Tania Garc¨ªa: ¡°Si educamos a nuestros hijos como marionetas ser¨¢n adultos sumisos o violentos¡±
La autora de ¡®Educar sin perder los nervios¡¯ plantea una educaci¨®n respetuosa como forma de superar patrones de autoritarismo y educar a futuros adultos emocionalmente sanos
Peleas entre hermanos, discusiones para dormir a cierta hora, recoger los juguetes o comportarse en un restaurante. Quien ha sido padre o madre lo sabe: la infancia y adolescencia de un hijo puede convertirse en las doce pruebas de H¨¦rcules, sin manual de instrucciones. Tania Garc¨ªa, pedagoga experta en educaci¨®n respetuosa y fundadora de la escuela para familias Edurespeta, acaba de publicar ¡®Educar sin perder los nervios¡¯ (Vergara), donde explica las claves del modelo educativo basado en el acompa?amiento emocional. Ni premios, ni castigos, ni expectativas ni etiquetas. ¡°?Hasta qu¨¦ punto hemos llegado en la sociedad, que nos preocupa m¨¢s c¨®mo nos miran y juzgan, que atender a nuestro hijo cuando llora a gritos en un centro comercial? Hemos normalizado el autoritarismo y la violencia hacia los ni?os¡±, plantea la autora. Si dejamos a nuestros hijos simplemente ¡°ser¡± y les acompa?amos en ese viaje desde el respeto, afirma, conseguiremos criar a ni?os que ser¨¢n adultos emocionalmente sanos.
Pregunta. ?Repetimos patrones cuando educamos a los ni?os? Y si es as¨ª, ?podemos cambiarlos?
Respuesta. Antes de ser padres juramos que no vamos a repetir los mismos errores que nuestros padres, con la mejor intenci¨®n, cometieron. Pero cuando nace tu hijo todo cambia, no tienes herramientas, no sabes c¨®mo hacerlo y repites los patrones, sin duda. Nos han ense?ado que somos quienes ¡°mandamos¡± y exigimos a nuestros hijos, que debemos autorizarles, ponerles l¨ªmites. Somos los adultos que aprendieron lo de ¡°ver, o¨ªr y callar¡± o ¡°no se llora por tonter¨ªas¡± y con eso educamos a nuestros hijos. No tenemos ning¨²n tipo de educaci¨®n emocional. Pero se puede y se debe cambiar ese modelo heredado: dejemos a los ni?os que sean como son y acompa?emos ese desarrollo.
P. ?C¨®mo se pone en pr¨¢ctica esto en el d¨ªa a d¨ªa, o qu¨¦ herramientas podemos usar?
R. Lo primero y m¨¢s importante es asumir que nuestro hijo tiene derecho a expresarse, como pueda y su desarrollo cerebral le permita en cada etapa. Parece que nos da miedo la explosi¨®n emocional de los ni?os y tratamos de cortarla r¨¢pido, o bien d¨¢ndole lo que pide o bien oblig¨¢ndole a callar. Solo pensamos en nosotros, con un enfoque ¡°adultista¡±, como si fu¨¦ramos los ¨²nicos con derecho a enfadarnos o a imponer nuestra voz. Ante un enfado o disgusto del ni?o, porque no me gusta el t¨¦rmino ¡°rabieta¡± que resta importancia a su emoci¨®n, lo que debemos hacer es acompa?arlo emocionalmente. Pero eso requiere un trabajo previo como padre: debemos empezar por conocer nuestras propias emociones, identificarlas cuando nos sacan de nuestras casillas, preguntarnos por qu¨¦ me est¨¢ enfadando su actitud. ?Es porque realmente me molesta que el ni?o no quiera irse a dormir, o porque estoy estresado, cansado o frustrado despu¨¦s de todo el d¨ªa en el trabajo? Nosotros somos los adultos, los modelos que ellos copiar¨¢n. Y si solucionamos una crisis con cuatro gritos aprender¨¢n que gritando se solucionan las cosas.
P. ?Qu¨¦ hacer en el caso pr¨¢ctico de un ni?o que se encapricha de un juguete que no podemos comprar y se desata el caos en la tienda?
R. Primero, intenta relajarte y olvida lo que piense la gente a tu alrededor. ?Por qu¨¦ nos preocupa m¨¢s lo que piensen los dem¨¢s que lo que siente nuestro hijo? Si vemos a una madre o padre que le est¨¢ dando cari?o a su hijo en ese momento, aunque no le compre lo que quiere, ya es interpretado como ¡°le est¨¢ malcriando¡±. Pero si le da una torta lo vemos normal; hemos normalizado la violencia hacia los ni?os, cuando ese comportamiento nos parecer¨ªa inconcebible entre dos adultos. Entonces, ante esa explosi¨®n en la jugueter¨ªa hay que ponerse a su nivel, mirarle a los ojos, acompa?arle mientras le est¨¢ atravesando el enfado y la frustraci¨®n. Tocarle o abrazarle si se deja. Escuchar sus argumentos, sin juicios ni valores como ¡°no se llora por tonter¨ªas¡±. Es decir: hacer un acompa?amiento emocional. Los ni?os se recuperan muy r¨¢pido de ese estado y m¨¢s cuando se sienten acompa?ados. Cuanto mejor acompa?emos, antes acabar¨¢n las explosiones. Ellos solos van aprendiendo a equilibrarse, porque las emociones no se ¡°gestionan¡± ni se controlan, solo hay que equilibrarlas. Los adultos somos capaces de acompa?ar a un amigo que llora desconsolado por la p¨¦rdida de un ser querido, por ejemplo. Somos capaces de mantener la calma, empatizar, escuchar, acompa?arle en su tristeza, abrazarle y darle apoyo. Para un ni?o no conseguir ese juguete es igual de tr¨¢gico. Aunque no estemos de acuerdo, aunque nos parezca una tonter¨ªa, para ¨¦l o ella no lo es y debemos acompa?arle igual que har¨ªamos con un adulto.
P. ?C¨®mo afecta a la salud este tipo de educaci¨®n estricta a la que nos hemos acostumbrado?
R. Tenemos suficiente base cient¨ªfica que demuestra que un modelo autoritario no solo afectar¨¢ a su desarrollo emocional, sino tambi¨¦n a su desarrollo f¨ªsico. Cuando educas en el ¡°adultismo¡±, en el control, autoritarismo y estr¨¦s¡ educas en el miedo. Conozco ni?os deprimidos, que est¨¢n medicados por depresi¨®n¡ y cuando sus padres acuden a m¨ª descubren que era el propio trato hacia sus hijos lo que provocaba esa depresi¨®n. En un estudio se identific¨® las relaciones del sistema nervioso y l¨ªmbico con el sistema inmunol¨®gico, y se concluy¨® que las situaciones estresantes continuas y los estados depresivos provocan cambios en las c¨¦lulas y anticuerpos de nuestro sistema inmune. Es decir, c¨®mo educamos tambi¨¦n afecta a las defensas de nuestros hijos. Nos preocupamos mucho por que no coman az¨²car, ni grasas saturadas, que hagan deporte¡ pero despu¨¦s les exigimos, gritamos, chantajeamos, no tienen tiempo para jugar y no son acompa?ados emocionalmente. As¨ª que menos obsesionarse por la dieta y m¨¢s atender las emociones de nuestros hijos.
P. Si el colegio nos advierte de que el ni?o tiene mal comportamiento en clase o acosa a sus compa?eros, ?c¨®mo se hace el acompa?amiento respetuoso en ese caso?
R. He trabajado mucho el tema del acoso escolar y lo primero que debemos tener en cuenta es que los ni?os que agreden no son culpables de su comportamiento: tambi¨¦n son v¨ªctimas y necesitan el mismo apoyo de la familia y colegio, sin etiquetas. Toda respuesta catalogada como violenta o agresiva tiene que ver con una etapa primitiva, con algo que han aprendido, con amenazas, burlas, autoridad. Cuando educamos desde el respeto en casa, el cambio se ve inmediatamente. Si decimos a gritos a un ni?o que no pegue, o si le expulsamos de clase y le etiquetamos como ¡°mal alumno¡± no estamos educ¨¢ndole, sino que fomentamos su rabia o frustraci¨®n. Sucede igual en las peleas entre hermanos. Debemos acompa?ar a los ni?os y j¨®venes en sus emociones, ense?arles a empatizar, a ser asertivos pero respetuosos, a poner en pr¨¢ctica siempre lo de ¡°no hagas a los dem¨¢s lo que no querr¨ªas que te hicieran¡±.
P. ?C¨®mo podemos fomentar la autoestima de los ni?os en casa?
R. Hay que entender que la autoestima se forja desde muy peque?os y que no solo responde a maltrato f¨ªsico o verbal. Si te educan diciendo que eres una ¡°ni?a buena¡±, lo m¨¢s probable es que de mayor no te salgas del camino establecido para seguir cumpliendo con ese rol que se espera de ti y agradando a los dem¨¢s, incluso por encima de tus propias necesidades y eso no es bueno. Las etiquetas y comparaciones nos afectan a todos y c¨®mo te tratan se convierte en c¨®mo te ves. Existe el test de Coopersmith, que es parecido al test de inteligencia, pero aplicado para detectar nuestros niveles de autoestima. Y coincide que somos una generaci¨®n de padres con la autoestima por los suelos, que rellenamos nuestro ego con el nacimiento de un hijo. Las tertulias en los parques son una competici¨®n sobre el ni?o que ha echado los dientes antes, que ha dicho su primera palabra o ha empezado antes a andar. Despu¨¦s es el argumento de ¡°Mi hijo ha sacado todo dieces¡±. Y as¨ª toda la vida¡ Hablo con chavales de 14 y 15 a?os que me cuentan lo desagradables que son para ellos las reuniones familiares porque les comparan incluso entre primos. Deber¨ªamos trabajar primero nuestra falta de autoestima para poder fomentarla en nuestros hijos. Y fomentarla no es decirle lo guapo que es y lo bien que lo hace todo: debe tener libertad de ¡°ser¡±, simplemente. Para fortalecer la autoestima de un ni?o necesita ser escuchado, atendido emocionalmente, debe tener tiempo para autoconocerse, tiempo para jugar, porque as¨ª se desarrolla su cerebro, tiempo sin manipulaci¨®n ni control, para ser libres. Los padres debemos procurarles seguridad y salud, pero la salud es tambi¨¦n mental y psicol¨®gica.
P. La manera como tratamos a nuestros hijos en la infancia, ?va a determinar su forma de relacionarse de adultos?
R. Si educamos a los ni?os como marionetas, con patrones autoritarios, estamos educando a personas sumisas o violentas. Esto perpet¨²a el mundo que vivimos ahora y creamos una serie de carencias emocionales que ellos repetir¨¢n en la etapa adulta. Nunca habr¨¢ igualdad si no educamos con respeto. Estamos modernizando la educaci¨®n, pero solo en la teor¨ªa, porque no cambiamos la forma en que lo hacemos. Solo hemos cambiado el lenguaje y ahora manipulamos con palabras bonitas: ¡°Como padre te sigo chantajeando, pero te lo digo sonriendo¡±. La educaci¨®n respetuosa requiere esfuerzo y constancia, podr¨ªa decirse que es parecido a hacer un cambio en los h¨¢bitos de alimentaci¨®n: al principio cuesta pero sabes que no es solo por el bien de tu hijo, sino porque t¨² tambi¨¦n te vas a sentir mejor. Nos ofuscamos en buscar el mejor colegio, idiomas, clases de m¨²sica¡ pero despu¨¦s nos olvidamos de que son personas independientes, con su propia personalidad y su propia vida, que nos necesitan diariamente y que debemos acompa?ar si queremos que sean adultos emocionalmente sanos.
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