Copiones todos
El papanatismo espa?ol hacia lo estadounidense es penoso. Aqu¨ª se celebra Halloween, y ya ha habido amagos de reunirse a comer pavo en Thanksgiving
ESPA?A SE HA CONVERTIDO en uno de los pa¨ªses m¨¢s rid¨ªculos del planeta. Quiz¨¢ esto no sea una novedad para muchos, entre los que desde luego me cuento. Pero la ridiculez ha alcanzado su m¨¢ximo (bueno, nunca se sabe) en los ¨²ltimos a?os. Por un lado, todo el mundo anda proclamando a voces su ¡°diferencia¡± respecto a los vecinos con los que llevan siglos mezcl¨¢ndose y de los que apenas se distinguen. Los vascos y los catalanes pretenden ser directamente ¡°insondables¡± para cualquiera no nacido en sus territorios y sin una raigambre pura. Aspiran a ser ¡°incomprensibles¡±, un arcano para el resto, cuando resultan muy simples. Por su parte, bastantes de los dem¨¢s espa?oles vitorean a un par de partidos (el PP y Vox) que sueltan sandeces del tipo ¡°Espa?a es lo m¨¢s grande que hay¡± o ¡°Ser espa?ol es cosa seria¡±. Estos individuos est¨¢n tan trastornados que ¨²ltimamente reivindican como el colmo de la espa?olidad¡ la caza, como si esa actividad no se hubiera practicado desde la noche de los tiempos en todos los puntos del globo. La absoluta ridiculez radica en que todas esas pretensiones son falsas, las de los catalanes, los vascos, los andaluces y los madrile?os. Hace demasiados a?os que Espa?a es una mera colonia voluntaria y servil de los Estados Unidos, y que el anhelo de mis compatriotas es, ya que no serlo (de momento es imposible), sentirse americanos y vivir como ellos.
Viniendo esta aspiraci¨®n ya de antiguo, nada deber¨ªa haberme sorprendido, y sin embargo me qued¨¦ at¨®nito hace unas semanas, al ver que TVE estaba retransmitiendo, ¨ªntegramente y en directo, el debate del Estado de la Uni¨®n. Bien es verdad que era por la noche tarde, pero eso se deb¨ªa m¨¢s al desfase horario con los Estados Unidos que a la necesidad de rellenar con ¡°algo¡± la programaci¨®n de madrugada. Si lo del Estado de la Uni¨®n hubiera coincidido con nuestro mediod¨ªa, se habr¨ªa interrumpido lo habitual a esa hora para ofrec¨¦rnoslo. Esto bajo una TVE socialista. ?Nos importa lo m¨¢s m¨ªnimo ese sopor¨ªfero debate de un pa¨ªs extranjero y lejano, cuyo protagonismo recae hoy en d¨ªa en un perturbado profundo, Trump, que jam¨¢s ha dicho nada ni veraz ni interesante? ?Nos habr¨ªan televisado el equivalente a esa sesi¨®n en Gran Breta?a, Francia, Alemania o Italia? ?En nuestro propio Congreso o en el Parlament de Catalu?a? Ah, no, que ¨¦ste lleva toda la legislatura cerrado por decisi¨®n de los independentistas, que as¨ª demuestran lo democr¨¢ticos que son y lo mucho que escuchan a todo su pueblo.
El papanatismo espa?ol hacia lo estadounidense es penoso, y, en vez de quererse independizar algunas regiones, deber¨ªamos todos solicitar convertirnos ¡ªpor favor, por favor¡ª en el 51? Estado americano. Aqu¨ª la gente celebra mim¨¦ticamente Halloween, y el Black Friday, y el Cyber Monday, y ya ha habido amagos de reunirse a comer pavo en Thanksgiving (todo se andar¨¢, y se obligar¨¢ al Rey a indultar a un par de aves). Ya hay fan¨¢ticos del f¨²tbol con casco, deporte poco menos complicado que el baseball, y no son pocos los que trasnochan para no perderse la Superbowl y hablar de ella como si llevaran d¨¦cadas sigui¨¦ndola. Lo mismo ocurre con los ?scars, claro, que cada a?o que pasa premian m¨¢s horrores: entre los actores y actrices, a alguien que ha engordado o enfeecido para su papel, o al que han echado toneladas de maquillaje y pr¨®tesis para que se parezca a un personaje real al que en nada se parece; si antes fue Oldman mal disfrazado de Churchill, ahora son Bale y Amy Adams con caretas de Cheney y su se?ora, y un tal Malek con bigote y p¨®mulos de Freddie Mercury. Pero tambi¨¦n vivimos pendientes de los Globos de Oro, los Grammy, los Tony, los MTV, los Flocky, los Flicky y hasta los Razzie al peor cine. Las embarazadas organizan las llamadas ¡°baby showers¡±, est¨²pidas fiestas en las que se hacen regalos a los nonatos (y de la veneraci¨®n por las mascotas, otra importaci¨®n, mejor no hablemos). En las bodas y ¡°rebodas¡± se pronuncian sonrojantes discursos como los vistos en las comedias cursis o zafias (todas sin gracia) que de ultramar nos llegan. En la televisi¨®n, todo el mundo finge emocionarse y lloriquea, tambi¨¦n a la usanza estadounidense: salen una se?ora o un joven, dicen ¡°Es que yo quiero mucho a mi nieto o a mi abuela¡±, y les caen lagrimones por eso. Del uso ignorante y continuo del ingl¨¦s, qu¨¦ decir. Recibo invitaciones tan catetas que ponen ¡°Save the Date¡± y ¡°Dress Code¡±, as¨ª, tal cual, en vez de los m¨¢s sensatos y naturales ¡°Reserve la fecha¡± y ¡°Etiqueta¡±. Los horteras pretenciosos espolvorean sus di¨¢logos o columnas de ¡°targets¡±, ¡°deadlines¡±, ¡°mainstream¡±, ¡°backstages¡± y ¡°speechwriters¡±, creyendo ¡ªes lo m¨¢s grave¡ª que en castellano o catal¨¢n no hay forma de decir eso. Hace poco o¨ª a una estulta hablar del ¡°agregado¡± para referirse al marcador total o global de una eliminatoria futbol¨ªstica. Una lastimosa traslaci¨®n de ¡°aggregate score¡±, que es como se dice en ingl¨¦s lo que acabo de escribir en mi lengua. ?Los catalanes, los vascos, los espa?oles en general son ¨²nicos y tan originales que la emoci¨®n de su singularidad los abruma? Por favor, todos copiones pat¨¦ticos del pa¨ªs m¨¢s bobo de nuestra era.
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