Las fuentes del odio
La ¨²nica salida consiste aqu¨ª en evitar la contaminaci¨®n, en aislar a quienes se constituyen en vanguardia supremacista
La conmemoraci¨®n del 11-M pone nuevamente sobre la mesa el tema del yihadismo, sofocado despu¨¦s de la derrota del Estado Isl¨¢mico, pero presente aun como amenaza en las sociedades occidentales. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el salvaje atentado de Nueva Zelanda nos recuerda que la islamofobia no solo es el supuesto patrimonio de quienes adoptan posiciones cr¨ªticas ante el Islam, sino que es una corriente ideol¨®gica, en muchos casos una mentalidad, susceptible de practicar del terrorismo, y vinculada por su parte al auge mundial de las posiciones de extrema derecha. A la vista de la extrema gravedad de ese movimiento en pinza, resulta necesario ir m¨¢s all¨¢ de la simple constataci¨®n y plantearse la exigencia de buscar las causas de ambas radicalizaciones para actuar sobre las mismas. Su extinci¨®n parece imposible, pero por lo menos cabr¨¢ reducir su influencia, y para ello no existe otra salida que intervenir sobre los procesos de formaci¨®n de semejante deriva criminal.
Reinares prueba que Espa?a no es una excepci¨®n respecto de otros pa¨ªses europeos: la adopci¨®n de posiciones orientadas hacia el terrorismo ha pasado de la primera a la segunda generaci¨®n de inmigrantes musulmanes. No vienen de Argelia o Siria; surgen y act¨²an en nuestra sociedad.
Por fortuna, la desaparici¨®n del Daesh interrumpe una comunicaci¨®n circular, donde la expectativa de islamizaci¨®n a escala mundial generaba un terrorismo del mismo alcance. Queda el problema de la traducci¨®n en terror del malestar de las crecientes minor¨ªas musulmanas, favorecido por una escasa atenci¨®n al proceso educativo. Cuesti¨®n esencial. Dejar que el agua siga su curso nada resuelve. El Islam como doctrina tiene muchas aristas, las cuales requieren una atenci¨®n rigurosa para que no generen una actitud maniquea frente a la conciencia democr¨¢tica. Hoy obligada a protestar, a gritar contra infamias tales como la aterradora condena de la abogada Nasrin Setoudeh en Ir¨¢n por rechazar el velo. (Anotemos: culpable silencio feminista).
Esta es la coartada que utiliza la islamofobia para legitimar su ataque. Lo vemos en el programa de Vox, dando por hecha una imposible integraci¨®n musulmana, con la consiguiente actitud discriminatoria frente a la inmigraci¨®n. Se trata de difundir la falsa idea de que todo musulm¨¢n es un terrorista en potencia. Y como ha sucedido en Nueva Zelanda, la agresividad resultante se envuelve en lo que hace tiempo se llam¨® ya una ideolog¨ªa blanca, fundada sobre la presunta superioridad del colectivo racialmente dominante en una sociedad plural. Con una audiencia cada vez mayor, que encuentra en personajes como Trump o Salvini ¡ªen nuestro caso con gotas joseantonianas¡ª los patrones para un nacionalismo identitario. La ¨²nica salida consiste aqu¨ª en evitar la contaminaci¨®n, en aislar a quienes se constituyen en vanguardia supremacista. Deseo m¨¢s que realidad.
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