Equinoccio
La primavera coincide con las elecciones generales, as¨ª que el ministrable tambi¨¦n est¨¢ muy agitado
La primavera ha venido y nadie sabe c¨®mo ha sido porque es que comenz¨® en febrero. Ya est¨¢n despendoladas las orop¨¦ndolas de Trapiello en su nuevo diario, Diligencias, en el que siempre hay sutiles p¨¢ginas sobre las estaciones. ?l s¨ª entiende estos fen¨®menos porque pasa media vida haciendo de Cincinato. Pero todos hemos de atender a los rostros del meteoro. Nada hay m¨¢s importante que saber c¨®mo est¨¢ el tiempo.
Los que vivimos en ciudades debemos salir arreando hacia el parque m¨¢s pr¨®ximo. Aqu¨ª, en Madrid, hay un Bot¨¢nico muy bueno y bien cuidado por expertos. Pero basta cualquier humilde parque para acercarse a mirar (o a dibujar, que es a¨²n mejor) lo que hace la vegetalia. El m¨ªo est¨¢ bastante bien, con su punto de descuido para distinguirlo de los parques europeos. Ahora est¨¢n las fotinias con unas llamas color p¨²rpura en la cresta como de infierno g¨®tico, andan retrasados los carpes y los tilos, echan ya brotes los liquid¨¢mbares, hay nubes de flor blanca animadas por chupadores en los perales. No es que yo sepa de esto, es que por suerte ponen cartelas en algunas plantas. Viva la cartela.
La primavera coincide con las elecciones generales, as¨ª que el ministrable tambi¨¦n est¨¢ muy agitado. Los grandes hombres pululan por la Pen¨ªnsula como abejas sedientas de polen. El polen, claro, somos nosotros. Incluso ha regresado el Cabecilla tras tierna y delicada entrega a la infancia. Pero a¨²n est¨¢ inmaduro.
No solo los grandes, tambi¨¦n los peque?os se alteran en primavera. Tom¨¦ un taxi y en cuanto me sent¨¦ sali¨® disparado zigzagueando entre patines, ciclos y colegas. En cada sem¨¢foro cambiaba de carril hasta llegar al punto m¨¢s corto. Entonces se volv¨ªa euf¨®rico hacia m¨ª y gritaba alzando una mano triunfal: ¡°?Polposichon!¡±. Hom¨¦rico.
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