Entre el abismo y la esperanza
La Tierra, seg¨²n un reciente informe de la ONU, est¨¢ llegando a un l¨ªmite, pero afortunadamente la paciencia de los j¨®venes tambi¨¦n. Una adolescente los lidera
Justo cuando el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) acaba de emitir un informe desolador sobre la situaci¨®n del ecosistema terrestre, y cuando el m¨¢s torvo negacionismo clim¨¢tico va ganando cuotas de poder (a Donald Trump, en Estados Unidos, lo acompa?a ahora Jair Bolsonaro en Brasil), la especie humana ha lanzado una luz de esperanza. Desde el coraz¨®n de una joven corajuda.
Se llama Greta Thunberg, tiene 16 a?os y es sueca. Acaba de ser nominada al Premio Nobel de la Paz por unos diputados socialistas noruegos, y una de sus principales virtudes es saber decir basta. Basta de pereza negociadora en las cumbres del clima; basta de gobiernos que no se esfuerzan por reducir sus emisiones de carbono; basta de ciudadanos ap¨¢ticos. Basta, sobre todo, de negar que nos aproximamos al abismo.
Los datos ofrecidos recientemente por el PNUMA son sublevantes: el 75% de la basura marina es pl¨¢stico, la tala ilegal mueve m¨¢s de 200.000 millones de d¨®lares, la contaminaci¨®n del aire genera entre seis y siete millones de muertes prematuras al a?o, el 40% de los humedales (fundamentales para controlar el cambio clim¨¢tico) ha desaparecido, por lo menos 10 cruciales h¨¢bitats terrestres est¨¢n en crisis.
No es la primera vez que se lanzan cifras tan dram¨¢ticas. Ya en el 2012, poco antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (denominada R¨ªo+20 por celebrarse 20 a?os despu¨¦s de la Cumbre de la Tierra de 1992), el propio PNUMA hab¨ªa alertado sobre esta maligna deriva. Advirti¨® de que el cambio clim¨¢tico se agravaba y de que la Tierra estaba presentando cambios ¡°sin precedentes en la Historia de la Humanidad¡±
Entre ellos, que el exceso de CO2 estaba acidificando gran parte de los oc¨¦anos, o que hab¨ªa 415 zonas costeras con alt¨ªsima eutrofizaci¨®n (exceso de nutrientes que produce falta de ox¨ªgeno en el agua). Hace dos a?os, en el 2017, la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN) inform¨® que en su Lista Roja de especies amenazadas hab¨ªa ya 25.800 registrados, entre ellos los koalas.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Clim¨¢tico (IPCC, por sus siglas en ingl¨¦s) tampoco calla. En octubre de 2018, inform¨® que la temperatura terrestre global podr¨ªa aumentar hasta tres grados cent¨ªgrados en el a?o 2100, es decir m¨¢s de los dos grados previstos en el Acuerdo de Par¨ªs para no irnos al despe?adero. En suma, las se?ales de alarma son crecientes, dram¨¢ticas. Pareciera que estamos llamando a la cat¨¢strofe.
Greta, a sus 16 a?os, se lo ha tomado en serio, mientras Donald Trump a sus 72 sigue pensando que el cambio clim¨¢tico es ¡°un cuento chino¡±. No es ¨¦l quien est¨¢ haciendo la Historia en este momento, sino ella, a su temprana pero valiente edad. En agosto del 2018, lider¨® una huelga escolar que consisti¨® en pararse frente al Parlamento sueco, en protesta por las insuficientes pol¨ªticas de su pa¨ªs para reducir sus emisiones de carbono,
Lo hizo todos los d¨ªas hasta que se realizaron las elecciones generales de su pa¨ªs, en septiembre, y luego lo sigui¨® haciendo los viernes. Su ejemplo fue seguido por j¨®venes de varios pa¨ªses. De all¨ª surgi¨® la iniciativa global denominada Fridays for future, que este 15 de marzo tuvo su prueba de fuego, y de juego pol¨ªtico, al convocar a ciudadanos de m¨¢s de 1.000 ciudades de todo el mundo con el mismo fin: clamar por el clima.
Greta, a sus 16 a?os, se lo ha tomado en serio, mientras Donald Trump a sus 72 sigue pensando que el cambio clim¨¢tico es ¡°un cuento chino¡±
Es sintom¨¢tico y a la vez esperanzador que sea la franja m¨¢s joven la que alce la voz para que cesen la lenidad, la indiferencia y el desaliento incluso frente a un drama en curso. Hist¨®ricamente esto ha ocurrido m¨¢s de una vez, pero quiz¨¢s la diferencia est¨¢ en que, en esta ocasi¨®n, se trata de una causa mundial, no de una revoluci¨®n en un pa¨ªs o en una regi¨®n. Lo que hay que sacudir son las estructuras mismas de la civilizaci¨®n.
Quiz¨¢s estas palabras de Greta en la Cumbre del Clima de Katowice, Polonia (diciembre del 2018) lo dicen con m¨¢s claridad: ¡°Ustedes ¡ªdijo, dirigi¨¦ndose a un p¨²blico adulto¡ª solo hablan sobre seguir con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, cuando lo ¨²nico sensato es echar el freno de emergencia. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son y esa carga nos la dejan a nosotros. A m¨ª no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia clim¨¢tica y por el planeta¡±.
En otras palabras: ya basta de paliativos y discursos sinuosos. Sus palabras surgen desde la frescura joven, desde ese tiempo en el cual es m¨¢s f¨¢cil ver lo evidente sin la anteojera de infames intereses. Algunos podr¨¢n tacharla de ingenua, pero creo que si este movimiento prende el planeta podr¨¢ tener un respiro, o al menos una leve posibilidad. Lo m¨¢s sensato, como dice ella, es poner el freno y atreverse a mirar.
Frenar el cambio clim¨¢tico, adem¨¢s, es m¨¢s rentable que no hacerlo. En el 2008, el economista brit¨¢nico Nicholas Stern, tras un exhaustivo estudio, determin¨® que no enfrentar el fen¨®meno le costar¨ªa al planeta el 20% de su PIB, en tanto que hacerlo solo costar¨ªa 1%. El informe del PNUMA afirma que no pasar del aumento de los dos grados le ahorrar¨ªa al planeta m¨¢s de 50.000 millones de d¨®lares.
En marzo de este a?o, en la conferencia internacional Change to change sobre cambio clim¨¢tico, realizada en San Sebasti¨¢n, el mismo Stern sostuvo que el tiempo se nos agotaba y que hab¨ªa que centrarse en los j¨®venes y acaso buscar all¨ª un liderazgo. Ese momento parece estar asomando en la figura de Greta. Su actuaci¨®n, su consecuencia, intentan marcar un giro crucial, un giro acaso inesperado, en la lucha clim¨¢tica.
Si adem¨¢s le dan el Nobel de la Paz se demostrar¨¢ que no es casual que, en los ¨²ltimos a?os, sean algunas mujeres j¨®venes las que ponen de vuelta los valores. Greta puede ser la Malala que necesit¨¢bamos para luchar contra el deterioro del ecosistema terrestre. Para decirle basta a los talibanes que creen que el cambio clim¨¢tico es una exageraci¨®n, s¨®lo una falla del sistema. Todo mi apoyo a esta mujer del siglo XXI, tan distinta a los caducos pol¨ªticos que ser¨¢n incinerados por el clima y el olvido.
Ramiro Escobar es periodista y profesor universitario. Ense?a en la Pontificia Universidad Cat¨®lica del Per¨², de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
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