No estaba preparado para lo que vi en Mozambique
El cicl¨®n Idai dej¨® la ciudad de Beira destruida e inundada hace 10 d¨ªas. La ayuda humanitaria comienza a llegar y tambi¨¦n los relatos de quienes lo han perdido todo
Mi despertador son¨® a las cuatro de la ma?ana. Lo hab¨ªa colocado aposta lejos de mi cama para que me obligara a levantarme. Durante d¨ªas hab¨ªa estado intentando coger un vuelo a Beira, la ciudad portuaria de Mozambique donde el cicl¨®n Idai toc¨® tierra, y no pod¨ªa permitirme perderlo.
Cuando el avi¨®n comenz¨® a descender vi por primera vez el da?o causado por el cicl¨®n y las inundaciones que lo siguieron. Sab¨ªa que la ciudad hab¨ªa sido golpeada con fuerza y que el 90% a¨²n estaba bajo el agua, pero no estaba preparado para lo que vi.
Beira se parece ahora a un lugar en guerra: las casas han sido arrasadas como si las hubieran bombardeado desde el aire. Algunas est¨¢n sumergidas en agua, los techos han quedado destruidos, los ¨¢rboles arrancados y los campos y cultivos inundados. Cuando llego, el aeropuerto est¨¢ lleno de actividad. Es el ¨²nico lugar donde funcionan las comunicaciones, por lo que las Naciones Unidas y muchas agencias de ayuda internacional lo han convertido en su base. Aqu¨ª es donde vivir¨¦ los pr¨®ximos d¨ªas.
Gran parte del edificio se parece a una sala de operaciones de guerra: los mapas cubren las paredes y en todas partes hombres y mujeres se amontonan tratando de encontrar la manera de ayudar a las personas que lo necesitan desesperadamente. Hay un ruido constante de helic¨®pteros y aviones que despegan con suministros de emergencia para otras ¨¢reas de la ciudad y otras m¨¢s lejanas que solo son accesibles por aire.
?Cu¨¢ntas personas m¨¢s ver¨¢n sus vidas trastocadas a medida que el cambio clim¨¢tico haga que la naturaleza sea cada vez m¨¢s destructiva a nuestro continente?
Oxfam tambi¨¦n est¨¢ trabajando con una organizaci¨®n socia local, Ajoago, para organizar un helic¨®ptero para distribuir kits familiares a las comunidades en Buzi, una de las zonas m¨¢s afectadas de la ciudad donde, seg¨²n os informes, las familias viven en los tejados de las casas inundadas. Cada kit contiene mantas, un cubo, mosquiteras, un bid¨®n, cucharas y envoltorios de tela. La esperanza es que estos enseres ayudar¨¢n a prevenir la propagaci¨®n de enfermedades que pueden llegar a ser mortales como el c¨®lera y la malaria.
Mientras esperamos hacer esa distribuci¨®n, me dirijo a Dondo, a unos 30 kil¨®metros de Beira, donde se ha establecido un campamento para personas desplazadas. Armado con una libreta y una c¨¢mara, paso la tarde escuchando a hombres y mujeres que, a pesar de perder todo, todav¨ªa esbozan una sonrisa en sus rostros cansados. "No hay nada que pudi¨¦ramos haber hecho, est¨¢bamos en su camino. Lo perdimos todo: nuestras casas, ropa y comida. Estamos esperando que paren las lluvias para poder ir a casa y reconstruirla¡±, me cuenta Jacinta Verisha, madre de cuatro hijos que perdi¨® su hogar y ahora vive en una tienda de campa?a donada por Cosaca, un consorcio de agencias de ayuda que incluye Oxfam, Care y Save the Children.
Mientras me despido de Jacinta, me pregunto cu¨¢nto tiempo tendr¨¢ que quedarse en el campamento. ?Ella y su familia volver¨¢n a casa? ?Sus hijos regresar¨¢n a la escuela? ?Sobrevivir¨¢n a los brotes de enfermedades como la malaria o el c¨®lera que tan a menudo se producen despu¨¦s de grandes desastres? ?A cu¨¢ntas personas como Jacinta conocer¨¦? ?Cu¨¢ntas m¨¢s ver¨¢n sus vidas trastocadas a medida que el cambio clim¨¢tico haga que la naturaleza sea cada vez m¨¢s destructiva con nuestro continente?
Stewart Muchapera es oficial de medios y comunicaciones de Oxfam, desde Beira en Mozambique.
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