¡°La colaboraci¨®n de los machos en la crianza es esencial en nuestra evoluci¨®n¡±
El investigador repasa en su ¨²ltimo libro la historia de los f¨®siles que nos ayudan a reconstruir los procesos que llevaron a la aparici¨®n de los seres humanos
El futbolista Jorge Valdano dec¨ªa que era muy rara la noche en que no so?aba con goles espectaculares, hermosos y suyos. Antonio Rosas (Madrid, 1960) reconoce que sue?a con f¨®siles, hermosos y suyos, restos de seres con los que reconstruir el c¨²mulo de vicisitudes que hizo posible la aparici¨®n de los seres humanos. En estos momentos, dice que el vestigio con el que sue?a es el del ancestro com¨²n que tuvimos los humanos y los chimpanc¨¦s, los animales m¨¢s cercanos a nosotros que todav¨ªa caminan sobre la Tierra, y lo busca en Guinea Ecuatorial, en ?frica Occidental, donde se cree que est¨¢ el origen de nuestro linaje.
Rosas acaba de publicar el libro Los f¨®siles de nuestra evoluci¨®n (Ariel), en el que repasa los grandes descubrimientos que sirvieron para reconstruir lo que se sabe de la evoluci¨®n humana. En parte de esos descubrimientos, como los de Atapuerca, en Burgos, y el Sidr¨®n, en Asturias, ¨¦l mismo ha sido uno de los protagonistas. El papel del canibalismo en nuestros antepasados o la existencia de sexo entre especies humanas distintas son algunos de los hallazgos que se produjeron gracias a los datos recopilados en aquellos yacimientos. Hace unos d¨ªas, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, el paleoantrop¨®logo hablaba sobre la naturaleza humana, los sesgos que puede introducir el nacionalismo en el cerebro de un cient¨ªfico o la importancia para el ¨¦xito de nuestra especie de que los beb¨¦s humanos tengan una lactancia mucho m¨¢s breve que la de un chimpanc¨¦.
Pregunta. ?En la cultura popular, cu¨¢l son los errores m¨¢s frecuentes respecto a c¨®mo ha sido nuestra evoluci¨®n?
Respuesta. Hay una idea de fondo que de alguna manera compartimos todos y es la evoluci¨®n lineal. Esta idea tantas veces expresada en ese mono que anda a cuatro patas, despu¨¦s aparece como un hombre primitivo y termina en un humano actual. Blanco y masculino, no termina en una mujer negra. Ese mito, que tiene detr¨¢s una idea filos¨®fica de un ascenso hacia la perfecci¨®n, persiste en todos. Es la contraposici¨®n de una evoluci¨®n divergente, de un proceso de ramificaci¨®n que se ha de contraponer a esa evoluci¨®n lineal. El mismo logo de la Fundaci¨®n Leaky, la sociedad que financia estudios de evoluci¨®n humana m¨¢s conocida y m¨¢s influyente del mundo, es ese, aunque desde la propia fundaci¨®n reconocen que la evoluci¨®n se refleja mejor en un ¨¢rbol.
La aparici¨®n del fuego y la comunicaci¨®n a su alrededor puede explicar el crecimiento de cerebros de neandertales y sapiens
P.?Usted habla de que en el final de esa evoluci¨®n lineal se coloca siempre un hombre blanco. La gente que ha desarrollado gran parte del estudio de la evoluci¨®n humana han sido hombres blancos de un determinado estrato social. ?Esto produce un sesgo en c¨®mo entendemos la historia de nuestro linaje o la ciencia es lo bastante robusta como para contrarrestar esos sesgos?
R. Las dos cosas a la vez. La ciencia es lo bastante robusta como para fiarse o sustentar sus principios en la evidencia, pero recordemos que la ciencia la hacemos humanos, que estamos cargados de prejuicios. En el caso de la evoluci¨®n humana es innegable el peso que han tenido y tienen los prejuicios. Ernst Haeckel, que es el primer autor que hace un ¨¢rbol de la vida y un genio de la biolog¨ªa, fue muy denostado porque apoy¨® una evoluci¨®n lineal que defend¨ªa que la raza germ¨¢nica era la m¨¢s evolucionada. Y es un genio.
P. La capacidad para caminar a dos patas es un rasgo que define a nuestra especie, pero ese rasgo aparece cuatro millones de a?os antes que el cerebro, que es nuestra herramienta definitiva. ?Qu¨¦ hizo que despu¨¦s de tanto tiempo se produjese esa expansi¨®n?
R. Hace dos millones de a?os, con Homo habilis, nuestro cerebro se expande desde los poco m¨¢s de los 400 cm3 que tienen los chimpanc¨¦s a los 800 cm3. Un factor que pudo impulsar ese incremento es el habla y otro el consumo de carne, que permite sustentar un ¨®rgano fisiol¨®gicamente muy caro. Despu¨¦s, en torno a hace medio mill¨®n de a?os, empieza otra evoluci¨®n en el incremento del enc¨¦falo. Y eso se produce en nuestro linaje y en el de los neandertales y ah¨ª hay otro factor que puede estar ayudando, y es el fuego. Su domesticaci¨®n puede ser esencial porque permite tratar los alimentos haci¨¦ndolos m¨¢s asimilables para el organismo y sustentar ese ¨®rgano tan caro. Y luego est¨¢ la importancia de la comunicaci¨®n alrededor del fuego: historias de campamento, historias de neandertales.
P. La paleoantropolog¨ªa se puede utilizar para rechazar afirmaciones racistas, pero tambi¨¦n puede ser una herramienta para reforzar una idea nacionalista. Antes comentabas que los chinos vinculan su linaje a Zhoukoudian, donde se encontraron los restos de un Homo erectus que vivi¨® hace unos 700.000 a?os, o los abor¨ªgenes australianos, que reclaman como de familiares restos de personas muertas hace decenas de miles de a?os.
R. En los abor¨ªgenes australianos s¨ª se puede rastrear un origen com¨²n desde aquellos primeros habitantes que llegaron a Australia, ah¨ª s¨ª se acepta una continuidad gen¨¦tica. Pero adem¨¢s hay una reacci¨®n hist¨®rica contra el colonialismo, con el que personas que vienen de un sitio distinto tienen que tener custodiados en sus museos restos que son de nuestros antepasados o que consideramos propios. El debate se podr¨ªa extender a los frisos del Parten¨®n. ?Por qu¨¦ est¨¢n en el Museo Brit¨¢nico y no est¨¢n en Grecia? Hay un punto de debate que es com¨²n y da igual que sean restos de abor¨ªgenes australianos o restos de palacios asirios. Nosotros tenemos un ejemplo, el bosquimano que hab¨ªa en Ba?olas y fue devuelto.
Hay una idea err¨®nea sobre la evoluci¨®n como algo lineal que empieza en un mono y termina en un hombre blanco como el culmen
P. Cuenta used en el libro que una de las facetas que nos hacen peculiares son nuestra breve lactancia o la menopausia de las mujeres.
R. Un par¨¢metro que no estaba en los modelos cl¨¢sicos de evoluci¨®n era la biolog¨ªa reproductiva, pero despu¨¦s se introduce la teor¨ªa de la historia de la vida (life history), que nos habla de cu¨¢les son las estrategias reproductivas que buscan los organismos para distribuir la energ¨ªa. Un organismo capta energ¨ªa y la utiliza para vivir, lo que significa mantener el organismo, crecer, reproducirse, y tiene que decidir qu¨¦ estrategia sigue para gestionar el consumo de energ¨ªa.
Cuando se introduce esta esfera biol¨®gica en el estudio de la evoluci¨®n humana, vemos que nuestra estrategia vital es muy peculiar. Somos una especie muy longeva y esa longevidad ha ido aumentando con el tiempo. Adem¨¢s, tenemos un cerebro muy grande, que es muy caro, y ese gasto energ¨¦tico hay que gestionarlo. Hemos inventado una reproducci¨®n que es muy peculiar porque nos permite reproducirnos mucho, de tal manera que la lactancia es relativamente corta. Al mismo tiempo, nuestra longevidad est¨¢ asociada a un periodo de crecimiento muy largo, lo que significa que hay una dependencia de las cr¨ªas respecto a los padres muy grande.
Adem¨¢s, las mujeres humanas puedan quedarse embarazadas de una manera muy continua. No tienen por qu¨¦ esperar cuatro o cinco a?os para volver a tener una cr¨ªa, como les ocurre a los grandes simios. En esas estrategias m¨¢s conservadoras, pero que permiten esos animales tan complejos como un chimpanc¨¦ o un gorila, con ese nivel de sofisticaci¨®n cultural y biol¨®gico, producen dificultades, porque como la reproducci¨®n es tan lenta est¨¢n en el l¨ªmite de la extinci¨®n. La biolog¨ªa de los homininos rompe eso, que puede ser posible porque hay un apoyo social. Probablemente se genera la monogamia.
Los machos de los chimpanc¨¦s se pasan la vida peleando entre ellos y la crianza reposa fundamentalmente en las asociaciones de hembras. Una teor¨ªa al respecto es que la colaboraci¨®n de los machos en la crianza es fundamental en nuestra evoluci¨®n y a medida que esa evoluci¨®n se va haciendo m¨¢s compleja es el entorno social el que permite la cr¨ªa biosocial de la descendencia. Y aqu¨ª aparece la teor¨ªa de la abuela, en el que esa menopausia se mantiene desde el punto de vista de la selecci¨®n natural porque aparece una nueva funci¨®n en la evoluci¨®n que explicar¨ªa desde el punto de vista de la selecci¨®n natural todos esos a?os de vida despu¨¦s del periodo reproductivo. Despu¨¦s de la menopausia colaboran en la crianza con las hembras m¨¢s j¨®venes. El resultado es que somos una especie con una capacidad reproductiva incre¨ªble por esa mezcla entre pura fisiolog¨ªa y estrategia vital de especie.
P. Mucha gente se acerca a la evoluci¨®n humana para intentar comprender mejor a los seres humanos. ?Cree que el estudio de estos f¨®siles y todos estos datos sobre el origen de nuestra especie le ha ayudado a entender mejor a los seres humanos?
R. Los seres humanos somos muy complejos y hay tantas facetas que se pueden entender, que la pregunta es muy amplia, pero lo que est¨¢ claro es que estudiando evoluci¨®n humana, junto a la experiencia emp¨ªrica del d¨ªa a d¨ªa, obtienes una perspectiva distinta. En primer lugar, temporal, porque ves a los seres humanos en una escala de tiempo diferente. Solemos pensar en el tiempo a la escala de una vida humana o de los abuelos o incluso con una perspectiva hist¨®rica en la que tenemos como referencia el nacimiento de Cristo hace 2.000 a?os. Estudiando paleontolog¨ªa las escalas de tiempo se hacen mucho m¨¢s amplias. Y luego, cuando empiezas a entender al menos un poquito toda esta interrelaci¨®n de fen¨®menos y variables como puede ser la estrategia reproductiva, los cambios anat¨®micos o c¨®mo surge la complejidad cultural, la cultura material desde esos yacimientos en los que no se conservan herramientas, y luego vas viendo aparecer el fuego, el concepto de diferentes especies humanas viviendo al mismo tiempo en el planeta¡ Yo creo que s¨ª tengo una visi¨®n un poco m¨¢s madura de lo que somos, pero de ah¨ª a entender a los seres humanos es otro cantar.
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