Macron acierta
La iniciativa pol¨ªtica para frenar al extremismo merece ser escuchada
La iniciativa de La Rep¨²blica en Marcha, el partido que lidera el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, de abrirse a otras familias pol¨ªticas para llegar a acuerdos transversales tras las elecciones europeas es una apuesta sugerente y un paso imaginativo hacia la colaboraci¨®n entre fuerzas proeuropeas en un momento especialmente delicado para la Uni¨®n. Este movimiento hacia el di¨¢logo y la b¨²squeda de puntos de convergencia con la socialdemocracia de los pa¨ªses del Sur, y especialmente con Pedro S¨¢nchez, representa una apelaci¨®n a la acci¨®n pol¨ªtica entendida como di¨¢logo y una apuesta por los valores que conforman la identidad europea. Macron busca, as¨ª, confrontar una idea de Europa abierta y cooperativa frente al repliegue ultranacionalista y cerrado de los populismos de todo cu?o, pero tambi¨¦n reforzar su influencia mediante acuerdos con fuerzas pol¨ªticas a un lado y otro del espectro ideol¨®gico europeo.
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En cualquier caso, es sin duda importante que el espacio democr¨¢tico de centro y la socialdemocracia reflexionen conjuntamente sobre la necesidad de vertebrar mayor¨ªas institucionales en Europa, un movimiento in¨¦dito pero necesario ante la dura ofensiva extremista y eurof¨®bica que sufren tanto las instituciones europeas como los Parlamentos nacionales. En v¨ªsperas de unas elecciones que configurar¨¢n el nuevo reparto de responsabilidades institucionales en Bruselas, el gesto de Macron pretende profundizar en los puntos en com¨²n de los europe¨ªstas m¨¢s que en las diferencias innegociables. Macron busca socios con los que necesariamente mantendr¨¢ diferencias program¨¢ticas, pero con los que comparte un n¨²cleo com¨²n infranqueable: el compromiso con los valores y libertades democr¨¢ticas que definen el proyecto de una Europa unida.
En un momento en el que urge la b¨²squeda de acuerdos para avanzar en el proceso de integraci¨®n y profundizar en lo que ya existe, el movimiento estrat¨¦gico de Macron contrasta con la actitud defensiva de su aparente socio espa?ol, Albert Rivera. A diferencia del l¨ªder de Ciudadanos, Macron no teme crear un cord¨®n sanitario alrededor de aquellas fuerzas pol¨ªticas que, desde hace tiempo, vienen exhibiendo una deriva autoritaria, sometiendo a la Uni¨®n Europea a un proceso de contestaci¨®n permanente de sus valores y libertades. El contraste no puede ser m¨¢s claro: mientras Macron quiere tejer alianzas estrat¨¦gicas en el reparto institucional europeo, abriendo ese posible espacio de colaboraci¨®n entre el centro y la socialdemocracia, Rivera apuesta por el cortoplacismo electoral, situando al PSOE fuera de cualquier espacio pol¨ªtico de consenso.
Resulta parad¨®jico que Rivera siga alimentando la pol¨ªtica de bloques apelando a esl¨®ganes partidistas, abrog¨¢ndose la etiqueta de ¡°constitucionalismo del siglo XXI¡±, una f¨®rmula que instrumentaliza la Constituci¨®n para excluir a los socialistas de cualquier posibilidad de acuerdo. Macron, por su parte, no ha dudado en definir al presidente del Gobierno espa?ol y a su formaci¨®n pol¨ªtica como actores esenciales en la construcci¨®n del proyecto europeo, entendiendo que, con sus fallos y aciertos, el PSOE representa la socialdemocracia que protagoniz¨®, en sucesivas fases de gobierno, la modernizaci¨®n de Espa?a y su completa inclusi¨®n en el club europeo. Frente a la visi¨®n larga de Macron, Rivera ha apostado por tensar su discurso, situ¨¢ndose en un lugar del que quiz¨¢ no sea capaz de regresar.
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