Internet y carreteras para la ¡®Espa?a vaciada¡¯
Frente a una p¨¦rdida inevitable de pueblos y habitantes, la geograf¨ªa rural y de interior propone recetas digitales y f¨ªsicas
La sem¨¢ntica del periodismo a veces resulta injusta. Expresiones que hablan de la "Espa?a vac¨ªa" o la "Espa?a vaciada" se han dispersado por los medios de comunicaci¨®n al igual que en las eras se avienta el trigo. Como si no hubiera personas viviendo a¨²n o como si el recuerdo material y f¨ªsico de quienes habitaron esos lugares no importara. No es una percepci¨®n rom¨¢ntica, sino tangible. Porque lo contrario del olvido no es la memoria, sino la verdad. Esa Espa?a despoblada, generalmente rural y anclada al interior de la geograf¨ªa, reclama infraestructuras y mantener su forma de vida. "Todo es tan lento como el pasar de un buey sobre la nieve. Todo tan blando como las bayas rojas del acebo". Los versos del escritor Julio Llamazares, nacido en el pueblo leon¨¦s de Vegami¨¢n, que desapareci¨® durante los a?os del desarrollismo franquista al represar el r¨ªo Porma, son la voz l¨ªrica de quien imagina otras existencias. Y en el siglo XXI, la Espa?a rural necesita revitalizar el mapa de carreteras secundarias y necesita Internet a trav¨¦s de banda ancha. Lo f¨ªsico y lo inasible. Pero tambi¨¦n asumir que el tiempo es un tirano tallado en granito. "Los poblamientos de origen medieval han llegado a su fin", apunta Lorenzo L¨®pez Trigal, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana de la Universidad de Le¨®n. "Habr¨¢ menos localidades que nunca y la poblaci¨®n se concentrar¨¢ en espacios que tengan tracci¨®n ya sea por el ocio, el trabajo o la comodidad. Porque el despoblamiento es una tendencia que no tiene marcha atr¨¢s", vaticina.
La ausencia de habitantes y la movilidad (una persona puede dedicar, por ejemplo, 45 minutos al d¨ªa a desplazarse en coche para llegar al trabajo) est¨¢n cambiando el territorio. Mientras, los retos no tienen respuesta. "El problema del despoblamiento es complejo y no se puede comprender sin la movilidad estacional, semanal o incluso diaria de las personas que viven en zonas despobladas", comenta ?ngel Paniagua, ge¨®grafo e investigador del CSIC. "Y para solucionarlo no hay que hacerlo atendiendo al n¨²mero de hombres y mujeres que viven en una localidad, sino a la calidad de vida que ofrecen esos lugares para continuar habit¨¢ndolos. Por eso las pol¨ªticas p¨²blicas deben dirigirse a asegurar la calidad de la existencia de quienes habitan all¨ª".
Y hoy vivir es navegar por Internet. "La Red para esas poblaciones resulta tan vital cotidianamente como el agua", recalca el investigador. Pero falla la conexi¨®n. En los n¨²cleos rurales ¡ªseg¨²n los datos del Consejo Econ¨®mico y Social de Espa?a recogidos en el trabajo El medio rural y su vertebraci¨®n social y territorial¡ª solo un 30% cuenta con cobertura de banda ancha de 30 megabits por segundo (Mbps) y ¨²nicamente el 15,8% alcanza una velocidad de 100 Mbps. En cambio, estos porcentajes para el conjunto del territorio son el 71,2% y un 65,7%. Falta un buen anclaje a Internet. La Agenda Digital para Espa?a se ha comprometido a que el 50% de la poblaci¨®n tenga acceso en 2020 a la banda ancha de velocidad ultrarr¨¢pida, de al menos 100 Mbps. El trazado de la ruta esencial del comercio y la comunicaci¨®n. "La Red reduce la dependencia de las infraestructuras p¨²blicas", defiende Almudena Semur, secretaria general del Instituto de Estudios Econ¨®micos (IEE). ?Ser¨¢ suficiente el espacio virtual para frenar la despoblaci¨®n? No, pero resulta necesario.
Vertebrar la Espa?a que vive en el siglo XXI es un desaf¨ªo enorme. La prosperidad se ha trasladado a las ciudades a costa de las peque?as poblaciones. Los grandes centros urbanos son polos que atraen el crecimiento. Ofrecen los mayores mercados, infinidad de trabajadores especializados y la ventaja competitiva que generan las relaciones personales. Y que nadie crea que los n¨²meros acudir¨¢n al rescate. Espa?a invierte un 63% menos en infraestructuras que la media europea. El d¨¦ficit b¨¢sico, refrenda Aurelio Garc¨ªa del Barrio, director del MBA especializado en finanzas del Instituto de Estudios Burs¨¢tiles (IEB), est¨¢ en el ciclo integral del agua, tratamiento de residuos, movilidad y acceso a las ciudades. "Al ritmo inversor actual, se tardar¨ªa 136 a?os en construir las infraestructuras prioritarias de medio ambiente, 40 en completar las de transporte y agua, y siete para recuperar el retraso en inversiones acumulado en salud y educaci¨®n", desgrana el docente. Sabedores del desfase y tambi¨¦n de las fechas electorales, el Ministerio de Fomento prev¨¦ licitar hasta junio obra p¨²blica por 10.000 millones de euros.
Las cifras no dan garant¨ªas
Pero ni siquiera esa cifra es una garant¨ªa. Las cartas est¨¢n marcadas; los dados, cargados. Alemania ha invertido m¨¢s de 1,5 billones de euros en revitalizar la antigua Alemania del Este e incluso as¨ª muchas regiones languidecen y se marchan los j¨®venes. No es excusa, es desesperanza. "La principal raz¨®n de la ca¨ªda de las infraestructuras en las zonas rurales en la ¨²ltima d¨¦cada son los recortes presupuestarios de los diferentes Gobiernos generales, auton¨®micos y estatales", critica Daniel Serra de la Figuera, responsable del Departamento de Econ¨®micas en la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Y pocos parecen advertir las consecuencias de esas cifras menguantes. "No es lo mismo cerrar, por ejemplo, un centro de atenci¨®n primaria en una zona muy urbanizada que en un entorno rural. Los efectos sobre esa poblaci¨®n residente son muchos m¨¢s graves que en las ¨¢reas urbanas. Algo que se traduce en costes de desplazamiento muy altos".
?Entonces? ?Qu¨¦ hacer? Resignarse a que el olvido, el polvo y el silencio aneguen el recuerdo de cientos de peque?as poblaciones en Espa?a. Una opci¨®n es volver sobre los propios pasos y rescatar, rehabilitar y redimir las carreteras comarcales y secundarias. Una frase con tantas "erres" como l¨®gica. "Ser¨ªa una forma de arbitrar una v¨ªa para comunicar poblaciones con un tama?o aceptable en tiempos razonables", observa Juan Antonio Santamera, presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Es necesario recuperar el ayer y tal vez encuentre sitio el ma?ana. La econom¨ªa compartida, que tan err¨®neamente ha sido utilizada como b¨¢lsamo de todo tipo de problemas sociales, puede hallar aqu¨ª sentido. Quiz¨¢ habr¨ªa que escuchar el sonido de la "movilidad colectiva". El uso, por ejemplo, compartido de los coches de estas zonas ¡ªmiles quedan aparcados durante d¨ªas¡ª dedicados a trasladar ni?os, trabajadores o mayores que necesiten cuidados. "La contrapartida no ser¨ªa dinero, sino un banco de horas en el que los vecinos intercambian tiempo y actividades", propone Jos¨¦ Antonio Herce, director asociado de Analistas Financieros Internacionales (AFI). "Pero, sobre todo, no hay que olvidar que la tecnolog¨ªa est¨¢ matando la econom¨ªa de las escalas f¨ªsicas y las distancias".
La distancia, esa relaci¨®n que establecen velocidad y tiempo, viaja sobre las lindes del problema. La alta velocidad juega el partido en el lado de la soluci¨®n y tambi¨¦n del desaf¨ªo. "El sistema ferroviario y de carreteras del Estado es una fotograf¨ªa de c¨®mo se piensa desde los despachos: mal; trenes de alta velocidad o decenas de autov¨ªas para conectar las grandes ciudades y los grandes negocios. En esta l¨ªnea del horizonte, los pueblos ya no son ni parada de tren, donde podr¨ªa subir y bajar gente. Ya no existe ni apeadero, ni se detiene el autob¨²s. Porque este desarrollo ha suprimido los trenes locales o descuidado las peque?as carreteras, que resultan imprescindibles para enlazar pueblos o cabeceras de comarcas", lamenta el escritor y activista medioambiental Gustavo Duch.
Profundas carest¨ªas
De hecho, el Consejo Econ¨®mico y Social reconoce en su trabajo las "deficiencias en la dotaci¨®n de determinadas infraestructuras y en el acceso a servicios como los transportes, el aprovisionamiento energ¨¦tico, las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y las comunicaciones, el abastecimiento y depuraci¨®n de agua o la gesti¨®n de residuos". Es evidente, las zonas rurales padecen una carest¨ªa profunda. Los datos de la encuesta del Ministerio de Hacienda de 2015 en los que se basa el Consejo Econ¨®mico muestran que el principal d¨¦ficit de infraestructuras que sufren las viviendas de esas zonas es la depuraci¨®n de las aguas residuales (23%), junto con la falta de alcantarillado (4%) y alumbrado p¨²blico (4%). Y mientras esto sucede, cientos de poblaciones interiores ven volar a 300 kil¨®metros por hora un tren que nunca tiene apeadero en su prosperidad. ?O s¨ª? "El AVE impulsa de una manera indirecta la conexi¨®n con la Espa?a interior, porque permite que el Alvia pueda aprovechar sus infraestructuras, y esto mejora los tiempos de los trayectos que unen las ciudades secundarias", defiende Fernando Gonz¨¢lez Cuervo, socio responsable de construcci¨®n e infraestructuras de EY. En contraste a esa visi¨®n de la alta velocidad, tambi¨¦n propone la "alternativa de una red ferroviaria en forma de tela de ara?a que ayudar¨ªa a remediar el desequilibrio entre las principales urbes y las ciudades secundarias de las provincias que sol¨ªan actuar a modo de eje vertebrador del medio rural frente a las capitales, que trabajaban como centros industriales y de servicios". Esa urdimbre de ra¨ªles y traviesas se financiar¨ªa a trav¨¦s de la tarifa del usuario antes que con presupuestos p¨²blicos.
Hacen falta propuestas. El reloj de arena cada vez tiene menos granos. Resulta imprescindible dibujar nuevos mapas. "Lo ideal", relata Roc¨ªo Cord¨®n, m¨¢nager de financial advisory de Deloitte, "es complementar, a trav¨¦s de un estudio y la planificaci¨®n adecuada, una red interconectada en todo el pa¨ªs con el tren que necesita cada poblaci¨®n, ya sea regional, de velocidad alta o de alta velocidad, bas¨¢ndose en criterios t¨¦cnicos y socioecon¨®micos". Con esta estrategia, por ejemplo, solo se construir¨ªan las infraestructuras de alta velocidad que sean estrictamente necesarias al tiempo que se busca una buena intermodalidad entre tren y autob¨²s. No solo f¨ªsica, sino tambi¨¦n utilizando la tecnolog¨ªa para que esa coordinaci¨®n resulte eficiente. Sin olvidar lo tangible. "La clave no es solo construir nuevas infraestructuras, sino maximizar las que ya existen", concede Roc¨ªo Cord¨®n.
Corre prisa trazar una geograf¨ªa nueva contra el desamparo de la p¨¦rdida de la poblaci¨®n y, sobre todo, de la memoria. Capitulando en algunas derrotas. Inexorablemente se perder¨¢n pueblos y habitantes. Espa?a se concentra y hay que evitar que sea solo en dos grandes polos. La demograf¨ªa impone su destino. El censo sufrir¨¢ un desgarro en las ciudades intermedias. Los padres no quieren tener hijos en zonas rurales, los inmigrantes prefieren las grandes urbes y apenas se escuchar¨¢ el andar pausado de los viejos. "Los poderes p¨²blicos deben garantizar el nivel de vida y atraer poblaci¨®n de zonas rurales a urbanas como dos pol¨ªticas segmentadas pero a la vez articuladas. Sin embargo, resulta muy complejo. Pues para cualquier persona es un enorme cambio vital", admite ?ngel Paniagua. Pese a todo, y aunque no resuelvan por s¨ª solas el problema, las infraestructuras bien planificadas ayudan a construir las vidas y conservar lugares donde a¨²n se puede sentir que "todo es tan lento como el pasar de un buey sobre la nieve".
Ninguna experiencia de ¨¦xito
El equilibrio entre la Espa?a interior y rural y las infraestructuras es un viaje que se detiene en un apeadero oscuro. No existe ninguna experiencia de ¨¦xito de reversi¨®n intensa de habitantes de un gran centro urbano a una zona rural. Nadie sabe c¨®mo hacerlo. Las infraestructuras son una condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Adem¨¢s, est¨¢ el peligro del "efecto bombeo". "Conectas una zona desarrollada con otra con menor avance y, al final, lo que provocas es que las personas se vayan al ¨¢rea m¨¢s pr¨®spera en vez de quedarse", avisa Juan Jos¨¦ Pons, profesor de Geograf¨ªa y Ordenaci¨®n del Territorio de la Universidad de Navarra. Y a?ade: "Las infraestructuras cl¨¢sicas me parecen secundarias para resolver este problema, sobre todo en una ¨¦poca donde el conocimiento viaja a trav¨¦s de las redes". Porque el suyo es un relato cr¨ªtico. "Existe un problema de fondo que es la baja tasa de fecundidad en esas zonas. Bastantes veces en las manifestaciones a favor del tren hay m¨¢s personas que usuarios. Esta Espa?a tiene muchos problemas; sin embargo, es muy f¨¢cil pedir y pedir y que me pongan y me pongan".
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