Algoritmos con forma de intuici¨®n
Quiz¨¢s las pr¨®ximas elecciones sean las ¨²ltimas en las que decidamos el voto a partir de intuiciones generadas desde una l¨®gica esencialmente humana
Vivimos en entornos con una alta volatilidad, incertidumbre y ambig¨¹edad. Tomar decisiones en este contexto se ha convertido en un ejercicio estrat¨¦gico. Conocimiento y predecibilidad de nuestras acciones son dos variables imprescindibles para decidir con garant¨ªas a partir de intereses y deseos. Pero¡ ?sabemos con qu¨¦ margen de libertad decidimos?
Estudiar las claves que definen c¨®mo tomamos decisiones ha ocupado la atenci¨®n de investigadores como Daniel Khaneman Premio Nobel de Econom¨ªa en 2002. En su conocido libro Pensar r¨¢pido, pensar despacio (2012) ya dej¨® probado que, en ocasiones, lo hacemos con un fuerte componente intuitivo, aunque luego recubramos la decisi¨®n con argumentos racionales. En contra de lo que pudiera parecer, tal manera de proceder no merece un juicio negativo. Dejarse llevar por la intuici¨®n es, en realidad, una forma bastante sofisticada de dar con la respuesta adecuada. De hecho, esa pretendida intuici¨®n es el resultado de gestionar en un nivel subconsciente el conocimiento del que se dispone a trav¨¦s de experiencias previas acumuladas individual o colectivamente. La llamada ¡°intuici¨®n experta¡± tiene de m¨¢gico ¨²nicamente el hecho de llegar a la respuesta reconociendo patrones y utilizando de forma inconsciente una informaci¨®n experiencial que hemos ido almacenado. La lectura del ¨²ltimo libro de Yuval Noah Harari, 21 lecciones para el siglo XXI (2018), refuerza esta misma idea, aunque sustituye la noci¨®n de intuiciones por la de sentimientos y la de intuici¨®n experta por la de ¡°racionalidad evolutiva¡±.
Si tales planteamientos fueran v¨¢lidos, hay que aceptar que la libertad personal sobre la que se asienta nuestro sistema se administra, en ocasiones, con decisiones fundamentadas en la gesti¨®n inconsciente de un conocimiento preexistente. Como advierte Harari en el trabajo citado, la realidad futura puede ser m¨¢s inquietante cuando sean los algoritmos generados por macrodatos quienes den forma aut¨®noma a nuestras propias intuiciones o sentimientos. De manera m¨¢s fiable que nuestras propias neuronas, los algoritmos podr¨¢n gestionar ese c¨¢lculo inconsciente de probabilidades que nos ha permitido hasta ahora adoptar decisiones intuitivas.
Cuando todo esto ocurra de forma generalizada ?es posible seguir reivindicando la libertad como un rasgo de la persona? ?Qu¨¦ significar¨¢ entonces decidir por nosotros mismos? ?Qu¨¦ impact¨® tendr¨¢ todo esto en nuestro sistema democr¨¢tico? Aunque sea pronto para saberlo, quiz¨¢s las pr¨®ximas elecciones sean las ¨²ltimas en las que decidamos el voto a partir de intuiciones generadas desde una l¨®gica esencialmente humana. En el futuro todo invita a pensar que puede ser un algoritmo el que determine previamente nuestros propios deseos, opiniones y por tanto nuestras decisiones. Entonces s¨ª podremos decir que que nos han robado la cabeza¡ y el coraz¨®n.
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