Fuego vivo

El efecto de la lengua de lava volc¨¢nica ha de depender, supongo, del tipo de tierra que calcina. En Lanzarote, isla de m¨²ltiples volcanes, forma extensiones de escoria negra en terrones desgarrados y convulsos. Un paisaje dram¨¢tico. Aqu¨ª y all¨¢ se divisan manchas verdes incluso en el paraje de Timanfaya, donde 25 volcanes explotaron en 1730. Emocionan los hoyos cavados por esforzados agricultores que hurgan la tierra para plantar vi?as diminutas y preciosas resguardadas por murallas de piedra en miniatura puestas a mano con paciencia y tenacidad.

Al torturado paisaje se le opone un modelo de habitaci¨®n serena. Los pueblos son pa?uelos blancos en cegador contraste con la negrura volc¨¢nica y el cielo turqu¨ª. Elegantes grupos de casas bajas (una o dos alturas) apenas decoradas con cactus y otras plantas grasas, aunque no faltan estallidos de buganvilias como brochazos de una divinidad ebria.

Estuvimos acogidos y cuidados en uno de los estupendos hoteles de Barcel¨® especialmente dise?ados para los ni?os. No hab¨ªa menos de treinta criaturas por las piscinas corriendo, bailando, quemando energ¨ªa en cinco idiomas bajo la so?olienta, pero complacida, mirada de sus padres. Lo de los padres es algo imponente. Yo era una ca?a seca en medio de una manada de rinocerontes, mezclada con alg¨²n gorila y no pocos b¨²falos. ?Se?or, qu¨¦ grandes son los n¨®rdicos! ?Qu¨¦ barrigas, qu¨¦ pu?os como mazas, qu¨¦ cabezotas mondas, qu¨¦ cogotes p¨¦treos! Daba gusto verlos con sus cr¨ªas trepando como monitos por el cuerpo hirsuto.

Le¨ªa yo el relato de Durrell sobre sus a?os en Chipre y gracias a ¨¦l me percat¨¦ de otro gran atractivo de Lanzarote. Como no hay nada que conservar, salvo ella misma, la isla sigue intacta y perfecta desde hace tres siglos.