Acebook
La versi¨®n ¨¦tica de Facebook solo podr¨ªa surgir en Europa. Y lo est¨¢ haciendo
Voy a escandalizar al lector, pero debo decir que corren buenos tiempos para Europa. Al menos en un sector de poder inc¨®gnito, de importancia capital y creciente: las redes, la inteligencia artificial y el comercio planetario con los grandes datos, con tus datos y los m¨ªos, desocupado lector. Este es un mundo ¡ªnuestro mundo¡ª en el que un pu?ado de alumnos aventajados de la intelligentsia norteamericana, nativa o adoptiva, se afinc¨® en Silicon Valley para conquistar desde all¨ª los h¨¢bitos, los gastos y el pensamiento de medio planeta. Han sorbido el seso a un par de generaciones, por no hablar de sus padres, que est¨¢n m¨¢s enganchados a¨²n que los hijos a esta forma futurista de la estupidez humana.
Y solo Europa puede parar los pies alados de estos gigantes de silicio y barro. En un rasgo de genio, el editorialista de The Economist nos pide imaginar una empresa llamada Acebook. Con solo quitar una efe, el libro de caras (Facebook) se convierte en un libro de ases (Acebook). Esta empresa ficticia te ofrece garant¨ªas de privacidad y reconoce tu contribuci¨®n con un porcentaje de los (obscenos) beneficios que obtiene gracias a tus datos: gracias a saber qu¨¦ compras, por d¨®nde te mueves, qu¨¦ buscas en Google, cu¨¢les son tus gustos musicales, tus tendencias pol¨ªticas, tu talento para hipotecarte, a qu¨¦ dedicas el tiempo libre. Esa Acebook, la versi¨®n ¨¦tica de Facebook, solo podr¨ªa surgir en Europa. Y lo est¨¢ haciendo. Con la caracter¨ªstica gracilidad de hipop¨®tamo que tanto deleita a los brexiters, pero tambi¨¦n con el peso aplastante de ese artiod¨¢ctilo subsahariano amante del agua y que pasar¨¢ a la prehistoria como el primo tonto de las ballenas. Tonto pero eficaz: por eso sigue vivo.
La Uni¨®n Europea acaba de atizarle a Google un multazo de 1.500 millones de euros por yugular a sus competidores en el mercado de la publicidad y tiene en la tuber¨ªa una ley de protecci¨®n de la propiedad intelectual que, como parece l¨®gico, puede dejar hechos polvo los almacenes de dinero del t¨ªo Gilito que ha amasado la empresa a base de distribuir el trabajo de otros sin pagarles un c¨¦ntimo. Puedes llamarlo genio empresarial o pirater¨ªa industrial. A los productores de contenidos nos da igual mientras el capit¨¢n pirata, cantando alegre en la popa, nos pague por el trabajo. Y que lo haga en Europa.
La Regulaci¨®n General de Protecci¨®n de Datos (GDPR en ingl¨¦s) que ha promulgado Bruselas tras una juiciosa consideraci¨®n y el debido procedimiento democr¨¢tico es la primera iniciativa legal que pretende devolver a las personas el control sobre sus datos, incluido el derecho a participar de los beneficios que la empresa ha obtenido gracias a ellos. Facebook, Microsoft, Apple, Amazon y Alphabet (la matriz de Google) venden una cuarta parte de sus productos en Europa, lo que en s¨ª mismo conforma un argumento para que los big five de Silicon Valley, que ganaron el a?o pasado 150.000 millones de d¨®lares, se vayan adaptando a la regulaci¨®n del viejo continente. El segundo argumento es que un pa¨ªs tras otro est¨¢ importando la GDPR a sus sistemas legales, o us¨¢ndola como inspiraci¨®n. Si la ¨¦tica no funciona como argumento, la econom¨ªa lo acabar¨¢ haciendo.
Y s¨ª, amigos, la siguiente medida que impulsar¨¢ Europa ser¨¢ la ¡°interoperabilidad¡±, horrible t¨¦rmino para el noble concepto de que, si te da la gana, te puedas llevar todos tus contactos de Facebook a Acebook. Si Acebook no existe, Europa tendr¨¢ que inventarla.
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