La ciudad de los 4.000 ping¨¹inos
Una incursi¨®n en Punta San Juan, en Per¨², donde vive una especie de este animal amenazado debido a la acci¨®n humana y al cambio clim¨¢tico
Hacia el mediod¨ªa de este oto?o con aire estival (en el hemisferio Sur), en las faldas de este cerro que se asoma a un acantilado, la fiesta de los ping¨¹inos est¨¢ en su esplendor. Dos se cortejan dando vueltas, moviendo sus aletas, como si buscaran tejer juntos un futuro. Otros dos pelean a picotazos, acaso para ganar espacio en la vor¨¢gine del apareamiento.
Otro ping¨¹ino empolla los que quiz¨¢s son los primeros huevos de su vida. Hacia un costado, sube uno llevando en su pico una pluma que deposita en un nido de forma ovalada. No muy lejos, una pareja copula juntando sus cuerpos. Lo hacen una vez, lo vuelven a intentar, no desmayan. El sonido de las olas no los perturba.
Toda la escena transcurre sobre una superficie tapada del excremento que han depositado all¨ª miles de ejemplares de guanay (cormor¨¢n). La escasa presencia humana de los alrededores no aplana los nidos, ni arrasa con esta villa biol¨®gica. Punta San Juan, una peque?a zona protegida peruana ubicada a 525 kil¨®metros al sur de Lima, ha logrado ese inusual respiro ambiental para el ping¨¹ino de Humboldt (Spheniscus humboldti), que se distingue por vivir en una zona que va desde Isla Foca, en el norte del pa¨ªs, hasta Metalqui, al sur de Chile.
Seg¨²n el libro Penguins, Natural History and Conservation, escrito entre otros autores por Patricia Majluf, puede medir entre 67 y 72 cent¨ªmetros, y pesar entre 4,2 y 5 kilogramos. Su plumaje muda todos los a?os, y es de color negro en el dorso, debajo del cuello y en las aletas.
Punta San Juan tiene 54 hect¨¢reas delimitadas en tierra, y tres kil¨®metros en el mar, que forman parte de un ¨¢rea protegida de 140.000 hect¨¢reas. Fue creada por el Estado peruano para ¡°conservar la diversidad biol¨®gica de los ecosistemas marino-costeros¡±. Eso le ha dado tranquilidad vital al ping¨¹ino de Humboldt. Vive all¨ª arropado por los guardaparques de Servicio Nacional de ?reas Naturales Protegidas (Sernanp) y por investigadores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), que desde 1979 desarrollan el Programa Punta San Juan (PPSJ), con estaci¨®n cient¨ªfica incluida.
Este ecosistema, seg¨²n un estudio de Andrew Bakun del a?o 2008, es ¡°el lugar marino m¨¢s productivo del mundo¡±, debido a la corriente fr¨ªa, llamada de Humboldt, que se desplaza sur a norte junto a la costa, y que provoca un gran afloramiento de nutrientes. Gracias a ella, hay much¨ªsimo fitoplancton y zooplancton.
'Penguin town'
¡°Actualmente ac¨¢ tenemos de 3.500 a 4.000 ping¨¹inos¡±, comenta Susana C¨¢rdenas, directora del PPSJ, explica en un mirador frente a una playa donde numerosos ejemplares de lobo de mar fino juegan m¨¢gicamente. Literalmente como ni?os en una piscina natural de agua marina. M¨¢s all¨¢, un grupo de aves camina por la orilla y uno se ba?a graciosamente. ¡°Ese est¨¢ enguanado¡±, precisa C¨¢rdenas, para explicarme que viene de alg¨²n nido vecino a una pared rocosa que, hasta hace unos a?os, llamaban Penguin Town . ¡°En los ochenta y los noventa viv¨ªan ac¨¢, pero en el 2000 se fueron a la nueva metr¨®poli¡±.
?Por qu¨¦ ocurri¨® esa migraci¨®n de un acantilado lleno de grietas hacia una pampa con excremento de otras aves encima? Parece, seg¨²n cuentan ella y otros investigadores, que este ping¨¹ino prefiere hacer sus nidos en el guano, que tiene unas ventajas comparativas frente a madrigueras que pueden estar en las partes altas de un acantilado.
Es lo que explica Marco Carde?a, otro bi¨®logo marino, quien agrega que el guano ¡°es moldeable, les permite tener un microambiente, la temperatura adecuada para los huevos¡±. Tan exitosa fue la anidaci¨®n en esa zona que los investigadores pusieron unos nidos artificiales de cemento en 2001. Fueron ocupados por las aves, no sin algunos incidentes graciosos. ¡°Para atraerlos se puso grabaciones de ping¨¹inos, y estatuas de cemento que los simulaban, en diferentes posturas¡±. Algunos intentaron copular o pelear con ellas¡±. A partir del a?o 2004, el experimento fue dando? mejores resultados.
Pero hubo un problema: la extracci¨®n del guano de las islas, un recurso hist¨®rico del Per¨² desde mediados del siglo XIX. Hasta ahora se saca peri¨®dicamente, en esta y otras zonas, y en m¨¢s de una ocasi¨®n ocurri¨® que los trabajadores que entraron, con picos y lampas, a sacarlo arrasaron con los modestos nidos de ping¨¹inos.
A partir del 2012, el PPSJ coordin¨® con el Gobierno para que, cuando llegara la ¨¦poca de levantar el guano, se pusiera una valla que impidiera hacia los lugares de anidamiento. Entonces los ping¨¹inos comenzaron a reproducirse de manera m¨¢s sostenida, y la nueva Penguin Town, asentada hoy en dos villas principales, floreci¨®.
Cuando el clima enloquece
No obstante, ya hab¨ªa otras amenazas, como la inestabilidad del clima, un riesgo global que en este lugar espl¨¦ndido crea problemas. ¡°El cambio clim¨¢tico no necesariamente va a elevar la temperatura del mar, o el nivel del agua, pero s¨ª provoca un trastorno en los patrones y se vuelven m¨¢s impredecibles¡±, afirma C¨¢rdenas. El ping¨¹ino enguanado del que hablaba antes la investigadora ahora luce limpio, luego de que se dio un chapuz¨®n. ?l y su clan, aunque se vean vigorosos, han sufrido las consecuencias de un clima d¨ªscolo. Entre 1997 y 1998, por ejemplo, la costa peruana sufri¨® un fen¨®meno El Ni?o, ese evento que provoca un calentamiento inusual del mar por varios meses.
Esta peque?a zona protegida peruana ha logrado ese inusual respiro ambiental para el ping¨¹ino de Humboldt que se distingue por vivir en una zona que va desde Isla Foca, en el norte del pa¨ªs, hasta Metalqui, al sur de Chile
El Ni?o no es un episodio anormal en la costa del Pac¨ªfico. Se le conoce desde hace siglos, pero el de esos a?os pr¨¢cticamente ocasion¨® una cat¨¢strofe ambiental. Como la temperatura del agua subi¨®, la anchoveta (un pez muy com¨²n en Per¨²) desapareci¨®, o se fonde¨® buscando el agua fr¨ªa, por lo que comenz¨® a escasear. El pececillo es vital para estos ecosistemas. No s¨®lo es el alimento de los ping¨¹inos, sino tambi¨¦n de los lobos marinos, as¨ª como de los pel¨ªcanos, los guanayes y los piqueros, todas aves guaneras. Su ausencia provoca una crisis, que no es paliada con la aparici¨®n de especies de aguas c¨¢lidas.
La dieta animal puede hasta bordear el colapso. Lo peor de todo es que antes era posible prever cu¨¢ndo ven¨ªa El Ni?o (se estimaba que cada siete a once a?os). Hoy, como enfatiza C¨¢rdenas, casi todos los a?os estamos con una alerta de este tipo: ¡°Eso no da tiempo para que los ping¨¹inos y otras especies se adapten¡±.
Al escasear las aves guaneras, los ping¨¹inos cuentan con menos lugares buenos para anidar. Y hay m¨¢s. Cuando el macho o la hembra salen a buscar comida (practican la equidad de g¨¦nero y tienen una sola pareja en toda su existencia), uno se queda en el nido cuidando a los pichones, que suelen ser dos. En un tiempo de clima alterado, la competencia por el alimento con otras especies animales es dura. A pesar de tener una dieta variada, los ping¨¹inos buscan la anchoveta o el pejerrey. Si no los encuentran al pasar los d¨ªas, entonces la otra pareja puede salir a buscar el sustento y el nido se queda solo.
Dramas en la playa
Entonces, puede venir la tragedia. Depredadores como el zorro, las gaviotas o los gallinazos de cabeza roja atacan. ¡°El ping¨¹ino, dependiendo de su edad, sobrevive o no. Si es grande, se hace independiente; si es peque?o, muere, porque es vulnerable¡±, explica C¨¢rdenas. Con todo, la naturaleza los ha dotado de mecanismos de defensa. El cr¨¦che (guarder¨ªa en ingl¨¦s), que se activa cuando ¡°pichones de un mes se juntan y frente a un gallinazo, o una gaviota, se defienden pic¨¢ndolos desde distintas posiciones¡±. Por desgracia, no funciona con zorros o ratas. Por parte del hombre, el asedio hacia ellos es tal que los investigadores Ursula Ellenberg y Guillermo Luna Jorquera publicaron, en el 2006, el estudio Las consecuencias fisiol¨®gicas y reproductivas de la perturbaci¨®n humana en el ping¨¹ino de Humboldt. El resultado es vergonzoso para el ser humano.
A diferencia del ping¨¹ino de Magallanes, que tambi¨¦n conoce a los humanos, el de Humboldt es ¡°extremadamente sensible¡±, al punto que su ¨¦xito reproductivo se ha afectado. Cuando una persona se acerca a 150 metros de su nido, su frecuencia card¨ªaca y su gasto de energ¨ªa aumentan dram¨¢ticamente. Quienes los estudian recomiendan cuantificar el impacto del turismo, la pesca y otras actividades. Ellenberg incluso ha esbozado la hip¨®tesis de un posible gen t¨ªmido que afectar¨ªa a esta especie. ¡°Se ha demostrado que el comportamiento anti-depredador tiene componentes hereditarios y es probable que la presi¨®n de la caza seleccione a individuos m¨¢s t¨ªmidos¡±, consigna su estudio.
C¨¢rdenas explica que el ping¨¹ino es un predador superior y est¨¢ en la parte alta de la cadena tr¨®fica. Si pierde ese lugar, por desaparici¨®n o disminuci¨®n, todo el ecosistema tambalea, y se afectar¨ªan otras especies, como los lobos marinos. No es una posibilidad lejana, pues este dulce ping¨¹ino est¨¢ en la categor¨ªa vulnerable de la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN). Con ¨¦l se ir¨ªa algo de la vida y de esa maravillosa experiencia que, all¨¢ por el siglo XIX, tambi¨¦n deslumbr¨® al bar¨®n Alexander von Humboldt cuando lo vio por aqu¨ª.
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