El grupo colombiano Monsieur Perin¨¦ tiene la receta de la felicidad de domingo

QUERIDO LUIS:

No es casualidad que te escriba un domingo. El domingo era tu d¨ªa favorito de la semana, tambi¨¦n el m¨ªo. Los domingos fuimos invencibles porque los invent¨¢bamos juntos.

Solo en domingo la casa ol¨ªa a caf¨¦ y a tostadas compartidas, a s¨¢banas mojadas, a pereza, ilusi¨®n, a planes en el sof¨¢. La luz siempre entraba por la ventana de color naranja. Alguien hac¨ªa sonar la m¨²sica cerca. Corr¨ªa la tinta del vino y de las palabras por las paredes. No sent¨ªamos hambre ni sed, nos saci¨¢bamos con la mirada. Nunca hac¨ªa fr¨ªo ni calor, la temperatura era dulce. Nadie se atrev¨ªa a interrumpir nuestro sue?o. El mundo giraba lento fuera, lo contempl¨¢bamos tras el cristal.

Los domingos eran un folio en blanco en el que escribir nuestra historia, una figura de arcilla que pod¨ªamos moldear con cari?o durante 24 horas y regresar d¨ªas m¨¢s tarde a ella para recoger el tac¨®n olvidado sin manchar el vestido.

Un domingo de oto?o nos conocimos en una estaci¨®n de tren. Primero un par de frases, luego una discusi¨®n y finalmente un deseo incontrolable. Contigo aprend¨ª que el amor existe y que tan pronto existe, se va. Da igual que te pongas de puntillas para agarrarlo.

Otro domingo, en verano, te dije adi¨®s en el aeropuerto. Mientras t¨² te dispon¨ªas a cruzar el Atl¨¢ntico con la sonrisa puesta, yo derrochaba l¨¢grimas desconsoladas sobre el suelo de la terminal. Observaron decenas de desconocidos pero se olvidaron tan r¨¢pido como el viento de m¨ª. Los vi partir con sus piernas de gigante.

Por todo esto, te escribo hoy. No te asustes, no queda ¡°te quiero¡± ni cuentas pendientes. Tampoco muero ni necesito tu dinero.

La raz¨®n de mi carta es mucho m¨¢s sencilla. Esta soleada ma?ana de domingo he entrado en una florister¨ªa junto a Malditos Domingos y me he encontrado con una preciosa canci¨®n del grupo colombiano Monsieur Perin¨¦, ¡°Bailar contigo¡±. Es tan domingo como lo fuimos nosotros.

Su m¨²sica parece unas vacaciones, una playa de arena blanca. La voz las olas que se van, primavera, el primer d¨ªa del verano de la infancia, un ba?o en el mar sin ropa al atardecer. Con la melod¨ªa dan ganas de enamorarse de un desconocido aunque solo dure una noche, pegar la mejilla y cerrar los ojos por ¨²ltima vez. Bailar contigo sin que importe nadie m¨¢s.

Parecen tener la receta de la felicidad, una fuerza multicolor para romper la frontera y viajar en el tiempo. Hablan un idioma propio que sabe a agua fresca. Es utop¨ªa, encanto tropical, tierra mojada que sobrevive en la gran ciudad, alguien disfrutando a solas de un poema entre una multitud que mira sin descanso sus tel¨¦fonos m¨®viles.

He deseado compartirla contigo y mi mano derecha se ha puesto a redactar la misiva sin pedir permiso. Ser¨¢ lo ¨²ltimo que recibas por mi parte junto a la siguiente confesi¨®n: los recuerdos ya no duelen, huelen a gardenias y brillan como soles.

Recibe un cordial saludo. Feliz Domingo

P.D: Existe la vida m¨¢s all¨¢ de este d¨ªa, va dentro de una canci¨®n. Suerte.