C¨®mo afear las plazas m¨¢s bonitas en nombre de la revoluci¨®n o del mercado
Mercadillos y vallas de los pol¨ªticos apartan a los ciudadanos de lugares de esparcimiento
Cada ciudad tiene su plaza gafada. Esa que, por muchas obras que le hacen, siempre quedan mal. Suele ser inh¨®spita, desangelada, invivible; a menudo, parad¨®jicamente, luce nombre rimbombante, como la Plaza de Catalunya en Barcelona (no conozco a ning¨²n barcelon¨¦s que la cruce, menos a¨²n que se siente en sus bancos), o la plaza de Castilla en Madrid. Cada cual, en su ciudad, tiene su plaza favorita y su plaza malquerida, la que se bordea pero no se disfruta. Lisboa no es diferente. Cuenta con unas plazas gafadas haga lo que haga la mano del hombre, es decir, el Ayuntamiento de turno o, peor, la junta de distrito.
A veces, el problema de las plazas es que su propio nombre llama a enga?o; son encrucijadas, m¨¢s que plazas, lugares urban¨ªsticamente sin resolver; no es el caso de Lisboa, donde las plazas m¨¢s destrozadas o descuidadas son espacios bellos y perfectamente delimitados. Aunque hay gustos para todos, este listado de las plazas m¨¢s bonitas de Lisboa afeadas por sus responsables municipales seguro que pone de acuerdo a casi todos:
1. Plaza da Figueira. Un cuadril¨¢tero perfecto en el coraz¨®n de la Baixa, presidido por la estatua ecuestre del rey Jo?o I y limitado por edificaciones de cuatro alturas en cada uno de los puntos cardinales. En principio, parece la plaza ideal. Su problema es que no hay sitio para la gente, es una plaza-parking (autobuses, coches, taxis, tranv¨ªas y, ¨²ltimamente, tuktuks). Para rematar la fealdad creada, la junta de distrito la llena de continuos mercadillos de chorizos, morcillas y otros productos artesanales. Con todo ello, por la noche es dormidera de vagabundos y borrachines.
2. Plaza del Comercio. Emblema de la ciudad; espectacular, ¨²nica, con su forma de U abierta hacia el r¨ªo. Es reclamo tur¨ªstico y tambi¨¦n reclamo publicitario y por eso, cada dos por tres, se rompe su armon¨ªa con campa?as publicitarias, acontecimientos institucionales o fiestas. En este caso, es la plaza transformada en espacio publicitario.
3. Plaza Mart¨ªm Moniz. El multiculturalismo no puede ser s¨ªmbolo del caos, que es la imagen de esta plaza en la entrada a la Morer¨ªa. Ya son varias las reformas de este espacio, hay en marcha una m¨¢s y a todas les persigue la pol¨¦mica. El dise?o arquitect¨®nico, las soluciones del mobiliario urbano dan una imagen de suciedad que invita a convertirse en gueto de unos pocos, m¨¢s que en centro de reuni¨®n de todos.
4. Plaza Marqu¨¦s de Pombal. Modelo plaza-rotonda, para que los coches den vueltas y vueltas alrededor de un parterre con una estatua encima. A veces es dif¨ªcil encontrar una soluci¨®n, como puede ser este caso, pero si era imposible empeorar, aqu¨ª se logr¨®. Si el tr¨¢fico m¨¢s denso de la ciudad no condenara a muerte este lugar, los sacrosantos partidos pol¨ªticos tienen ah¨ª colocadas sus vallas publicitarias gigantescas. Ya no se trata solo de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, ac¨²stica y est¨¦tica, es un asunto de seguridad vial, pues las vallas obstaculizan la visi¨®n de los conductores.
5. Plaza de Espa?a. Otro lugar pensado para mayor gloria de los partidos pol¨ªticos que con la revoluci¨®n conquistaron su derecho a colocar vallas donde les pete. La primera impresi¨®n del turista en Lisboa es que la ciudad se encuentra en campa?a electoral; pues no, generalmente no. Lo carteles de los partidos, como en Cuba ¡ªall¨ª solo uno¡ª, est¨¢n siempre colocados, un partido tras otro, con sus mensajes sugerentes del tipo M¨¢s Derechos. No hay forma de eliminar esa muralla propagand¨ªstica pol¨ªtica de una zona verde desperdiciada para los ciudadanos. Entre el impresionante palacio de la Embajada de Espa?a y la Fundaci¨®n Gulbenkian, el Ayuntamiento quiere convertir la plaza en un nuevo parque de la ciudad. En las im¨¢genes del proyecto, hay patitos en sus lagos y no existen vallas propagand¨ªsticas. Como es para 2020 suena un poco a ciencia ficci¨®n.
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