Convivir con el multipartidismo
Los partidos han aprendido que la mayor parte de sus votantes entienden que la sociedad es ideol¨®gicamente plural
Cuando hace unos a?os emergieron Podemos y Ciudadanos, muchos alertaron sobre los riesgos que el multipartidismo implicaba para nuestro sistema pol¨ªtico. Supuestamente, ni nuestras instituciones ni nuestra cultura pol¨ªtica estaban preparadas para gestionar la pluralidad ideol¨®gica con la que hab¨ªa sabido convivir la mayor parte de Europa en el ¨²ltimo siglo. ¡°Nuestro sistema electoral hace dif¨ªcilmente sostenible el multipartidismo¡±, ¡°no entendemos que no gobierne el partido que saque m¨¢s votos¡±, ¡°nuestros partidos no saben compartir el poder¡±, le¨ªamos un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n.
Todos estos agoreros ignoraban, en primer lugar, nuestra propia experiencia. Como muestra Amuitz Garmendia en el ¨²ltimo Informe sobre la democracia de la Fundaci¨®n Alternativas, un tercio de nuestros Gobiernos regionales desde la restauraci¨®n de la democracia han sido de coalici¨®n, y no pueden ser vinculados a un peor desempe?o institucional en sus respectivas comunidades aut¨®nomas.
En solo cuatro a?os, hemos ido adem¨¢s normalizando el multipartidismo. Ciudadanos y Podemos, cuyo rechazo al PP y al PSOE los llev¨® a no entrar en ning¨²n Gobierno liderado por los dos grandes partidos hace cuatro a?os, participan hoy en Gobiernos regionales y en sus campa?as defienden abiertamente su entrada en Gobiernos de coalici¨®n en el ¨¢mbito nacional. Aunque haya sido por conveniencia pol¨ªtica, el corrosivo discurso de los ¡°pactos de perdedores¡±, las ¡°negociaciones en los despachos¡± y sobre la supuesta ilegitimidad de los Gobiernos que no incluyan a la ¡°lista m¨¢s votada¡±, incompatibles con el parlamentarismo multipartidista, han desaparecido. Por ¨²ltimo, los partidos han aprendido que la mayor parte de sus votantes entienden que la sociedad es ideol¨®gicamente plural, y toleran el di¨¢logo y el acuerdo con otras fuerzas si eso contribuye a sacar sus pol¨ªticas adelante.
No todo son buenas noticias. La experiencia europea muestra que las sociedades democr¨¢ticas pueden convivir con la fragmentaci¨®n, pero tambi¨¦n que es m¨¢s dif¨ªcil de gestionar si viene acompa?ada de una polarizaci¨®n extrema. La estigmatizaci¨®n de los adversarios pol¨ªticos como enemigos del pa¨ªs o que la campa?a gire m¨¢s en torno a los vetos y las pol¨ªticas de alianzas de cada uno que sobre sus propuestas y prioridades son motivos para la preocupaci¨®n.
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