seriamente aplicar la asepsia emocional en nuestras relaciones con otras personas
Y observ¨® tambi¨¦n que la mortalidad era m¨¢s alta en las mujeres atendidas por los m¨¦dicos y los estudiantes en pr¨¢cticas que se ocupaban de ellas despu¨¦s de realizar sus pr¨¢cticas de anatom¨ªa con cad¨¢veres. Cuando eran atendidas por las comadronas, que hac¨ªan su trabajo sin haber realizado ninguna tarea forense, la mortalidad bajaba.
Fue entonces cuando se le ocurri¨® a Semmelweis que m¨¦dicos y estudiantes transportaban de la morgue a la sala de partos algo infeccioso en sus manos. Prepar¨® una soluci¨®n de cloruro y consigui¨® que se las lavasen con ella. La terrible sangr¨ªa de vidas que ocasionaba la fiebre puerperal termin¨® con un simple lavado de manos. Estamos hablando de la asepsia.
Quien m¨¢s, quien menos, estar¨¢ familiarizado con este t¨¦rmino. Incluso habr¨¢ quien pensar¨¢ que es aplicable ¨²nica y exclusivamente a la medicina, pero ?nos hemos planteado alguna vez que en nuestra relaci¨®n con las personas ya va siendo hora de que empecemos a utilizar la asepsia emocional? ?Observamos suficientemente cu¨¢les son las consecuencias de nuestras palabras, de nuestros comportamientos, de nuestras actitudes, como en su momento hizo el doctor Semmelweis? ?O asistimos impasibles a las consecuencias de nuestro hacer, como hicieron sus colegas, y para quedarnos tranquilos encontramos siempre la causa en el otro, nunca en nosotros mismos?
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Hay una pregunta que deber¨ªamos hacernos, y probablemente en algunos casos nos ayudar¨ªa a entender una cantidad ingente de situaciones y en otros nos ayudar¨ªa a evitarlas, y es: ?qu¨¦ tengo que ver yo con lo que est¨¢ pasando? En numerosas ocasiones no somos conscientes de la importancia de saber qu¨¦ es lo que no hay que hacer. Amparados por la buena voluntad, creemos que con ella es suficiente para resolver lo que sea necesario, y en el caso de que no haya sido lo m¨¢s acertado, lo hemos hecho con ¡°buena intenci¨®n¡±. Y as¨ª, con la mejor de las intenciones, somos nosotros los que, con el prop¨®sito de ayudar, empeoramos la situaci¨®n, incurriendo en la iatrogenia.
Iatrogenia es una palabra derivada de la griega iatrog¨¦nesis, formada por dos palabras: iatros, que significa ¡°m¨¦dico¡±, y g¨¦nesis, que significa crear. Iatrogenia quiere decir ¡°provocado por el m¨¦dico¡±. Su origen lo encontramos en el ¨¢mbito de la medicina, pero en todas y cada una de las profesiones existe la posibilidad de ser iatrog¨¦nicos. ?Cu¨¢ntos de nosotros no hemos sido en algunas situaciones testigos y en otras perjudicados por una soluci¨®n que en lugar de mejorar la situaci¨®n la empeor¨®? ?A qui¨¦n no le ha sucedido alguna vez que ha aplicado lo que pensaba que iba a ser la soluci¨®n y ha terminado siendo un problema?
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