Simp¨¢tica
No renunciemos al enfado, pero tampoco nos dejemos usurpar la amabilidad
Nadie podr¨ªa acusarme de vivir en una torre de marfil. Salir de mi burbuja no suele ser una bondadosa opci¨®n de vida curiosa y ecum¨¦nica, sino una necesidad para cubrir este coste de la vida que desgasta el cuerpo y a la vez me lleva a vivir momentos irrenunciables. La perfecta disc¨ªpula de Barrio S¨¦samo que soy se mueve arriba y abajo, por el norte y el sur, y en las ¨²ltimas semanas ha participado en el foro As mulleres que opinan son perigosas en Pontevedra, en Cartagena piensa y en Sangre fucsia, programa de radio que hacen con sus manitas mis amigas de Eskalera Karakola, Kasa P¨²blica Transfeminista, que levantaron a pulso unas cuantas mujeres: ellas solaron, pintaron, colocaron sanitarios¡ All¨ª descubr¨ª a la guatemalteca Rebeca Lane, que se define como raptivista: ¡°Quisiera tener cosas dulces que escribir,?/?pero tengo que decidir y me decido por la rabia,?/?cinco mujeres hoy han sido asesinadas?/?y a la hora por lo menos veinte mujeres violadas?/?eso que solo es un d¨ªa en Guatemala?/?multipl¨ªcalo y sabr¨¢s por qu¨¦ estamos enojadas (¡)?/ no tengo privilegio que proteja este cuerpo?/?en la calle creen que soy un blanco perfecto,?/?pero soy negra como mi bandera y valiente?/?en nombre m¨ªo y en el de todas mis bisabuelas¡±. Rebeca Lane canta con palabras de un feminismo, negro y pobre, que utiliza el rap como arma de denuncia pol¨ªtica. En Pontevedra, Diana L¨®pez, una de las organizadoras del encuentro junto con Susana Pedreira, se interes¨® por la diferencia entre lo racional y lo razonable, y se sorprendi¨® de mi amabilidad. En Cartagena piensa, algunas mujeres expresaron opiniones respecto hasta qu¨¦ punto hay que ser tolerantes con quienes no lo son, y subrayaron la prisa transformadora de las feministas j¨®venes. En estos encuentros dejo de ser la ni?a burbuja, que en realidad nunca fui, y converso con mujeres que certifican la existencia del mansplainning y me informan de que el adjetivo femenino de sororidad es sorora.
Abro los ojos a mundos que me llevan a insistir en que las imprescindibles incertidumbres del pensamiento no pueden paralizar una acci¨®n pol¨ªtica urgent¨ªsima contra feroces desigualdades minimizadas desde un discurso mis¨®gino. Ense?amos llagas y dientes manifest¨¢ndonos, haciendo huelgas, cantando como Rebeca Lane. Las feministas j¨®venes saben que, en ocasiones, como dec¨ªa Sontag, hay que tomar la calle, y, sin¨¦rgicamente, tambi¨¦n encuentran aparatos ¨®pticos para analizar la realidad leyendo, buscando referentes ocultos y construyendo nuevos relatos. Eso es magn¨ªfico. Corrigen t¨®picos esencialistas en los que nosotras mismas caemos: en la encomiable Universidad Popular de Palencia una se?ora dijo que yo no pod¨ªa ser feminista porque era simp¨¢tica. La se?ora no ten¨ªa raz¨®n, pero tampoco la amabilidad es un rasgo de sumisi¨®n femenina, sino un modo de contrarrestar una visceralidad fascista con la que me niego a identificarme: represi¨®n, mordazas, censura, porrazos, guerras para mantener la industria de armamento. Me revuelvo desde mi amabilidad enojada ¡ªno desde mi enojo amable¡ª con la convicci¨®n de que, sin colocar las g¨®nadas ¡ªcojones, ovarios¡ª encima de la mesa, se pueden emprender acciones y escrituras revolucionarias. No renunciemos al enfado, pero tampoco nos dejemos usurpar la amabilidad. En un momento de la historia en que somos selectivamente pacifistas ¡ªse nos olvida el pacifismo cuando necesitamos colt¨¢n¡ª, unas sangres manchan m¨¢s que otras, y raz¨®n e inteligencia se descascarillan y mueren ¡ªrevive el fantasma de Mill¨¢n-Astray¡ª, hoy, palabra, educaci¨®n y cultura son formas, insecticidas y eficaces, de la acci¨®n.
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