La caza del mito
Historiar es analizar y ponderar, m¨¢s all¨¢ de pol¨¦micas ocasionales
Nadie duda ya del papel desempe?ado por el mito en la g¨¦nesis de los nacionalismos, despu¨¦s de los estudios cl¨¢sicos de Hobsbawm y de Benedict Anderson. Solidificados en el marco de la tradici¨®n, los mitos propician una visi¨®n enteriza del sujeto colectivo, y al mismo tiempo la idealizaci¨®n de su pasado y la designaci¨®n del otro como enemigo. Y dada esta utilidad, son duros de pelar cuando hace falta desmontarlos. Pensemos en la supuesta oposici¨®n medieval a la conquista de Cerde?a por la Corona de Arag¨®n, que encubr¨ªa una verdadera oposici¨®n posterior de los sardos al dominio piamont¨¦s/italiano. Mommsen demostr¨® la falsedad del invento. In¨²til.
Desmontar mitos es saludable; no lo es confundir realidad con mito. Lo hemos experimentado con nuestra guerra de Independencia, cuya negaci¨®n es tan ¨²til, porque arrastra la de la naci¨®n espa?ola. Citarla, opinaba Anasagasti, era sentar plaza de Agustina de Arag¨®n. Ni m¨¢s ni menos. Tanto para cr¨ªticos chocarreros como para perseguidores del mito, de nada vali¨® que hasta los franceses hablasen el 10 de mayo de independencia espa?ola y que los escritos patri¨®ticos la reivindicasen hasta el hast¨ªo. Se dice que la expresi¨®n solo surgi¨® tard¨ªamente. Para refutarlo no sirve que una Historia de la revoluci¨®n espa?ola de 1812 elogie ¡°los prodigiosos esfuerzos hechos por la naci¨®n espa?ola para sostener su independencia¡±. Tambi¨¦n el contra-mito es duro de pelar.
Ahora la historia se repite con el t¨¦rmino ¡°Reconquista¡±. Rechacemos el relato tradicional que va de los inexistentes Pelayo y su Covadonga a los Reyes Cat¨®licos de la Espa?a una, y que forma parte del arsenal ideol¨®gico derechista. Pero conquista ¨¢rabe en 711 s¨ª hubo y tambi¨¦n su expulsi¨®n deliberada en 1492, con una continuidad marcada por la referencia al espacio com¨²n de Hispania (J. A. Maravall). Desde la cr¨®nica moz¨¢rabe de la ruina Spanie en 754 a la de Hernando del Pulgar sobre los Reyes Cat¨®licos, empe?ados en ¡°lanzar de todas las Espa?as el Se?or¨ªo de los Moros¡±.
Sin esperar a la etiqueta decimon¨®nica. Del mismo modo que ya hubo genocidios antes de su descubridor Lemkin o que en el a?o Mil existiera Catalu?a antes de llamarse as¨ª (Bonnassi¨¦). En la creaci¨®n del mito de Pelayo bajo Alfonso III no solo interviene la herencia goda; es antecedente de la salvaci¨®n de Hispania (Spanie salus). Para llegar a la uni¨®n de Coronas imperfecta con Isabel y Fernando, que bien o mal ir¨¢ luego m¨¢s all¨¢ de la ¡°monarqu¨ªa compleja¡±, derivando hacia una ¡°monarqu¨ªa de agregaci¨®n¡± con la Corona de Castilla como n¨²cleo. Primer paso: la incorporaci¨®n de Navarra en 1515. Historiar es analizar y ponderar, m¨¢s all¨¢ de pol¨¦micas ocasionales.
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