La piel del oso

No hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. Es un viejo consejo que vale para todos. Para los dem¨®cratas que daban por muerto a Trump gracias a la investigaci¨®n del fiscal Robert Mueller, hasta el punto de despreocuparse de la solidez y efectividad de su oposici¨®n a las pol¨ªticas antisociales y reaccionarias del presidente, y para los republicanos y el trumpismo, que se han precipitado alborozados por la carta del fiscal general, William Barr, a los congresistas, en la que se exonera a Donald Trump de la conspiraci¨®n con Putin para alcanzar la presidencia de los Estados Unidos.

La investigaci¨®n de Mueller no queda sellada con el resumen de cuatro p¨¢ginas que ha hecho Barr. Dos a?os de investigaci¨®n, con tantos testigos, pruebas e incluso inculpados y condenados, dif¨ªcilmente pueden concentrarse en esta s¨ªntesis de parte. A fin de cuentas, Barr es un miembro del Gobierno de Trump.

El dato m¨¢s relevante es que el presidente ha conseguido controlar la conclusi¨®n de la investigaci¨®n. Su fiscal general, en ejercicio desde hace apenas un mes, es el que ha dado los titulares y ha marcado la agenda. Ahora el Congreso deber¨¢ pelearse por la publicaci¨®n del informe. Solo con los datos que se conocen de las relaciones entre Trump y su entorno con Rusia es f¨¢cil deducir que el informe, de momento neutralizado, ser¨¢ una bomba de explosi¨®n retardada y de fragmentaci¨®n, que terminar¨¢ conoci¨¦ndose entero y tendr¨¢ efectos colaterales en forma de nuevos procedimientos judiciales e investigaciones parlamentarias.

Barr ha hecho un buen trabajo. Fue nombrado para hacerlo. A su mano de jurista pertenece un documento, anterior a su nombramiento, sobre la obstrucci¨®n a la justicia que le ha ido a Trump como anillo al dedo. La doctrina Barr dice que no puede haber obstrucci¨®n mientras no haya delito. Y si no hay colusi¨®n, como dice Mueller, no puede haber tampoco obstrucci¨®n, aunque Mueller diga en su informe que Trump ¡°no ha quedado exonerado¡± de esta ¨²ltima sospecha. Este delito, en cambio, es el que hist¨®ricamente ha servido para descabalgar presidentes. Con la colusi¨®n, jaleada desde el periodismo, el list¨®n qued¨® muy alto. Podemos imaginar c¨®mo estar¨ªa ahora la capital federal si Mueller hubiera podido probar una conspiraci¨®n de Trump y su entorno con Putin para asaltar la Casa Blanca. La informaci¨®n contrastada permite deducir que hubo conexiones e intoxicaciones de los rusos, pero mucho m¨¢s dif¨ªcil, si no imposible, es encontrar la pistola humeante de esa confabulaci¨®n para situar a un agente ruso en el Despacho Oval.

Gracias a la pol¨ªtica instant¨¢nea, Trump ha podido festejar su victoria y reclamar a los dem¨®cratas que le pidan perd¨®n. Har¨¢n bien los dem¨®cratas en exigir la publicaci¨®n del informe entero, pero todav¨ªa har¨ªan mejor si fueran capaces de cerrar filas y presentar un candidato para vencer a Trump en las elecciones de 2020.