Voto de clases
Pedro S¨¢nchez podr¨ªa convertir a su partido en una de las pocas plataformas socialdem¨®cratas capaz de ganar elecciones en Europa
En ning¨²n segmento de la sociedad ha perdido tanto apoyo el centroizquierda europeo como entre la clase obrera. En lo que llevamos de siglo, la probabilidad de que un trabajador manual vote por un partido socialdem¨®crata en Europa occidental se ha reducido en un 25%. El PSOE ha sido, sin embargo, una excepci¨®n a esta norma. Mientras los socialistas manten¨ªan su base tradicional, el surgimiento de Podemos y Ciudadanos se construy¨® principalmente con los sufragios de la nueva clase media urbana, de los trabajadores del sector servicios.
Ahora, sin embargo, la tendencia es la contraria. Porque si en algo coinciden todas las encuestas publicadas desde la convocatoria electoral es en el crecimiento del PSOE a costa de la debilidad estructural de Podemos y de la consolidaci¨®n del viraje a la derecha de Ciudadanos. Es posible que esta din¨¢mica se traduzca en una recuperaci¨®n de una parte del electorado urbano menos envejecido, si es que no lo est¨¢ haciendo ya.
Gracias a ello, Pedro S¨¢nchez podr¨ªa convertir a su partido en una de las pocas plataformas socialdem¨®cratas capaz de ganar elecciones en Europa. Pero, a diferencia de lo que suced¨ªa en el bipartidismo anterior a la crisis, la socialdemocracia espa?ola no puede dar estos votos por sentado. La posibilidad de una fuga renovada seguir¨¢ ah¨ª mientras naranjas y morados se mantengan lo suficientemente fuertes como para que un voto a ellos no se sienta como malgastado.
En otras palabras: los nuevos trabajadores adquirir¨¢n poder para otorgar y quitar mayor¨ªas a la socialdemocracia espa?ola, con una amenaza de salida cre¨ªble. Gracias a este poder, podr¨¢n condicionar propuestas, decisiones y pactos. En tanto que el andamiaje del PSOE se mantiene gracias a la vieja clase obrera, la negociaci¨®n para la formaci¨®n de una coalici¨®n amplia ser¨¢ inevitable. Pero ahora se presenta una oportunidad para que se produzca de forma m¨¢s sim¨¦trica que en el pasado.
Nuestros sistemas de bienestar, nuestros mecanismos de protecci¨®n y regulaci¨®n econ¨®mica y laboral, no protegen tan bien como deber¨ªan a los nuevos trabajadores. Pero los cambios necesarios no se producir¨¢n a menos que haya incentivos electorales para ello. Para que los partidos dominantes sientan esta presi¨®n, es imprescindible que quien m¨¢s inter¨¦s tiene en que dichos cambios se produzcan act¨²e como un bloque electoral coherente. Como un nuevo voto de clase. @jorgegalindo
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