La Generalitat siciliana
Para entender el juicio del 'proc¨¦s' hay que leer a Leonardo Sciascia y a Andrea Camilleri
Supimos del caso del 3%, del caso Palau de la M¨²sica, del caso Turismo, del caso Caric, del caso Pallerols, del caso de las ITV, de los casos de la famiglia.
De toda esa corrupci¨®n pujolista y pospujolista sab¨ªamos una enciclopedia. Catalana, claro. Pero hasta esta vista oral nunca sospechamos hasta qu¨¦ punto la Generalitat era la aut¨¦ntica heredera institucional de nuestra excolonia siciliana.
Para entender este juicio hay que leer a Leonardo Sciascia y a Andrea Camilleri, a sus mares color de vino, gozo y sangre, a sus campos de alfareros, familias y venganzas. Est¨¢ aqu¨ª casi todo, menos el sexo.
Esta es, en efecto, una historia donde se apelmazan el secreto (de las cuentas y facturas) con el silencio (sobre el ordenante ¨²ltimo de los encargos para la votaci¨®n), y el miedo a desafiarlos: la omert¨¤.
Se arrebolan la presi¨®n sobre el d¨¦bil (ese proveedor necesitado, a punto de ruina); la amenaza para que no falle (el ins¨®lito traslado de material en la calle, ¡°junto a un bar¡±); ni diga (con qui¨¦n habl¨®, qui¨¦n orden¨®); la coacci¨®n social (somos de las mismas asociaciones); y el despiste (¨¦s la causa, ja m¡¯entens), para que asienta.
Y se hermanan el apremio (?para ya!) con la distracci¨®n (los intermediarios que todo lo ignoran), y la coacci¨®n (si hablas, no te contratamos m¨¢s).
Y no falta, en fin, el aura misteriosa que rodea al seud¨®nimo del Deus ex machina en la operaci¨®n de papeler¨ªa del refer¨¦ndum: Toni. Toni es probablemente Toni Molons, exsecretario de Difusi¨®n (propaganda) del Govern, cesado cuando el 155 y actual ¨ªdem de Comunicaci¨®n (propaganda). Est¨¢ procesado por siete presuntos delitos en el Juzgado n¨²mero 13 de Barcelona.
Ya ha aflorado su nombre dos veces: este martes, y en la sesi¨®n del d¨ªa 6, tambi¨¦n dedicada a la fabricaci¨®n y reparto de papeletas, sobres, cartas, am¨¦n de encartes publicitarios y planes inform¨¢ticos.
El esquema de los proveedores es secuencial: hay un encargo (por cuenta no identificable de la Generalitat, de ?mnium, o vaporosa, o de Xavier Vendrell: a veces, como este martes, los testigos se contradicen); se acuerda un precio (se prefactura proforma o se factura, o nada); se suele aludir a que otros, a veces indeterminados, pagar¨¢n.
Pero nadie paga, al parecer; se perdonan las facturas, o se cancelan mediante facturas ¡°negativas¡±; y as¨ª las empresas perjudicadas/benefactoras siguen amorradas al pil¨®n de la homologaci¨®n para acudir a concursos p¨²blicos de la casa de Sicilia.
Todo eso relata un lodazal administrativo. Y una colosal verg¨¹enza, en t¨¦rminos pol¨ªticos, period¨ªsticos, de la realidad social. O propios de Camilleri.
Pero judicialmente la cosa nostra es otra cosa. Al indicio, a la inferencia poderosa, a la intensa sospecha, al retrato exacto pero parcial, al testimonio contradictorio, deben a?ad¨ªrseles pruebas indubitables, personalizadas y sustantivas de que se haya cometido delito de malversaci¨®n.
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